Pepe Álvarez, asomado al patio interior de la sede central de UGT.

«Los robots y los cajeros deben cotizar a la Seguridad Social»

El sindicalista apuesta por la recaudación para evitar los ajustes y advierte que quien quiera realizarlos encontrará a su central «en la calle»

José Luis Galende

Domingo, 23 de octubre 2016, 02:53

El secretario general de UGT, Pepe Álvarez, viaja a Bilbao la próxima semana para analizar la situación del sindicato en Euskadi con sus ... afiliados y los grandes problemas sociales que tiene el país. Entre ellos, el déficit del sistema de pensiones, cuyo principal problema no es el gasto, sino la escasez de ingresos, alega. Su central, añade, no va a consentir nuevos recortes, y quien los promueva, advierte, se encontrará con ella «en la calle». También defiende, entre otras cosas, elevar los ingresos con impuestos a los que no pagan, para destinarlos a gasto previa negociación con la Comisión Europea.

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¿Qué ha echado de menos en UGT en estos siete meses en el cargo. ¿Cuál es el punto y aparte que proponía?

En sindicalismo, al contrario de lo que ocurre en política, no sirve la herencia recibida. Hay que construir cada día. Yo era consciente de las dificultades del sindicato, e incluso podría decir que formo parte de los que hemos generado esa situación. El punto y aparte es que hay que tomar una nueva senda, partiendo del plano organizativo -menos burocracias, más posibilidades de llegar a los afiliados...- y drenando recursos de arriba hacia abajo. El sindicato no puede olvidar que hemos llegado hasta aquí no solo por su vida interna, sino también por el entorno político y por los casos de corrupción que nos han salpicado. Vamos a hacer un esfuerzo de transparencia, de tal forma que demostremos a la sociedad que lejos de ser organizaciones subvencionadas, en realidad estamos financiando las relaciones laborales del país, donde no solo negociamos para nuestros afiliados, si no para todos los trabajadores.

A sus 60 años, es el sindicalista que ha llegado a la Secretaría general con más edad desde la Transición. ¿Qué valor añadido aporta a UGT?

Pues durante bastante tiempo he pensado que no tenía valor añadido, sobre todo por la edad. La aportación fundamental que hace el equipo que dirijo es abordar con convicción y seguridad que tenemos que hacer los cambios necesarios en un tiempo breve, porque mi mandato no va a ser excesivamente largo, y porque los afiliados nos han puesto ahí porque creen que con nuestra experiencia somos las personas adecuadas.

No pueden aguantar más

¿Se han cerrado ya las heridas abiertas en el proceso precongresual?

No hay ningún problema. En UGT existe la tradición de que cuando se cierra el congreso, todo el mundo rema en la misma dirección. Fue un congreso de tensión porque en el fondo había el mismo debate que en la propia sociedad y teníamos que dar un paso adelante contundente, y visualizado, que era la opción que defendía mi candidatura.

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UGT y CC OO han presentado a través de los grupos del Congreso de los Diputados una propuesta para subir las pensiones el 1,25% en 2017, que ha sido aprobada. ¿Ante el problema financiero del sistema, qué propone UGT para equilibrar las cuentas?

Los pensionistas no pueden aguantar esta situación más tiempo. Seis de cada diez cobran menos de 1.000 euros al mes, y además 3,5 millones de personas ganan menos de 350 euros al mes. Con eso no se puede vivir. Hay que compensar la inflación que se prevé. Pensamos que el problema de las cuentas no es de gasto, sino de ingreso -gastamos menos porcentaje del PIB en esta materia que los grandes países europeos- y por ello a corto plazo hay que incidir sobre los ingresos acabando con las subvenciones a la contratación, que son 3.600 millones de euros. También hay que destopar las cotizaciones y subir el Salario Mínimo para que mejoren las cotizaciones.

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¿Y a medio plazo?

Habría que debatir qué ocurre con los beneficios que generan las nuevas tecnologías. De una forma simplificada, yo lo defino con el principio de que los robots y los cajeros automáticos tienen que cotizar a la Seguridad Social. Si no se hace así, será muy difícil que podamos mantener el sistema de protección. Y en relación con las pensiones de viudedad y orfandad, nuestra posición es común con CC OO. No se trata de sacarlas el sistema para que dependan del Gobierno de turno al socaire de las disponibilidades presupuestarias, sino de que el Estado compense a la Seguridad Social por estas prestaciones.

Los salarios de los convenios han subido este año por debajo de lo recomendado en el acuerdo con la patronal. ¿Van a hacer algo al respecto ahora que negocian de nuevo para 2017?

Nosotros hacemos un análisis crítico del resultado de este acuerdo. Incluso de todos los hechos durante la crisis. Desde que estalló, la patronal no ha cumplido lo pactado. Así, un acuerdo que debería haber supuesto un aumento del 1,50% se ha quedado en el 1,05%. Nos planteamos un cambio en la filosofía y los contenidos, con subidas claras en los sectores que vayan bien y manteniendo el poder adquisitivo en los que haya dificultades.

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«Lo primero es garantizar que haya convenios»

  • - Ante la campaña de las centrales nacionalistas contra la negociación colectiva de ámbito estatal que practican UGT y CC OO, Pepe Álvarez justifica la existencia de convenios nacionales y defiende su articulación con los autonómicos y provinciales.

