El evidente objetivo de mejorar
Análisis ·
Después de cinco años fuera de Europa, a nadie se le escapa que a Valverde y a sus jugadores se les juzgará por su contribución al progreso del equipoLas presentaciones de los equipos acostumbran a ser una jornada de fiesta, con un cierto aire a romería de verano, en la que se respira ... ilusión. Y no importa que a veces no haya excesivas razones para ésta. O incluso que haya razones muy poderosas para la desilusión, como ocurre en esos equipos vapuleados por todo tipo de crisis que, cuando vuelven al trabajo tras las vacaciones, la mejor noticia que ofrecen a su público es que el utillero todavía sigue en pie, aguantando los balazos en lo alto del cerro, sin dejar de tocar la corneta, como Peter Sellers en las primeras escenas de 'El guateque'.
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Ilusionarse, aunque sea un poco, sin exagerar, es una obligación metabólica del cuerpo del hincha a primeros de julio, como demostraron ayer más de mil aficionados en Lezama. Lo contrario, es decir, rendirse al desaliento o al escepticismo, es como perder un partido por incomparecencia. No tiene sentido y menos ahora que el balón acaba de empezar a rodar de nuevo y todavía hay un margen de esperanza para confiar en que tu equipo lo haga mejor que la pasada temporada.
Este es el objetivo del Athletic: mejorar. El verbo tiene dos traducciones inmediatas que valen tanto para los aficionados como para el cuerpo técnico y los jugadores. La primera tiene que ver con la clasificación pura y dura. «Clasificación, amigo», como dijo Joaquín Caparrós después de una grimosa victoria en Pamplona. Pues bien, tras quedar octavo y habiendo llegado con opciones a la última jornada de Liga, mejorar significa entrar en Europa, aunque sea a la Conference League a través del séptimo puesto. Iker Muniain lo dejó claro -y se le agradece- en su rueda de prensa de ayer: Europa. Lo que falta por saber es si no sacar el pasaporte continental, ya por sexto año consecutivo, le parecerá esta vez al capitán rojiblanco un fracaso o no. Ojalá ya no haya razones para preguntárselo a final de temporada
El reto sigue siendo el mismo: aumentar la regularidad del equipo en su versión más competitiva
La segunda traducción tiene que ver con el juego del equipo. No hablamos de una cuestión de calidad. El Athletic ha jugado esta temporada varios partidos a un nivel magnífico: las eliminatorias de Copa ante el Barça y el Madrid, el partido del Bernabéu, el del Sadar... Exigirle que suba ese listón no tiene mucho sentido porque el fútbol de esos días viene a ser su límite. O se le acerca mucho. No hay talento para más. Lo que se le exige al Athletic de Valverde, como se le exigió al de Marcelino y no terminó de conseguirlo, es que muestre una mayor regularidad en esa versión realmente competitiva. Es decir, que juegue más veces así y evite -o al menos reduzca la frecuencia- de petardazos como los vividos en San Mamés ante el Rayo, el Cádiz y el Celta, o como la vergonzosa derrota en Mallorca con la mitad del billete para Europa en juego.
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Lograrlo, por supuesto, es responsabilidad de Valverde, que para eso ha vuelto al club, no para darle estabilidad porque este Athletic está más estable que los toros de Guisando. Y es responsabilidad también de los futbolistas. Muniain dio ayer en la diana en este sentido. Cuando le preguntaron cuál era su objetivo en el plano individual, dijo que mejorar sus números de la pasada temporada y generar más juego para el equipo. A lo que añadió una apostilla muy pertinente. «Si todos mejoramos, que es lo que se nos exige, el equipo crecerá».
Efectivamente. Así es. Si algo necesita el Athletic es una explosión colectiva, que impulsándose unos a otros, como en un efecto dominó, veamos no a dos o tres sino a siete u ocho futbolistas rindiendo a un nivel superior al que han venido mostrando hasta ahora. Empezando por varias de las jóvenes promesas del equipo. Marcelo Bielsa lo consiguió de manera inolvidable hace ya once años y el reto vuelva a estar ahí. Es el mismo o muy parecido. Valverde es un gran gestor de vestuarios y un técnico inteligente que acostumbra a dar muy bien con la tecla. En el Athletic no ha fallado nunca con el acorde y no hay razones para que falle ahora en su tercera etapa. En cualquier caso, como siempre en el fútbol, el tiempo lo dirá.
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