«Peco de naturalidad y cometo 'sincericidios', pero no doy la espalda a un problema que sé que va a existir»
El técnico vitoriano relativiza su éxito en el Unicaja a «ser parte de un engranaje de una máquina» con «potencial» para ganar ahora la ACB. «No lo podemos negar»
Antes del fichaje de Ibon Navarro (Vitoria, 1976), el Unicaja llevaba cuatro títulos en 50 años. En poco más de tres cursos, el vitoriano ha ... levantado a un equipo hundido, ha colocado cinco trofeos en las vitrinas de Los Guindos en dos años—dos Copas, una Supercopa, una Intercontinental y una Champions de la BCL— y ha situado al equipo malagueño a la altura del Real Madrid y el Barcelona. No lo ha hecho solo, repite una y otra vez, pero es el protagonista de una ascensión meteórica tan apasionante como la suya misma. A sus 48 años, está «orgulloso» de una trayectoria que arranca desde lo más abajo con un punto de «locura» y que mantiene la normalidad de la gestión en la cima.
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- Hace dos años decía que la Copa de Badalona fue «demasiado extraordinaria y difícil que se vuelva a repetir».
- De aquellas podías decir que se alinearon los planetas, que la BCL es un torneo menor, que a la Supercopa llegamos mejor que el Madrid porque habíamos empezado antes, que la Intercontinental es un torneo que no sé qué... Ya, pero si después de todo eso vas y vuelves a ganar la Copa del Rey por segundo año en tres años, ya no vale nada de eso. Es algo más serio, la confirmación de que estamos haciendo las cosas muy bien. Y es de que este grupo es muy especial, distinto a lo que es un equipo deportivo normal y corriente.
- Antes eludían la etiqueta de favoritos para la Copa y ahora hablan sin tapujos de ir a por la ACB. ¿Cuál es la clave de este cambio del discurso?
- La ambición siempre ha estado y también la humildad. Pero creo que nadie se creería si dijéramos que no nos sentimos candidatos a todo. Es verdad que el Real Madrid y Barcelona siempre van a tener ventaja porque cuando se acabe la Euroliga, están más centrados en la Liga y es más difícil superarles a un play-off a cinco partidos. O la primera ronda, si te toca un Baskonia, un Murcia, un Manresa... es complicado. Asumiendo todo eso, no podemos negar que nos vemos con el potencial de poder estar ahí. No digo que vayamos a ganar la Liga, evidentemente, pero tenemos que aceptar y asumir la responsabilidad de que sí tenemos el potencial de poder hacerlo. Y asumirlo con naturalidad. Luego ya veremos si nos da o no nos da, pero tenemos que intentarlo.
- Pero hace una semana rehuía de cualquier condición de aspirante a la Copa y dominaron con puño de hierro. ¿Ganar lo cambia todo?
- Pero es que en la Copa del Rey, hablar de favoritos no es muy realista. Cada uno está en su pleno derecho, pero creo que es demasiado atrevido. Hay que saber que la Copa es un torneo en el que muchas veces no gana el que está mejor en la Liga en ese momento, sino que es el que mejor llega ese fin de semana. Nosotros venimos a perder dos de los últimos tres partidos, en Girona y en Lugo. Pero lo hacemos porque en esas tres semanas hemos invertido mucho en poder llegar con el mayor número posible de jugadores en el mejor estado posible a la Copa. Pagas un peaje, pero nadie puede estar tan seguro de que va a ganar la Copa del Rey.
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- ¿Cómo lleva estar sumido en esta espiral de elogios?
- Tengo claro que no deja de ser fruto de lo bien que lo ha hecho el equipo. Estás en manos de cómo rinde el equipo y muchas veces eso no puedes controlarlo. Sí que hasta donde llegas tienes que intentar hacer las cosas lo mejor posible, pero luego tienes que estar en manos de la inspiración de un jugador un día, del buen fin de semana que tenga otro, y la suerte que también es muy importante. Con la madurez que vas adquiriendo con el paso de los años vas sumando decepciones que te hacen estar bastante tranquilo, no te voy a engañar. Y ahora igual al revés.
- ¿El haber perdido el año pasado en semifinales con el UCAM y las derrotas como anfitrión en Málaga les hacen más peligrosos?
- Seguramente hemos aprendido a ganar porque hemos perdido. Es decir, sí que ciertamente empezamos ganando en Badalona, digamos en el primer gran torneo que jugamos con el nuevo proyecto fue en Badalona, pero después nos hemos metido batacazos. El año pasado nos elimina Tenerife en cuartos de final en la Copa del Rey de Málaga, pero este año nos los encontramos otra vez en semifinales y les ganamos. El Murcia nos apeó el año pasado de la final de la ACB. Vamos a ver si somos capaces de sacarnos la espinita este año y poder colarnos ahí.