  • - Lo que tenemos que garantizar los sindicatos a los trabajadores en Euskadi es que tengan convenio. No estamos solo discutiendo de ámbitos, sino de si hay convenio vigente o no. Debería reconocerse que, gracias a algunos de esos pactos laborales, hay trabajadores cubiertos en Euskadi que sin ellos no lo estarían. Por otro lado, nosotros creemos en la articulación. No hay que anteponer unos espacios a otros. Es posible una negociación estatal que tenga desarrollo en el País Vasco o en las provincias o las empresas.

  • - Pero aún así, la polémica continúa...

  • - Hacemos un mal favor a los trabajadores vascos con debates entre nosotros. El problema no está entre UGT, CC OO, ELA, LAB, sino entre el sindicalismo y las patronales y las empresas. Desde luego, UGT no es una organización centralizadora; lo he demostrado en mi trayectoria sindical. Pero más allá de que el Estado español no sea reconocido por algunas organizaciones sindicales -tienen todo el derecho del mundo a ello-, es evidente que España es un espacio económico, intercohesionado, que requiere de unas relaciones laborales y convenios que partan de esa situación.

  • - El sindicalismo confederal de UGT y de CC OO suma el 30% en Euskadi -su central el 11%-, cosa que no se corresponde con la afiliación o la situación social ¿Va a hacer algo al respecto su central para frenar la paulatina caída de UGT?

  • - Dentro de unos días voy a tener la oportunidad de hacer un análisis a fondo de la organización con los compañeros de Euskadi. Creo que este desequilibrio tiene que ver con razones históricas -afortunadamente ahora hay en el País Vasco libertad para poder hacer elecciones sindicales, cuando no hace mucho UGT tenía dificultades al respecto- y creo que lo que tenemos que hacer es actuar con humildad, ir más a las empresas, trabajar más desde los locales del sindicato... Estoy absolutamente seguro de que cuando acabe este mandato uno de los lugares donde la UGT habrá remontado la situación será en Euskadi.

¿Y el cambio de filosofía?

El acuerdo tiene que ser más amplio, que frene los recortes de las nuevas empresas de servicios integrales que llegan a reducir los salarios en un 50%. Hay que acabar con esta situación y la patronal tiene que garantizar cosas como la ultraactividad de los convenios; el SMI debe subir en 2017 a los 800 euros al mes, y a los 1.000 al final de la legislatura. Este es un elemento fundamental para facilitar la recuperación.

Desempleo y frustración

Tras las sentencias de la UE y de otros tribunales españoles, parece como si las relaciones laborales las diseñaran los jueces. ¿No desmerece este hecho la influencia y la capacidad de presión de los sindicatos?

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Sobre todo demuestra la incapacidad de la patronal y un abuso de la política, que ha entrado como elefante en cacharrería en esta materia. Pero también es cierto que nosotros no hemos tenido capacidad de reacción, ni quizás la estrategia adecuada. Ha habido una campaña antisindical que nos ha robado mucho tiempo al tener que hablar de nosotros mismos y trabajar menos sobre las graves cuestiones del país. Además, con el nivel de desempleo y frustración existentes es muy difícil que el descontento se pueda materializar en grandes movilizaciones. Y lo que está claro por estas sentencias es que la reforma laboral ha sido una chapuza, entre otras cosas por las repercusiones que tiene sobre el sistema productivo de nuestro país, al basar la competitividad en los bajos salarios.

¿Cuando se avecinan nuevos ajustes en España -5.000 millones es la cifra que baraja el Gobierno-, cree UGT que hay posibilidades de ahorrar o alguna vía para lograr ingresos?

Desde luego, para recortar con UGT que no cuenten. Si alguien cree que se puede seguir ajustando en las políticas sociales, o en el empleo de la Administración, que no nos busquen en los despachos porque nos encontrarán en la calle. Lo que hay que hacer es actuar en la recaudación de impuestos, aunque antes se debe renegociar con la Comisión Europea, para que la mejora de ingresos vaya a elevar el gasto.

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¿Cree aún posible una opción de izquierdas para el Gobierno de España? ¿Y qué opina sobre una tercera convocatoria de elecciones?

A mí lo que me preocupa en realidad es qué va a hacer el Gobierno. Quiero alejar a la UGT de la política partidaria, pero pienso que el último discurso de investidura de Rajoy es un fraude a esa mayoría de los ciudadanos que en las elecciones ha pedido cambios. Si la legislatura va de lo mismo que la anterior vamos a un conflicto social muy importante.

¿Por procedencia y relevancia social, cree que usted o UGT pueden o tienen que jugar algún papel en el conflicto entre Cataluña y el Estado?

Veo irrelevante quien juege ese papel. Lo importante es que hay una cuestión que abordar. Me parece increíble que tras varios años todavía no se haya iniciado un diálogo. En cualquier país razonable ya se hubiera comenzado a mover ficha y a buscar puntos de encuentro que nos permitan recuperar la plena sintonía entre Cataluña y el resto del Estado. Hay que hacer un esfuerzo de diálogo, porque el problema lo tenemos que solventar nosotros, y no ningún general, afortunadamente.

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