El Athletic es el campeón de la otra Liga
Análisis ·
Lo importante de la visita del Barcelona será despedir por todo lo alto a Óscar De Marcos y celebrar un título que no existe de forma oficial pero del que cualquier aficionado que se precie ha oído hablar.Solía decir Luis Fernández que a los músicos se les paga cuando termina el baile. No es este el caso que nos ocupa. Oficialmente las ... luces de esta Liga se apagarán el próximo domingo y será entonces cuando termine el baile. Pero podemos hacer un balance con una semana de antelación porque, de hecho, el Athletic ya ha liquidado el asunto de la manera más brillante y ahora, lo importante de la visita del Barcelona a San Mamés será despedir por todo lo alto a Óscar De Marcos y celebrar un título que no existe de forma oficial pero del que cualquier aficionado que se precie ha oído hablar.
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El Athletic es el campeón de la otra Liga, esa que disputan los otros 17, esos equipos terrenales que cumplen las normas que para otros son papel mojado, no disfrutan de impunidad ni tampoco disponen de recursos para grandes fichajes, y se quejan lo justo de los árbitros porque ni tienen una televisión ni contratan a uno para que les asesore. Podemos hacer balance a falta de los detalles que nos depare ese último partido del próximo domingo. Y podemos poner nota al curso del Athletic. Se le escurrió entre los dedos el cum laude en una semifinal europea que se torció de aquella manera en el primer partido y se terminó de complicar por una plaga de lesiones que diezmó al equipo. Pero los leones se han ganado con creces el sobresaliente después de diez meses de competición en los que ha habido muchísimas más luces que sombras y en los que el equipo ha sabido mantener, contra viento y marea, un nivel competitivo excepcional.
Habrá tiempo y lugar para entrar en los detalles, pero un somero vistazo nos descubre datos que solo valoraremos cuando pase el tiempo y tengamos la suficiente perspectiva. Cinco derrotas en toda la Liga, una de ellas por puro accidente y otra por un gol en el último suspiro. Cuatro goles recibidos desde que se produjo la última derrota hace 11 jornadas, al comienzo de marzo en el Metropolitano. Los últimos cinco partidos sin encajar, una marca vigente desde los tiempos de las Ligas de Clemente…
Fogonazo de Berenguer
Se mire por donde se mire, solo saltan referencias positivas, que se resumen en esos 70 puntos que figuran en el casillero rojiblanco, una cifra que hay que buscar al término de la temporada 2013-2014. Lo que ha hecho este equipo este año es, simple y llanamente, una barbaridad que hay que celebrar como se merece. Hay cursos en los que todo sale redondo y está claro que este es uno de esos. Solo a un gran guionista se le hubiera ocurrido que el gol que certificara la cuarta plaza no fuera un simple gol sino una obra de arte. Y que el autor fuera Berenguer es un rizo añadido al lazo. El navarro ha completado probablemente su mejor temporada desde que está en el Athletic, justo el año en el que más comprometido estaba su papel en los planes del entrenador por la eclosión del pequeño de los Williams y el fichaje de Djaló. Pero desde su posición de partida como jugador número 12, Berenguer se ha convertido en un futbolista determinante que ha aportado muchísimo en las bandas pero también por dentro.
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Cada vez que Valverde necesitaba un soldado para rehacer una línea de ataque mellada por las bajas, ahí estaba Berenguer, y no solo para tapar un hueco sino para asumir el papel de líder. Las cosas se estaban complicando un tanto ayer, más en el Camp Nou que en Mestalla, donde el Athletic dominaba con tanta suficiencia como escaso colmillo a un Valencia que fue capitulando a medida que se estrellaba una y otra vez en el muro de hormigón que tenía enfrente y su portero se convertía en el mejor del equipo. Y ahí apareció Berenguer para firmar un gol de una gran belleza, uno de esos goles que se empiezan a cantar cuando el balón todavía está dibujando una parábola en el aire. Todos vimos el gol antes de que la pelota llegara a la red porque el disparo, el gesto técnico más bien, ya era una exquisitez.
Una vez más, como se ha venido repitiendo en los últimos partidos, el Athletic fue el dueño del partido más por organización y tesón que por fútbol, que solo aparecía con cuentagotas. De nuevo, Valverde se tuvo que inventar una delantera situando al joven Adama como extremo izquierdo y recuperando a Galarreta y Prados, una pareja clásica de los tiempos pre Jauregizar. Era suficiente para someter a un rival resignado a su inferioridad, pero faltaba el gol que sentenciara. Estaba escondido en la bota derecha de Berenguer.
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