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Bilbao Athletic

El descenso del Bilbao Athletic: un fracaso sin explicaciones

Está resultando asombroso el silencio que suena como un clamor en los despachos de Ibaigane y los de Lezama

Jon Rivas

Domingo, 30 de abril 2023, 17:55

El domingo 13 de septiembre de 1964, a las 9.45 de la mañana, debutó el Bilbao Athletic en competición oficial. Jugó frente al Sporting ... Club de Lutxana (4-0), en el campo de Etxebarri, en un partido de Segunda Regional, categoría en la que comenzó el filial bilbaíno a las órdenes de Piru Gainza. ¿Por qué tan temprano? Porque dos horas después, en el mismo escenario, estaba programado el partido entre el Athletic aficionado –Atlético, según la nomenclatura oficial– y el Gernika, de Primera Regional. Se dio aquella temporada la curiosa circunstancia de que el club rojiblanco inscribió dos equipos en competición regional, aunque los resultados del de la categoría más alta no contaban para la clasificación. Jugaban 17 equipos, pero solo competían 16.

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Ese conjunto aficionado del Athletic desapareció la siguiente temporada por el ascenso del Bilbao Athletic, que aplastó a los demás equipos de su grupo. Terminó la Liga con 24 victorias, un empate ante el Arbuyo y una derrota contra La Arboleda. Completó goleadas estratosféricas, como el 16-0 al Retuerto o el 13-0 al Gorbea. Encajó 12 goles y marcó 139, más los cinco que le hizo al Peña, el campeón del otro grupo, en la final, que se jugó en San Mamés. El filial disputó, salvo el primero, todos los partidos como local en el campo de tierra de la Ciudad Deportiva de San Ignacio.

Al año siguiente subió de Primera Regional a Tercera División, y desde 1966 nunca ha descendido del tercer escalón del fútbol español, porque después de un ascenso a Segunda, en la 69/70, y el posterior descenso, promocionó a la entonces recién creada Segunda B en la 77/78 y nunca más se descabalgó. Después de dos años en Regional llegaron otras 57 temporadas, 31 de ellas en Segunda B, 14 en Segunda, 10 en Tercera y dos en Primera RFEF. Ahora se consuma el retroceso a la cuarta categoría, y aquí nadie da explicaciones.

Está resultando asombroso el silencio que suena como un clamor en los despachos de Ibaigane y los de Lezama. Con el segundo equipo rojiblanco encadenando derrota tras derrota, ningún responsable del club ha salido a decir nada. Sólo en aquella surrealista comparecencia del presidente, acompañado del director general y el director deportivo, en la que se permitían preguntas pero no la reproducción de las respuestas, se habló de manera sucinta de que lo importante era la formación y no la clasificación. Se habrían ahorrado dinero los dirigentes del club si hubieran pensado eso cuando decidieron destituir –eufemísticamente, hablaron de relevo cuando en aquel momento no había sustituto–, a Bingen Arostegi, un formador de manual, para colocar en el banquillo de Lezama a un paracaidista llamado Pallarés, que llegó a Bilbao sabiendo que los colores del club eran rojiblancos y poco más.

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Claro está, la culpa no la tiene Pallarés, o no del todo al menos. Entre las decisiones cuestionables de la directiva, o del presidente, porque no se conoce actividad alguna de la mayoría de quienes figuran en la junta, está el nombramiento del director deportivo –CEO, en el lenguaje de los tiempos actuales– cinco meses después de proclamar a los cuatro vientos que ese puesto sería la piedra angular del proyecto. El elegido tiene pasado en un club croata y la cantera del Eibar y el Alavés. Repasemos los datos: en el Eibar, donde trabajó de 2014 a 2017, no hay ni un solo jugador de la cantera en el primer equipo. En el Alavés, tampoco. Echémonos a temblar si en un club como el Athletic sucede lo mismo.

De momento, el primer fracaso, y gordo, es el del descenso del Bilbao Athletic, que sí, es un equipo muy joven, pero su media de edad no es demasiado inferior a la de Osasuna Promesas, que figura en mitad de la tabla del mismo grupo. Y además, los años no son excusa. Aunque en una categoría como la Primera RFEF se enfrentan a equipos con jugadores de colmillo retorcido, es la calidad, la cohesión y el trabajo bien planificado lo que debe imponerse. En Primera División hay jugadores muy jóvenes, que incluso juegan en la selección, y no se los come ningún veterano de 34 años.

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No hay excusas. La plantilla la planificó la actual directiva, no la anterior; a los entrenadores los puso y los quitó la actual directiva, no la anterior. El descenso ha llegado con la actual directiva, no con la anterior. Las aclaraciones, por tanto, las debe dar la actual directiva, no la anterior. Pero parece que no están en ese afán; que entre todos la mataron y ella sola se murió. El Bilbao Athletic, 59 temporadas lo contemplan, ha sido un fracaso sin paliativos. Y sin explicaciones.

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