¿Peligra el Mundial 2022 de Catar?
La crisis diplomática del Golfo y las acusaciones a Doha de proteger a grupos relacionados con el terrorismo islámico ponen en cuestión su Copa del Mundo
Igor Barcia
Miércoles, 7 de junio 2017, 01:20
En torno al Mundial de 2022 en Catar no dejan de crecer los problemas. A las denuncias por las sospechas de esclavitud que sufren los ... trabajores inmigrantes que construyen los estadios, a las denuncias por corrupción y a las quejas por el intenso calor que afectará a los futbolistas cuando se dispute el Mundial, se ha sumado ahora la crisis diplomática que se ha desatado en el Golfo y que podría afectar a la organización de la Copa del Mundo en Catar.
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El incidente se produjo el lunes, cuando Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Baréin, Egipto, Yemen, más Maldivas y Libia, rompieron sus relaciones diplomáticas con Doha, con la acusación de apoyar a los grupos extremistas «que quieren desestabilizar la región». En concreto, de «dar apoyo y cobijo al terrorismo y al extremismo, de aceptar en su territorio a los grupos radicales Hermanos Musulmanes, Estado Islámico y Al-Qaeda, y de difundir sus mensajes a través de los medios de comunicación».
Se trata de una postura que coloca contra las cuerdas a Catar, que siempre había jugado la baza de ser un país políticamente seguro pese a estar enclavado en una zona inestable. La decisión de Arabia Saudí y sus aliados cambia las cosas, puesto que al cuestionarse su estabilidad y acusarle de proteger a grupos radicales, pueden surgir dudas en cuanto a la idoneidad de Catar para celebrar el Mundial de 2022, y lo que es peor para el pequeño emirato, que aparezcan alternativas sólidas y solventes, dispuestas a hacerse cargo de la organización de esa Copa del Mundo.
La baza de Estados Unidos
Una de ellas alternativas es Estados Unidos, derrotada por Catar en 2010 en la final por la elección de la Copa del Mundo de 2022 y pieza clave en la situación que se está viviendo estos días en el Golfo. La reciente visita de Donald Trump a Arabia Saudí fue un enorme respaldo a las autoridades de Riad, que dieron un paso al frente para aislar al vecino. El Ministerio de Asuntos Exteriores de Catar calificó las medidas de los otros países de la zona de «injustificadas» y aseguró que «se basan en denuncias y acusaciones que, en realidad, no tienen fundamento».
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Doha y la promoción a través del deporte
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Hace años que Doha descubrió que el deporte era un gran vehículo para su autopromoción a nivel mundial, y no dudó en destinar grandes cantidades de dinero procedentes de sus recursos procedentes del gas para atraer competiciones a Catar o para publicitarse a través de deportistas o clubes.
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En 2004 Catar inauguró el circuito de Losail y su Gran Premio de MotoGP y desde entonces pocas disciplinas se han resistido su poderío económico y organizativo. La ATP de tenis, la Diamond League de atletismo o el Circuito Europeo de golf visitan el país cada año y se mantienen varios campeonatos del mundo proyectados en el lugar.
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Tras la halterofilia (2005), el atletismo en pista cubierta (2010), la natación en piscina corta (2014), el nombrado balonmano o el ciclismo (2016), Doha se mantiene como sede del Mundial de gimnasia artística (2018) y de atletismo (2019) antes del fútbol (2022) y la natación (2023). Con la ultramoderna Academia Aspire como emblema de tecnificación en el fútbol, el país también intentó ser sede de los Juegos Olímpicos de 2020, pero fracasó en su intento.
Pero los saudíes forzaron la máquina y anunciaron el cierre de todos sus puertos, aeropuertos y puestos fronterizos para evitar la entrada de cataríes al país, a la vez que explicaron que se trata de una medida necesaria para protegerse del «terrorismo» y el «extremismo». Riad pidió a todos los países «hermanos y amigos» que «apliquen las mismas medidas lo antes posible», y así
se sumaron a su postura Baréin, Egipto, Emiratos, Yemen y el Gobierno del este de Libia. Se dieron órdenes de expulsión a diplomáticos y ciudadanos cataríes y se cortaron las conexiones aéreas con un país que solo tiene frontera terrestre con Arabia Saudí, de donde le llegan la mayor parte de sus alimentos.
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En este contexto de creciente tensión, ya han surgido voces de países que ponen en cuestión su posible presencia en el emirato de cara al Mundial de 2022 si la situación no cambia. «El fútbol debería acordar que no se pueden jugar torneos en países que apoyen activamente el terrorismo», proclamó el presidente de la Federación Alemana de Fútbol (DFB), Reinhard Grindel.
La acusación de respaldar el terrorismo del país es otro golpe también para la FIFA, que desde que concedió la organización del Mundial de 2022 al emirato rico en hidrocarburos en una decisión de lo más controvertida, ha tenido que hilar fino para salir al paso en cada ataque a Catar. «Tenemos contactos regulares con los organizadores del Mundial de 2022. No haremos más comentarios al respecto», zanjó la Federación Internacional (FIFA).
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