Ramón López Martínez, en una foto cedida por la familia. e. c.

La caja secreta del Guggenheim

Bilbaínos con diptongo ·

Lunes, 9 de mayo 2022, 00:27

Aquella tarde su padre llegó a casa con una enigmática sonrisa.

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- No sabéis lo que me han encargado-, soltó, a modo de saludo. Así ... conocieron el principio de un relato en el que estamos todos, aunque muchos lo desconozcan. Un servidor era de los segundos, hasta la pasada semana. «Algo que poca gente sabe es que mi aita, que en gloria está seguro, hizo la primera pieza del museo Guggenheim».

Era un mensaje que me enviaba Jorge López Ruiz-Ogarrio. Nos conocimos gracias a un afgano de nombre Kabar. No era hombre al que le gustaran los perros, pero cuando aquel animal le miró a los ojos entendió que estaban destinados. Tras su muerte, este profesional especializado en tecnología médica decidió montar, junto a su mujer Eukene, una organización sin ánimo de lucro y de nombre EliteVeterinaria para ayudar a animales con patologías complicadas. Lo contamos en su día y provocó que sigamos en contacto. Lo que subraya, aún más, mi sorpresa por no conocer ese olvidado relato.

El padre de Jorge, Ramón López Martínez, era un bilbaino de Santutxu que nació con arte en las manos. Estudió en las escuelas de Solokoetxe y pronto se puso a trabajar. Montxu, a veces le decían Montxin, tenía un don. Por eso a nadie le extrañó que acabara de restaurador de metales. Además lo llevaba en la sangre. Trabajó con el abuelo Donato en el taller familiar de la calle Fika. Al principio en la parte de abajo, cerca de Iturribide, y luego en la zona alta. Cambiaba el lugar, aún mantienen la última lonja, pero la meticulosidad era la misma. Cuenta su mujer Mari Carmen, con gracia y ternura, que por eso nunca tuvieron un duro. Se dejaba el alma en cada trabajo. Bien lo sabe ella. Mientras habla con nosotros acaricia algunas de las obras que hizo para los de casa. Un caballo, una elegante dama, dos cabezas de gato en bronce o una coqueta cestita.

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Podríamos seguir, pero recuerden que hoy hablamos de otra pieza. Ni Jorge ni su madre saben mucho de ella. Ramón trabajaba por entonces para la empresa García Ramil, una metalistería que tuvo mucha importancia en la construcción del museo. Y le encomendaron crear, casi en secreto, una pieza destinada a ser eterna y a la vez nunca ser admirada. Una caja del tiempo que sería enterrada bajo el Guggenheim de Bilbao. En ella, entre otras cosas, metieron los planos del museo. Venía a ser una carta al futuro. Y el artista pensó que, si alguna vez la abrían, estaría bien que supieran quién la había creado. Así que puso su nombre y su firma. Era octubre de 1993.

Quedaban décadas para que Robert Langdon recorriera nuestro museo en una accidentada visita ideada por Dan Brown. Quizá por ello el escritor desconocía que bajo él no habrá una tumba real, como en su Louvre de 'El código Da Vinci', pero hay un pequeño secreto enterrado. Ese que no está al alcance del ojo humano.

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Figurita de niño

Para hacernos una idea de cómo será podemos contemplar lugares como La Viña de Diputación. Allí dejó constancia de su arte en bronce, latón y otros metales que forman parte de una decoración única. Lo comentaba con Jorge cada vez que tomaban un vino en la barra. Y el hijo levantaba la vista para admirar su trabajo. Sabía lo duro que era. Siendo niño le encomendó arreglar una figurita. Pasó semanas con la lija y las herramientas del taller de su padre. Pero siempre le parecía inacabada. Se podía mejorar. Hoy en día esa pieza descansa en la mesita de noche de Jorge y le recuerda lo que siempre decía su padre -«lo que se empieza se termina y se termina perfectamente bien»-.

Al despedirnos de Mari Carmen, recordando a su marido que ya no está, nos susurra visiblemente emocionada: «Gracias por hacerme pensar en él». Al contrario, querida paisana. Gracias por recordarnos a Ramón y su legado. Ahora, cada vez que regresemos al Guggenheim, y nos pongamos ante él, sabremos que guarda una misteriosa caja entre sus cimientos. La que duerme, por los siglos de los siglos, bajo el poderoso gigante de titanio.

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