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Necesidad apremiante

Leído el nuevo texto se hace difícil encontrar alguna razón para rechazarlo

Sábado, 21 de mayo 2022, 02:57

El tercer intento de reforma de los Estatutos del Athletic puede ser el definitivo aunque alcanzar una mayoría de dos tercios sigue siendo una meta ... complicada. Dos pistas conducen al optimismo: en primer lugar, hay muy poco ruido, por no decir ninguno, en vísperas de la asamblea, lo que quiere decir que no parece haber una oposición activa a la reforma. En segundo lugar, leído el nuevo texto se hace difícil encontrar alguna razón de peso para rechazarlo. Claro que si no faltan quienes son capaces de enmendar los Diez Mandamientos, seguro que aparecerán críticos con alguno de los 95 artículos, 17 disposiciones adicionales y 8 transitorias que se ha trabajado a pico y pala la comisión redactora estos dos últimos años, además de las dos disposiciones derogatorias y otras tantas finales.

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La ausencia de ruido puede obedecer a que el personal ya está mucho más atento a las elecciones y que, admitámoslo, la reforma de los estatutos interesa lo justo al socio común.

Que la asamblea se celebre en pleno proceso electoral es otro cantar y es una de las razones que explican algunas disposiciones adicionales y transitorias; eran imprescindibles para confeccionar un traje a la medida de las circunstancias. Por ejemplo, para salvar el despropósito de convocar las elecciones bajo los actuales Estatutos y abrir las urnas con los nuevos, en el caso de resultar aprobados. Un solo detalle basta para subrayar la incongruencia. Con los actuales Estatutos los candidatos no tendrían que avalar; los nuevos exigen una garantía del 5 por cien del presupuesto. Los redactores han llegado a una solución salomónica en la Disposición final primera, que establece una excepcionalidad: los nuevos Estatutos entran en vigor al día siguiente de su aprobación por la asamblea, pero no serán de aplicación en cualquier proceso electoral que se celebre en 2022, aunque se incluye una excepción a la excepción: sí se aplicarán para depositar el pre aval del 5 por cien.

«Con los actuales Estatutos, los candidatos no tendrían que avalar. Con los nuevos, el 5%»

El calendario ha sido un punto caliente en el debate interno del club. Había quien defendía que la convocatoria electoral debía producirse después de la asamblea y quien prefería convocar las elecciones antes, sin saber en qué marco legal se desarrollarán. Ganaron estos últimos y ahora, una de las asambleas más trascendentales que pueda celebrar la entidad, no estará presidida por el presidente del club y su junta directiva, sino por una comisión gestora cuyas atribuciones son limitadísimas. No sabremos si esto es solo una anécdota o una estrategia sibilina para obligar a pronunciarse a los candidatos, porque Barkala y Arechabaleta han coincidido sorteando el envite con una larga cambiada. En cualquier caso, refleja un desbarajuste evitable de haberse cumplido el calendario que estaba previsto en Ibaigane hace un mes y que se cambió a última hora.

Empieza a resultar apremiante la necesidad de reformar el texto que regula la vida del club. Los actuales Estatutos se redactaron en 1999. Es ocioso recordar cómo ha cambiado la vida y el fútbol en este último cuarto de siglo. El texto que se propone incide especialmente en situar al club en el mundo virtual y aprovechar las herramientas tecnológicas para abrir la puerta a algo tan reclamado como la asamblea plenaria (un socio, un voto), reservada a debatir los asuntos más trascendentales, sin menoscabo de la tradicional asamblea de compromisarios, que será más dinámica en su constitución puesto que el mandato durará cinco años y se podrán presentar nuevos compromisarios cada curso.

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Unos Estatutos deben garantizar la gobernabilidad del club y eso requiere que los dirigentes tengan la necesaria libertad en su gestión, pero sin escapar al escrutinio del socio. El nuevo texto está muy centrado en garantizar ese equilibrio.

Es de todo punto imposible redactar unos Estatutos que contenten a todo el mundo al cien por cien. Siempre habrá algún artículo que no guste a alguien y siempre se habrá alguien dispuesto a encontrar una razón para rechazar esta reforma, pero lo cierto es que tendrá que empeñarse mucho.

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