Un espejo donde mirarnos

Miércoles, 22 de enero 2020, 00:55

Cuántos la han perseguido y qué pocos la encuentran. La gloria era esto; el reencuentro con ídolos, amigos fraternales, presidentes y jugadoras, amigos que acompañan sus hazañas remando al alimón y aplauden logros. La felicidad es un espacio concreto, un punto de encuentro señalado en el calendario vizcaíno, que se ha consolidado como la gran cita anual en Bilbao: la gala de EL CORREO reconociendo a los mejores deportistas del año.

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Una convocatoria donde la mujer se hace visible a pasos agigantados con un esfuerzo encomiable y deberá practicar el japonés e ir acostumbrándose al sushi, porque tendremos una representación muy aplaudida en los juegos de Tokio. Así lo celebró una Sala BBK, que colgó el 'no hay entradas', para ver la mejor de las películas de superación y triunfo. En aquel cine donde muchos se diesen la mano por primera vez, ayer se compartieron abrazos verdaderos.

Los momentos que se pueden congelar en la memoria son impagables, así como la emoción de un galardón merecido por la voluntad y no por la diferencia. Es el deporte el hilo invisible que cose todas las historias de una noche tan singular. Cada galardón conlleva una historia de película con argumentos que rayan la ficción. Donde una doctora deja la consulta y se convierte en triatleta, se marca un triple en silla de ruedas o se alzan brazos para celebrar una victoria de etapa o para intentar ganar un partido de balonmano. Remeros con banderas y una regatista con pasaporte olímpico. La vibración de sentimientos que despertó Mikel, nuestra 'bala de Irala', para correr sin límites emocionando con su quietud.

También es la historia de un beso con Maria Jesús, con quien compartí mesa y mantel con su querido Koldo Aguirre, a quien ayer se recordó con mayúsculas, mientras nos hablaba de un fútbol donde no había cambios y los aldeanos ganaban a los señoritos. Una esposa que le inmortalizó con amor y con dos sellos de identidad como son sus hijas, presentes en la gala. La ilusión como faro de una atleta que bien se podría llevar a la gran pantalla, la de una madre que echó a correr por montes para escapar un instante del parque y descansar de sus hijos, convirtiéndose en una de las grandes del ultrafondo mundial. El tándem Bilbao-Bizkaia puede lucir una sonrisa radiante con los premiados porque pasean nuestro nombre por el mundo, como es el caso de Jon Rahm que está a un put de la excelencia, firmando otro año soberbio. Dentro del abanico de los mejores deportistas de 2019 premiados por EL CORREO se exhibió la txapela de otro campeón de pelota de Zarátamo, donde algo milagroso deben dar en las manos a sus chavales, y el chándal patrocinado de un campeón de Europa de boxeo nacido en Otxarkoaga que esquivó todos los golpes.

En mi opinión, lo más importante de este acto es que los sentimientos de los protagonistas lleguen al corazón del patio de butacas y, en este sentido, todos fueron campeones. Javi Salgado, pese a la tristeza de su despedida como jugador, estaba muy ilusionado con sus nuevas metas. Arantza Moreno lanzó desde el escenario su jabalina hasta la plaza circular en lo que puede ser otro billete nipón. Jugamos al futbol sala femenino en la máxima categoría, y para rematar Luis de La Fuente y Unai Núñez nos desvelaron los entresijos de su título europeo con la selección sub21.

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Y cuando menos lo esperábamos, a punto de finalizar la gala, Aritz Aduriz le marcó de nuevo un golazo al Barcelona para alegría de todos en lo que fue considerado el momento del año. Orgullo y sensibilidad, grandes dosis de cariño y fotos para recordar en un ágape posterior que nos demuestra un año más que el deporte vizcaíno está más vivo que nunca. Siempre es un sueño reparador poder presentar esta ceremonia, un espejo donde mirarnos.

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