Vistas generales de la refinería de petróleo de Dhahran, en Arabia Saudí.

El desplome del petróleo: un alivio... y una amenaza mundial

El hundimiento del crudo da un respiro a los países no productores, como España, pero ha puesto contra las cuerdas a grandes potencias cuyas economías tienen capacidad de arrastre sobre el resto del planeta

ander goiri

Miércoles, 20 de enero 2016, 21:27

El precio del petróleo sigue sin tocar fondo. El barril tipo Brent, la principal referencia en Europa, llegó a superar los 115 dólares en junio ... de 2014 antes de iniciar un acelerado desplome que, pese a algunos dientes de sierra en forma de repunte, no solo se mantiene, sino que se ha agudizado en las últimas semanas. Este martes ha cerrado en 27,88 dólares, el nivel más bajo desde noviembre de 2003. En apenas año y medio se ha hundido un 75%. Y no existen indicios de que ese vertiginoso y brutal descenso vaya a cesar a corto plazo.

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El abaratamiento del crudo es una bendición para los consumidores -bajan los carburantes- y también para algunos sectores -el transporte, por ejemplo- y para países como España con una enorme dependencia energética. Sin embargo, también puede acarrear efectos negativos para la economía mundial; un peligro que se ha traducido en las últimas semanas en fuertes pérdidas en las bolsas.

¿Por qué baja el petróleo?

Por un exceso de producción. Arabia Saudí, que lleva la batuta de la OPEP, ha decidido inundar los mercados de crudo, a pesar de que su consumo está en línea descendente al frenarse el crecimiento de la economía mundial. El desfase entre la materia prima que necesita el planeta y la que se bombea ronda los 1,5 millones de barriles diarios, según estimaciones de la Asociación Internacional de la Energía. Esa estrategia se ha traducido en una espectacular reducción del precio del petróleo desde el verano de 2014. Con ella, Arabia Saudí pretende asfixiar la peligrosa competencia que le ha surgido en Estados Unidos con el espectacular desarrollo de nuevas técnicas de extracción, como el 'fracking', y mantener así su cuota de mercado. Esa controvertida fórmula, cuestionada por grupos ecologistas, obliga a inversiones millonarias y conlleva unos fuertes gastos de explotación. Por tanto, para ser rentable necesita que el 'oro negro' tenga un precio elevado. Por debajo de determinados niveles -entre 50 y 70 dólares en barril, según los casos-, el negocio resulta ruinoso. Los países árabes pueden soportar una cotización mucho más baja porque sus costes de producción son muy inferiores. El desplome del crudo obligó a cerrar el pasado año algo más del 60% de las plataformas petrolíferas activas en Estados Unidos, tanto las terrestres como las 'offshore' (en el mar). A finales de diciembre quedaban 714, cuando el ejercicio anterior habían superado las 1.800.

¿A qué obedece la acelerada caída de las últimas semanas?

El precio del petróleo ha registrado picos en los últimos meses -en la pasada primavera rozó los 67 dólares-, condicionado por la economía global y por conflictos geoestratégicos que salpican a los principales productores. Hace semanas ha empezado a caer a plomo y a traspasar todos los soportes barajados por los analistas. A ello ha contribuido la agudizada debilidad de algunas potencias emergentes, que se encuentran entre los mayores consumidores de crudo en todo el planeta.

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El caso más espectacular, aunque no único, es el de China, cuya actividad se ha frenado con fuerza. Su PIB creció un 6,9% en 2015, la menor expansión en los últimos 25 años. Mientras los capitales empiezan a huir del gigante asiático, las contradictorias y poco eficaces medidas adoptadas por el Gobierno de Pekín para enderezar el rumbo y afrontar los severos batacazos de su Bolsa han creado cierta alarma internacional. Menos crecimiento equivale a menos consumo de 'oro negro'. Si la producción se mantiene en ese escenario, aumenta el excedente del mercado, lo que presiona a la baja la cotización de la materia prima.

También empuja en esa dirección el levantamiento de las sanciones económicas a Irán por parte de Estados Unidos y la UE, que permite a ese país colocar su petróleo en los mercados internacionales, lo que aumenta el exceso de oferta. El régimen de Teherán va a elevar su producción entre 300.000 y 500.000 barriles diarios (la actual roza los 2,9 millones). Ese mero anuncio ha acelerado el hundimiento del coste del crudo.

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¿Hasta cuándo bajarán los precios? ¿Hasta qué nivel?

En teoría, pueden seguir cayendo hasta que se reduzca el excedente en los mercados, ya sea con una menor producción o con un aumento del consumo por un repunte de la economía mundial. Algunos expertos creen que no queda mucho más recorrido a la baja. Otros ya empiezan a especular con que a medio plazo el crudo puede situarse en torno a los 10 dólares.

¿A quién beneficia esa caída?

A los consumidores, ya que abarata los carburantes, aunque su caída es muy inferior a la del petróleo. El litro de gasóleo, que ha llegado a pagarse en Euskadi a 1,40 euros en el verano de 2014, ronda ahora los 0,93 euros de media. Aparte de las estrategias comerciales de las compañías, hay que tener en cuenta que la materia prima representa menos del 40% del precio de los combustibles. El resto son impuestos, gastos de distribución y refino, y el margen de las estaciones de servicio, entre otros conceptos.

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El desplome del crudo también favorece el crecimiento económico de los países más dependientes de la energía, como España, al dejar a los ciudadanos más recursos para gastar en otros conceptos, reducir los costes de las empresas y recortar el déficit comercial (y, por tanto, la financiación necesaria para afrontarlo). Además, empuja a la baja la inflación. El Gobierno calcula que estos factores añadirán este año medio punto al ascenso del PIB.

¿A quién perjudica?

Lógicamente, a los países productores, cuyas cuentas públicas dependen de la cotización del crudo. El desplome del petróleo ha asfixiado sus economías nacionales, aunque el margen de maniobra es muy distinto entre unos países y otros. Arabia Saudí, uno de los grandes 'culpables' de la actual situación, que coloca cada día más de 10 millones de barriles en los mercados, se ha visto obligado a emitir bonos por primera vez en 40 años porque su Presupuesto no es capaz soportar el hundimiento del 'oro negro'. Además, ha elevado un 50% el precio de los carburantes a sus ciudadanos para compensarlo. Omán lo ha subido un 34,7% y Qatar un 24%. Rusia ha anunciado un drástico recorte de gastos en todos los ministerios para capear el temporal, mientras Venezuela bordea la bancarrota. Esta coyuntura ha agudizado la recesión en Brasil.

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¿Cómo afecta esta situación a los demás países?

Tiene efectos positivos, como los ya citados, para los no productores. Pero ese proceso también presenta riesgos muy serios. Los aprietos económicos en los que se encuentran potencias como los países del Golfo Pérsico, Rusia o Brasil pueden salpicar a sus zonas de influencia y traducirse en una brusca caída de sus compras al exterior e inversiones, lo que generaría un 'efecto dominó' negativo en el resto del planeta. El Fondo Monetario Internacional acaba de lanzar una clara advertencia al respecto. Las bruscas caídas en las bolsas son un fiel reflejo del nerviosismo que genera un escenario de ese tipo ante el peligro de que se esté alumbrando una nueva, y gigantesca, recesión económica global.

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