«Un triunfo que no engaña a nadie»

Sábado, 19 de diciembre 2020, 00:20

El hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra y Garitano debe de ser el entrenador que tropieza once veces ... en la misma alineación. Once veces habían formado ante el centro del campo Vesga y Dani García y el Athletic solo había ganado uno de esos once partidos. Cinco empates y cinco derrotas contemplaban a Garitano como cuarenta siglos contemplaron a Napoleón desde lo alto de las pirámides. Y no será porque no estaba avisado el entrenador. Después del fiasco del primer partido de esta temporada en Granada se habló y se escribió largo y tendido del asunto. Pareció que lo dicho había hecho mella en el técnico, que no volvió a repetir hasta el reciente partido de Valencia. Anoche volvió a las andadas con el resultado previsto por todo el universo mundo menos por el banquillo del Athletic.

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Nada quedó del equipo valiente y aguerrido que vimos hace cuatro días en Madrid. El técnico volvió a sus clásicos. Hormigón en el centro del campo y que corran los laterales a ver si suena la flauta. Pero tampoco sonó esta vez. El equipo volvió a emitir las mismas señales de siempre: impotencia y falta de ideas para enlazar tres pases seguidos con sentido.

El Athletic tiró a la basura todo el primer tiempo por el empeño de su máximo responsable en repetir los mismos esquemas fallidos de siempre. Garitano sigue contumaz en su idea de intentar ganar los partidos sin atacar, convencido de que lo más importante es no encajar, a la espera de que la fruta del triunfo caiga de madura.

La puesta en escena del Athletic desde la alineación hasta su interpretación sobre el terreno de juego, ante un Huesca recién ascendido que solo ha ganado un partido y que está en posiciones de descenso, fue del todo descorazonadora. Quien plantea así un partido que se supone que es una final que hay que ganar por encima de todo, se empeña en ver gigantes donde solo hay molinos. Los empates del Huesca y hasta, si se apura, algunos buenos partidos acabados en derrota inmerecida, no justifican el talante con el que encaró el Athletic el partido y que le llevó a completar cuarenta y cinco minutos rozando lo bochornoso. Es fácil imaginar lo que hubiera ocurrido anoche en una catedral con público.

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Garitano se tuvo que rectificar a sí mismo en el descanso dando entrada a Vencedor en el sitio de Dani García. La mejoría fue inmediata y evidente. No es que el Athletic se transformara en otro equipo, pero al menos tomó la iniciativa, movió el balón con más sentido, dominó al rival y buscó el área aunque fuera con su torpeza habitual en el último pase.

Debe quedar claro que no fue Dani García el culpable de lo que se vio en la primera parte; el principal responsable fue quien insistió en repetir una apuesta fallida, en insistir con la combinación de centrocampistas que menos aporta a la creación del juego de todas las que posibilita la plantilla.

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La victoria conseguida a última hora y de aquella manera, no oculta la penuria de una propuesta rácana, de equipo pequeño que se busca problemas en lugar de encontrar soluciones.

Hubo sin embargo, algo de justicia poética en este triunfo que solo sirve para alargar una agonía. Kodro y Nuñez, dos jugadores que han manifestado su deseo de marcharse porque no cuentan o sienten que no cuentan para el entrenador, fueron los autores de los dos goles que le dieron a Garitano una nueva prórroga quién sabe hasta cuándo.

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