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- ¿Y si ganan la ACB? ¿Sería la culminación del proyecto?
- Creo que estar hablando de ganar la ACB en febrero es demasiado. Siempre puede haber lesiones, siempre puede haber bajones. Vamos a ver ahora cómo salimos de este parón tras la Copa, cómo volvemos a nivel de hambre. Para empezar tenemos muchos problemas físicos después de este fin de semana. A la vuelta tenemos al Manresa, que no es el mejor rival para echar a andar. Lo que sí tengo claro es que el equipo tiene la espinita del año pasado y que cuando se le mete algo entre ceja y ceja, lo saca adelante.
«El síndrome del impostor siempre está ahí. Incluso cuando ganas»
- ¿Le ha felicitado Laso?
- Por supuesto.
- Laso ya escribió su libro, 'Ganar para contarlo'. ¿Usted ya piensa en el suyo?
- A mí me falta todavía ganar muchas más cosas para poder llegar a contar algo así. Es un muy buen libro y además tiene alguna lección importante, pero todavía estoy bastante lejos de Pablo para poder escribir un libro.
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- Pero su historia a nivel vital puede ser mejor. Un apasionado del baloncesto que se la juega y deja un buen trabajo de químico por tratar de ser entrenador. Y encima triunfa.
- Mejor, peor... es distinta. La de Pablo es la de un grandísimo jugador que pasa a ser entrenador. Yo no fui jugador de ese nivel. Hay historias mucho más bonitas en algunos de los compañeros, lo que se trata también es de disfrutarla y de estar orgulloso de ella. Y yo lo estoy. No sé si la llevaría para una serie de Netflix, pero sí que tiene ahí un punto romántico, sin duda. Hay gente también que deja su trabajo por esto y no le sale bien. Y hay gente que no se atreve a hacerlo porque, claro, no es tan evidente dejar un muy buen trabajo, con un buen salario, con una vida cómoda en tu casa, tus amigos, tu familia, tu pareja, todo. Sí que hay que tener ese puntito de locura para atreverse. Pero luego hay que tener mucha suerte para ir cayendo en sitios concretos en momentos adecuados para que la historia se vaya prolongando. Hay mucha gente que está tan preparada o más que yo que lo ha intentado y no ha tenido ese punto de suerte. Yo sí la he tenido y se han ido dando los pasos en el momento adecuado.
- A principio de temporada dijo aquello de que no sabía que hacer con siete pívots. ¿Por qué no tiene temor a mostrar sus miedos? No es habitual que un entrenador diga en público que no sabe hacer algo.
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- Es que si no sé hacerlo, ¿por qué voy a decir que lo sé hacer? Yo no sé manejar siete pívots y no sé a quién preguntarle porque no conozco a nadie que haya tenido siete pívots. ¿Cómo se maneja eso en la plantilla de 14? ¿Por qué no voy a decir que no lo sé hacer? No voy a dar la espalda a un problema que sé que va a existir ni decir que soy capaz de solucionarlo cuando no es cierto. Creo que es un gesto de naturalidad, que a veces peco de naturalidad y cometo 'sincericidios'.
- Es que eso es lo extraño en el deporte profesional.
- Sí, pero bien gestionado no. Es decir, al final también es verdad que genero un relato. ¿Qué me preguntan todos los periodistas malagueños en cada rueda de prensa? Por el descarte. Pues mira, así no me preguntan por otras cosas. También el que todo el mundo sepa que yo no tengo la capacidad ni la sapiencia para hacerlo y que estoy aprendiendo, pues me da un margen a equivocarme porque es que me voy a equivocar seguro. Pero equivocarte no significa ganar o perder. Equivocarte puede ser que tomes una decisión errónea aunque el resultado sea bueno. O al revés. Nadie sabe hacer todo. Hay una diferencia entre que todo esté controlado y que aciertes en todo. Insisto, en deporte se toman muchísimas decisiones a muchos niveles y que el resultado sea bueno no significa que las decisiones hayan sido las correctas. Entonces nosotros lo que tenemos que intentar asegurar es que la decisión que nosotros tomamos tiene siempre un porqué, tiene un análisis, tiene un debate y un consenso. Y luego, evidentemente, si alguien nos pregunta por qué hacéis esto, todos sepamos por qué lo hemos hecho y lo tengamos claro. ¿Eso significa que hemos acertado? Depende, ¿qué es acertar? Para nosotros acertar es que estamos convencidos de la decisión que tomamos, no de que con esa decisión vayamos a ganar porque hay muchos más factores.
