El bilbaíno que guisa en el palacio de Buckingham y ayuda a Ucrania

Dos mundos ·

El cocinero de Santutxu ha fundado una ONG que reparte comida a cientos de familias

Lunes, 8 de agosto 2022, 01:21

El logotipo de OCA, la organización fundada por José Luis.

A José Luis García, los ocho años que lleva en Londres le han brindado la oportunidad de tratar con los dos extremos de la sociedad ... británica, hasta el punto de que resultaría difícil encontrar dos mundos más alejados que esos en los que se mueve a diario. Este bilbaíno de Santutxu trabaja en las cocinas de Buckingham, el palacio de 775 habitaciones que sirve de residencia oficial a la Reina y alberga la sede administrativa de la monarquía. Pero, además, en 2021 fundó OCA Community Kitchen, una organización de «solidaridad y cuidado mutuo» con la que proporciona alimentos y ayuda a cientos de familias desfavorecidas -la mayoría, inmigrantes de países latinoamericanos, muchos de ellos en situación irregular- y también a los afectados por la invasión de Ucrania.

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El propio José Luis no lo tuvo fácil para hacerse un hueco en el Reino Unido, pese a que ya había trabajado en prestigiosos hoteles bilbaínos como el Hesperia Zubialde o el Meliá. «No sabes inglés, vas a los restaurantes españoles, limpias máquinas y perolas...», repasa. Él consiguió empleo en Brindisa, uno de los nombres de referencia de la gastronomía española en Londres, y gracias al impulso de aquel «trampolín» pudo saltar después al mundo hotelero. Hace tres años, le llamó la atención una oferta de trabajo «interesante», porque proponía un buen salario, pero también bastante misteriosa, ya que en ella no figuraba la empresa. «En la primera entrevista no me dijeron para dónde era. Te preguntaban si podías hacer comida para cien o doscientas personas. En la segunda, ya me explicaron un poco de qué iba. Y la tercera fue un 'trial', una prueba, como un 'Masterchef'».

José Luis preparó una popieta de lubina con setas que, una vez superado el detallado escrutinio de su historial y su biografía, le abrió las puertas de la cocina de Buckingham. Bueno, de una de las cocinas de Buckingham: «Hay cuatro y tardas diez minutos andando de una a otra», aclara José Luis, que guisa para los militares y no para la familia real. Así que nada de faisán y paté de Gleneagles: lo que le toca preparar es mucho pollo korma y demás platos indios bien especiados. «No les puedes cocinar una paella, porque no entienden la falta de picante. He hecho tortillas de patata y se las ha tenido que comer el 'staff'. Eso sí, no perdonan el 'fish and chips' de los viernes y el asado del domingo».

«La Reina tiene su propio chef. Ni tocamos la comida que le llega y a ella solo la he visto pasar una vez»

distancias

¿Y esa quién es?

¿Y qué hay de la Reina? «Tiene su chef y está prohibido cocinar para ella. Ni siquiera vemos la comida que le llega. Sí hicimos canapés para una celebración de su cumpleaños, y son mucho más sencillos que en Bilbao. Yo sé dónde está la Reina, claro, y le gusta asomarse y contemplar a sus soldados, pero solo la he visto pasar una vez. También a Carlos. Y Meghan apareció un día por las cocinas del palacio de St James, porque sus habitaciones quedaban cerca, y tuve que preguntar quién era».

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Con la pandemia, a José Luis se le hizo patente una realidad que a menudo pasa desapercibida. «De Londres se ve la foto bonita: los palacios, Camden, Portobello... Pero hay gente que no tiene nada, muchas personas que son fantasmas para el Gobierno. En algunos sitios pongo el banco de alimentos y me esperan en fila seiscientas familias», aclara. Su ONG (que no se llama OCA por el ave, sino por un tubérculo andino) trabaja con «gente indocumentada de Honduras, El Salvador, Guatemala, Nicaragua...». Empezó de la manera más sencilla, repartiendo quinoa con curry en un viejo videoclub, pero pronto se dio cuenta de que, por cultura, estas familias preferían recibir materias primas para hacerse su propia comida.

José Luis y sus 70 voluntarios reparten bolsas semanales valoradas en unas 80 libras, con una cifra variable de entre 300 y 500 familias beneficiarias, aunque en Navidad se acercaron a las 2.500. «Llevan latas, legumbres... Pero, ahora, los productos de larga duración los estamos destinando a Ucrania, porque los necesitan más». OCA ha enviado en estos cinco meses 115 toneladas de ayuda al país atacado por Rusia, que no solo incluyen comida sino también medicinas, productos de aseo, juguetes o ropa. «Son donaciones de organizaciones y de gente particular: mañana, por ejemplo, me traen siete mil botellas de zumo», detalla.

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Se intuye la respuesta, pero... ¿cuál de esas dos partes en que se divide su vida le brinda más satisfacciones? «A mí me gustaría dejar mi trabajo oficial para dedicarme solo a esto, porque veo la necesidad y me ilusiona ayudar. Si me dicen hace tres años que iba a mandar camiones a Ucrania, me habría entrado la risa. Pero, una vez que te metes en ello, ya no hay stop».

«Salí del búnker y una señora de 91 años me preguntó si me podía abrazar»

José Luis García viajó a Ucrania con uno de los envíos de su ONG y todavía no se ha recuperado de las experiencias que vivió allí. «Me impresionó muchísimo y, honestamente, tengo que decir que un día lloré al ver tanta crueldad, tanta maldad. Salía del búnker, como si fuera un topo, y una señora de 91 años se acercó a mí y me preguntó si me podía abrazar. No solo necesitan comida, sino también abrazos, cariño», insiste el cocinero bilbaíno.

«Sufren estrés mental -añade-. El búnker te ahoga y además bombardean de madrugada para que la mente no repose». Aquel contacto directo con el sufrimiento de los ucranianos reforzó su determinación de seguir con la labor humanitaria de OCA Community Kitchen.

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