El partido para reivindicar la grandeza

El Real Madrid sigue siendo el rival secular de los rojiblancos, aunque solo sea en el corazón de sus seguidores que es donde mejor se guardan las emociones, el orgullo y la memoria. En estos tiempos en los que la mercantilización del fútbol ha abierto brechas prácticamente insalvables entre los equipos, al Athletic le quedan todavía estas oportunidades para reivindicar su estatus y sus fieles quieren que el equipo aproveche cada ocasión para mantener encendida la llama de la ilusión.

La visita del Madrid a San Mamés llega en buen momento. El partido contra el Espanyol devolvió al Athletic un pulso que estaba un tanto debilitado. El choque copero encerraba un reto añadido a la propia eliminatoria: un fracaso, aunque fuera por accidente, hubiera planteado el partido contra los blancos en términos de ser o no ser. Ahora, con el billete a los cuartos de final en el bolsillo y con el recuerdo inmediato del muy buen primer tiempo que jugaron los de Valverde, el choque ante el Madrid se plantea como una ocasión inmejorable para relanzar al equipo hacia el nivel que había alcanzado en el arranque de la competición.

No será fácil porque, aunque el equipo de Ancelotti parece estar acusando últimamente una cierta 'fatiga de materiales' de algunas de las piezas claves de su engranaje, sigue disponiendo de potencial de sobra para resolver cualquier compromiso aunque sea con una acción inspirada de alguna de sus muchas individualidades. La derrota ante el Barcelona ha minado un tanto la moral de los blancos, más por cómo se produjo que por el marcador en sí, pero ese partido no debe servirle al Athletic de baremo, entre otras cosas porque el Madrid sufrió, es cierto, pero ante un rival de una enorme entidad que, además, estuvo especialmente inspirado.

De todas formas a Valverde le toca elegir qué partido proponer ante los blancos. Si analizamos sus últimas decisiones, comprobamos que el técnico piensa en dos tipos de equipo según sea el rival que enfrenta. Y basta con fijarse en uno de los puestos en el centro del campo para saber de antemano si vamos a ver un Athletic valiente y decidido o, en cambio, vamos a estar ante un equipo especulador, contrario a su propia naturaleza.

Dando por sentado que Vesga es el único fijo en la línea (solo se ha perdido un partido por lesión y ha sido titular trece veces) el equipo cambia de fisonomía en función del acompañante que elija Valverde para cada ocasión. Descartados algunos dibujos ensayados en los albores de la competición y por centrarnos solo en los últimos compromisos, comprobamos que Dani García jugó ante el Betis y la Real Sociedad, lo que hay que interpretar como un reconocimiento implícito del entrenador de la superioridad del centro del campo rival, mientras que Zarraga ha disputado los encuentros contra Osasuna y el último ante el Espanyol, dos partidos en los que el Athletic estaba obligado a tomar la iniciativa imponiendo sus condiciones al rival.

Al margen de los resultados, empates ante Betis y Osasuna, derrota ante la Real y victoria sobre el Espanyol, lo cierto es que podemos decir que hemos visto dos equipos muy diferentes en estos partidos: uno que se dedicó a destruir el juego del rival pero al que le faltó presencia y juego para buscar la portería contraria, y otro dominador que generó juego suficiente para golear aunque solo haya sumado un tanto. Es cierto que las dos versiones pudieron haber logrado los objetivos que se propusieron. En Anoeta no falló el sistema; fueron los errores individuales los que arruinaron el partido. Ante Osasuna ocurrió algo similar: los fallos individuales en el área contraria impidieron una clara victoria rojiblanca.

Con los números en la mano cabría decir que las dos versiones que propone Valverde son igual de válidas si los intérpretes las ejecutan con acierto, pero este equipo se encuentra más cómodo cuando es fiel a su personalidad. Al Athletic nunca le ha ido bien cuando ha sido un equipo especulador Y menos cuando encara uno de los partidos grandes del año, esa clase de partidos que se suelen ganar con el corazón. Tenemos ejemplos muy recientes que lo demuestran. Para que la de hoy sea una gran noche de fútbol es imprescindible que el Athletic encienda con su fútbol la caldera de San Mamés.