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- ¿Qué es lo que más le ha marcado en estos años que lleva leyendo libros de autoayuda?
- A ver si os vais a pensar que estoy todo el día leyendo libros de autoayuda (risas). Es una cuestión de que también te ayuden a conocerte a ti mismo, que te ayuden a conocer a las personas, a saber qué es lo que tienes que preguntar para conocer a las personas. ¿Qué es lo que más he aprendido? Pues de mí mismo, a saber cómo soy. Creo que es muy importante para manejar personas. Si no eres capaz de autogestionarte, es difícil que puedas gestionar a otras personas.
- ¿Y qué es lo que hay que preguntar para conocer a 14 personas que son sus jugadores?
- Depende de lo que quieras saber. Si quieres saber cómo son las personas en su casa, si quieres saber cómo son las personas en sus relaciones de pareja, si quieres saber cómo son las personas como compañeros, si quieres saber cómo son las personas en cuanto a jugadores, ante situaciones de más o menos presión, pues tienes que ir aprendiendo cómo son las personas. Y ni siquiera todas las personas aceptan igual las mismas preguntas. Ahí siempre hay una labor de campo previa para conocer un poco cómo son los jugadores. Preguntando a excompañeros, preguntando a entrenadores que han estado con ellos. Pero siempre creo que es muy importante conocer a las personas para saber cómo pueden ser como jugadores.
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- ¿En algún momento usted no confió en sí mismo?
- Yo creo que el síndrome del impostor es algo que siempre está ahí. Incluso hasta cuando ganas. Yo no hago las cosas mucho mejor de las que las hacía en Andorra, por ejemplo. Que en los primeros tres años fueron las cosas muy bien, pero mi cuarto año no fueron tan bien y me despidieron, y yo no hacía las cosas peor. Hay demasiadas cosas alrededor del rendimiento deportivo de un equipo. Y a mí no me cabe duda de que estoy en un sitio con un nivel de jugadores muy alto, con un nivel de personas muy alto, y aunque nos preocupamos mucho en la selección de los jugadores, no deja de haber un punto clave que es la suerte. La suerte de que todo encaje. Cuando todo el mundo habla muy bien de ti, tú siempre te contextualizas. Dices, sí, claro, pero con estos jugadores. Con buenos elementos bien se cocina, por decirlo de alguna forma elegante. Bueno, hay que tener los pies en el suelo y saber que es muy volátil. El éxito y la victoria en el deporte es muy volátil.
- ¿Pero ahora que ha ganado tanto también?
- Claro que sí, porque al final, ¿qué impacto tengo yo en que David Kravish se haga 5 de 6 en triples contra el Madrid? Claro que ayudas, pero eres parte del engranaje de una máquina, no puedes pensar que eres tan importante. ¿Qué estará pensando Pep Guardiola a día de hoy? ¿Qué es una mierda entrenador? Si seguramente sea el mejor entrenador de fútbol del mundo. Pues cómo voy a pensar yo algo distinto. Yo creo que a cualquier entrenador, cuando le llega la lección de una destitución, es algo traumático pero hasta cierto punto. Cuando lo pasas te das cuenta que tampoco es para tanto, a partir de ahí empiezas a contextualizar muchas cosas, y a entender muchas cosas del negocio, y a saber tu lugar y tu papel, y no eres tan importante, ni siquiera eres tan importante como quieren verte en la prensa, los aficionados, simplemente eres una pieza más de todo esto.
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- Pero Unicaja ha tenido muchos equipazos y cuando más ha ganado, de goleada, ha sido con usted.
-Sí, pero el error es pensar que es porque he llegado yo. Es porque he llegado yo, con mis ayudantes, con Kendrick Perry, con Tyson Carter, con Osetkowski, con Will Thomas, con Melvin Ejim, etc. He llegado yo con un grupo nuevo, y el grupo ha encajado, y el grupo funciona súper bien, pero no puedo pensar que es una cuestión solo mía, porque sería demasiado vanidoso y además sería mentira. Creo que soy uno más dentro del funcionamiento de este equipo, incluso dentro del funcionamiento del cuerpo técnico, lo cual es que, claro, soy yo al que le toca hablar en la entrevista, de ir a coger un premio, o salir en las fotos, pero hay mucho trabajo de mucha gente, incluso en el club, el propio Juanma (Rodríguez), que fuimos muy de la mano y el primer verano que montamos el equipo entero fue durísimo. Un trabajo de hablar mucho con mucha gente para intentar hacer que las personas que trajésemos encajaran con lo que estábamos buscando. No el jugador, sino las personas.
- ¿Quieren renovar a todo el bloque por eso y porque los resultados son buenos o también por lo difícil que tiene que ser encontrar jugadores conformes con jugar solo 10 o 15 minutos?
