Pallarés da instrucciones en un entrenamiento en Lezama. Athletic

Alguien de la directiva del Athletic debería responder al técnico del filial

Las acusaciones de Pallarés a los responsables del club son de una gravedad que es dificil recordar

Domingo, 21 de mayo 2023

A este paso, vamos a acabar entendiendo el férreo silencio institucional que, con pequeñas excepciones en forma de alguna que otra entrevistilla benévola y de ... breves declaraciones sin mayor contenido antes de los partidos, ha impulsado la directiva de Jon Uriarte desde su llegada a Ibaigane. Es lógico que intenten que no hable nadie, y menos que salgan por ahí valientes que se atrevan a contestar a los periodistas a porta gayola. Es más, hasta sería lógico que en la entrada a Ibaigane, sobre el dintel de la puerta principal, ordenaran grabar uno de estos días la máxima latina 'Melius in silentio'. Y es que cada vez que sale a hablar por sorpresa alguien del club, sube el pan. Bueno, el pan, el resto de los alimentos de primera necesidad y hasta las materias primas.

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Lo último han sido las declaraciones de Álex Pallarés el sábado tras perder en Elda. Fueron tan duras y sorprendentes, aunque sólo sea pensando en la paciencia budista que ha tenido el Athletic con él, que al escucharlas mi primera reacción fue acordarme de Goizalde Santamarina. Ya saben, la directiva que en Vinaroz, antes del partido contra el Villarreal, aseguró que en el Athletic tienen 123.000 millones de frentes abiertos y que los trabajadores del club ponen trabas para solucionarlos. Aquello no lo entendió nadie, ciertamente. Ahora bien, visto lo visto, la alusión a los frentes abiertos tampoco parece un disparate. Efectivamente, son tan numerosos que hasta se entiende que Santamarina exagerase con esa cifra astronómica.

Lo de Álex Pallarés ha terminado de abrir en canal el frente del Bilbao Athletic, cuyo terrible desplome y vertiginoso descenso a Segunda RFEF han sido una de las noticias de la temporada. Las palabras del técnico del filial fueron una carga de profundidad en toda regla contra la dirección deportiva del club y contra Xabier Álvarez, el directivo responsable del área deportiva; por cierto, un estricto cumplidor de la orden de silencio que ha impuesto Uriarte cuando antes de entrar al club era un hombre muy locuaz en tertulias y muy activo y batallador en las redes sociales.

Por su dureza, dio la impresión de que Pallarés llevaba meses tragando bilis, acumulando humillaciones, y que, en la penúltima jornada, consciente de que no continuará en el club y que su imagen ha quedado por los suelos, ya no pudo aguantar más y se desahogó. Hay que detenerse en sus palabras. Citamos literalmente lo más esencial: «Nosotros, como club, en Navidad tuvimos la oportunidad de reaccionar y no lo hicimos, lo cual desde Navidad sabíamos cuál iba a ser el desenlace y esta es la realidad (...) Cuando tú ves que el equipo quiere y no puede y en Navidad, con 20 partidos por delante, no reaccionas, pues está claro que el desenlace final lo sabíamos todos. ¿Por qué no reaccionamos? Son otras personas las que te tenían que contestar».

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Pasemos a limpio las conclusiones que se pueden sacar. Como recordarán, Pallarés fue fichado a finales de noviembre, en sustitución de Bingen Arostegi. Su llegada fue propuesta por su gran amigo Sergio Navarro, responsable de Lezama, y bendecida por Jon Uriarte y, desde luego, por Xabier Álvarez, reconocido admirador del trabajo de Navarro. Pues bien, nos enteramos ahora de que en Navidad, con 20 partidos por delante, los responsables del club, que ya habían negado refuerzos a Bingen Arostegi en verano, tuvieron una oportunidad de reaccionar para salvar a un filial en crisis y no reaccionaron.

¿Por qué? Pallarés no lo dice. Se escuda en que son otras personas las que deben contestar. En realidad, se escuda en que todas las culpas son ajenas y no hace ningún tipo de autocrítica cuando lo lógico es que, en vista de sus resultados, hubiese hecho alguna. Es más, ni siquiera hubiera sido exagerado por su parte un pequeño acto penitencial de flagelación. Ahora bien, los aludidos tienen muy difícil mantenerse callados, por mucho que esa sea su filosofía. Y es que el entrenador catalán les acusa, ni más ni menos, que de saber que el Bilbao Athletic iba a descender y de no hacer nada para evitarlo. No es fácil recordar en este club una acusación semejante de negligencia, casi de prevaricación deportiva. Debe ser cosa de los nuevos tiempos.

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