Jon Aspiazu, de nuevo en el banquillo del Athletic por la sanción de Valverde. Ignacio Pérez

Los cambios de la tribuna

Era tan evidente que lo que estaba en el campo no funcionaba que acertar con los relevos del técnico no tenía tanto mérito

Jon Rivas

Martes, 23 de septiembre 2025, 22:11

A veces en la grada nos creemos más listos que el entrenador, que es el que sabe de esto. Si, es fútbol, y de este ... deporte tan complicado de jugar –en la élite–, y tan fácil de entender, todos pensamos que estamos capacitados para opinar. Pero una cosa es hacerlo cuando es tu profesión, que es el negociado de los futbolistas y los entrenadores, y otra a nivel usuario, que es el caso de los 45.000 aficionados que, por ejemplo, se acercaron a San Mamés en la primera tarde de otoño de la temporada.

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Así que los que calentábamos asiento mientras se nos enfriaba el trasero, creíamos que estábamos observando una cosa, pero puede suceder que el entrenador tenga una idea diferente de lo que vemos desde fuera, así que cuando tras el descanso comprobamos que en un gesto muy poco usual en un entrenador, y tal vez menos en Ernesto Valverde, ordenaba cuatro cambios de golpe, así sin anestesia, se nos inflamó un poco el ego, porque, al menos por esta vez, casi todos acertamos con el diagnóstico de lo que había ocurrido en la primera mitad. Todos, o casi todos, pensamos por una vez como Valverde. Seguro que, si cualquier empresa demoscópica hace una encuesta, formulando una pregunta única a los aficionados: «Si el Athletic tiene que hacer cuatro cambios, ¿a quién quitaría y a quién pondría?», las respuestas serían casi unánimes. Todos habríamos apostado, con algún matiz, por los mismos jugadores.

Tal vez el hecho de que Ernesto Valverde, en vez de en el banquillo estuviera en la grada como el resto de los 45.000 espectadores, influyó en su decisión. Las cosas no se ven igual desde la tribuna que a ras de césped, tal vez por eso Luis Enrique, un precursor en estas cosas, que pasó del campo de entrenamiento al andamio y del banquillo a la grada, ha conseguido el premio al mejor entrenador de la temporada en esa feria de las vanidades que es la gala del Balón de Oro.

¡Hombre! Se ve diferente la mayoría de las veces, pero en este caso era tan evidente que lo que estaba en el campo no funcionaba que acertar con los cambios que hizo el entrenador en lo que no deja de ser un arranque de valentía, porque no es usual, no tiene tanto mérito. Desde la grada es muy fácil cargarse a cuatro o a cinco futbolistas, porque sale gratis, pero el cambio de timón esta vez no tenía vuelta de hoja. Consiguió el Athletic cambiar la tendencia con el equipo A, después de tener perdido el rumbo con el B, y los cambios funcionaron porque llegó un gol de Jauregizar, el jugador más en forma del equipo, después de su inicio titubeante, y pudieron entrar más, porque menudearon las ocasiones que en la primera parte no aparecieron y se jugó con otro aire después de 45 minutos en los que se escucharon los primeros silbidos en San Mamés en mucho tiempo, porque los aficionados, que preparaban la lista de los cambios en el equipo para la segunda parte, son capaces de perdonar muchas cosas, pero no hacer un papelón frente al colista. Menos mal que esas sustituciones que hicieron a la vez la grada y Valverde (con más responsabilidad del entrenador, claro), modificaron en parte el panorama. Una cuarta derrota hubiera resultado insoportable.

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