- Aquí habría que hablar de los roles. Para empezar, creo que los equipos de Euroliga que podrían estar buscando un jugador que tuviese un impacto importante en solo 15-16 minutos, el mejor caladero de pesca que tienen es el Unicaja, en el cual todos los jugadores tienen ese impacto en ese tiempo. ¿Cuál es el problema? El problema está en que a nosotros no nos da igual qué jugador viene a jugar en qué posición. Nosotros no podemos pedirle a un jugador como Mario Saint-Supery que venga a sustituir a Djedovic. Tiene más calidad y más energía y más vitalidad, es verdad. Pero lo que Djedovic aporta al equipo Mario no lo puede dar. El saber estar, su liderazgo en el vestuario, su complicidad con el cuerpo técnico, cómo sirve de enlace muchas veces... Todas esas cosas son cosas que las puede hacer él. Por su rol, por su edad, por su veteranía, por su liderazgo, por su carisma. Puede venir un jugador a jugar en una posición pero con un rol distinto. Y lo que nos gustaría es no tener que cambiar demasiado los roles. Es decir, si cuando Will Thomas se marchó nosotros no podíamos encontrar a otro jugador como Will Thomas. Lo que hicimos fue darle ese rol a otro jugador que ya estaba en el vestuario y ha salido bien. Pero no es algo que puedas hacer siempre. Vamos a sufrir por mantener a los jugadores porque son jugadores que se revalorizan y suben su caché. Sobre todo cuando el equipo gana cosas. Pero también es cierto que los jugadores no olviden en qué equipo están y cómo se sienten aquí. Y que encima saben que la fórmula es exitosa. Con lo cual, bueno, al final las carreras de los jugadores es importante el dinero que ganan porque no es eterno y que tienen que velar por eso. Pero también está la calidad de vida que tienen aquí y cómo sienten que nos preocupamos por su futuro y por sus carreras.
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- Teletovic decía el otro día en una entrevista con este periódico que «hay que querer más a Vitoria y al equipo». Allí parece que sus jugadores están muy identificados con Málaga. Ni siquiera parece que hacen caso a la Euroliga.
- Es un poco la cultura del equipo que se está generando. La forma de trabajar. Ahora mismo cuando llega un jugador al equipo nosotros le explicamos bien claro cómo funcionamos, qué es lo que hacemos, cómo lo hacemos y por qué. Y al jugador le ponemos un plan para su desarrollo sobre todo para su cuidado. Le explicamos cómo lo monitorizamos, cómo lo vamos a ir vigilando. Y él tiene que sentir que nosotros nos preocupamos por él. Un jugador que siente que te preocupas por él a ese jugador le puedes exigir mucho. Un compromiso alto, un esfuerzo alto porque sabe que siempre lo primero para ti es él como jugador y como persona. Todo eso genera un orgullo de pertenencia a un equipo y a una forma de trabajar. Todos los jugadores están muy orgullosos de decir que ellos son parte de cómo funciona este Unicaja. Por eso te decía que siempre puede haber cantos de cine para algunos jugadores pero que ellos también son conscientes de que están en un sitio donde todo el mundo es importante con lo que hace, todo el mundo está contento con su papel y que encima les está dando la oportunidad de vivir cosas tan bonitas como lo que ha pasado este fin de semana.
- ¿Qué se siente al recibir las felicitaciones de alguien como Mike James?
- Mike siempre ha sido un chico al que le tengo un cariño especial porque al final él llega a Vitoria cuando estoy yo junto a Darius (Adams) y siempre hemos tenido mucha relación con Darius menos pero no por otra cosa que porque era más callado, más tímido, más reservado pero Mike nunca ha sido precisamente reservado. Siempre he tenido buena relación con él cuando jugué la Final Four con UCAM Murcia en Atenas, vino allí estuvimos hablando un rato yo también muchas veces le felicito por cuando hace grandes partidos o cuando patea un récord de anotación es de esos jugadores que te vas a encontrar pero como lo hace Toko, Mirza, Tiago... muchos jugadores con los que acabas teniendo una conexión. Es más fácil tenerlo cuando eres asistente que cuando eres entrenador.
- Dirigir a James y Adams debió ser un curso acelerado de muchas cosas.
- Fue un curso fue un máster de gestión de egos y de muchas cosas. Son dos jugadores que digamos que su caché y su importancia en aquel momento eran bajos para lo que son ahora son dos estrellas de hecho después se convirtieron en dos estrellas en aquel momento. Aún no eran dos jugadores con un ego desorbitado pero sí que eran dos jugadores con una forma de jugar muy.... incontrolable digamos.
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