Una nueva frustración en otro partido decisivo

Marcelino García Toral estaba decidido a imponer su idea de fútbol y demostrar que podía con el juego industrial de José Bordalás. Falló ante su 'enemigo íntimo', quien imaginó un escenario y lo construyó a su imagen y semejanza. El asturiano naufragó ante un rival que consiguió llevar la semifinal a un rincón oscuro, donde los bilbaínos deambulaban sin rumbo e ideas. Los ches se adelantaron en el marcador y a partir de ahí amurallaron su área y no dejaron que el Athletic desplegara su fútbol. En 97 minutos, el Athletic solo fue capaz de rematar una vez entre los tres palos. Lo hizo Iñigo de un libre directo. Un pobre botín para sacar algo positivo de un campo como Mestalla y ante un contrario que sabe jugar sin jugar.

Iñaki Williams tuvo la oportunidad de cambiar el rumbo del partido y hacer la vida más fácil al equipo en la recta final de la primera parte. El Athletic había salido bien de atrás y el balón llegó a Muniain, quien regaló un pase en profundidad al delantero. El bilbaíno se fue solo hacia la Mamardashvili, presionado por uno de los defensores locales, pero en vez de rematar con toda la ventaja del mundo recortó y así dio tiempo al portero a tapar el remate y alejar el peligro. Era el minuto 41, y en el 43 Guedes marcó un golazo desde fuera del área que dejó helado a los rojiblancos. Un falta lateral fue despejada por Yeray y la pelota le llegó al portugués, quien mandó un obús ajustado al palo izquierdo de Agirrezabala. Del 0-1 se pasó al 1-0 en un choque huérfano de oportunidades. Fue el mazazo que sentenció a los rojiblancos

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No se llegó a los registros de San Mamés, pero tampoco el balón corrió mucho en Mestalla. El árbitro Jesús Gil Manzano hizo todo lo que pudo para que el partido tuviera ritmo y no se interrumpiera demasiado, aunque al final se jugó lo que se jugó. El colegiado extremeño alargó el encuentro hasta el minuto 97, uno más de lo que había decretado inicialmente, pero solo 49'21 fueron de tiempo efectivo. En La Catedral se llegó a apenas 41. En la primera parte se compitió 24'36 minutos y en la segunda el registro resultó casi calcado: 24'45. En esta ocasión, los bilbaínos cometieron tres faltas más que los valencianistas: 18 por 15.

Marcelino apostó por su guardia pretoriana en el once inicial, con la que buscaba imponer sus galones en la caldera de Mestalla y contrarrestar así al fútbol físico y de choque que plantearía el Valencia. La apuesta salió mal porque los 'viejos roqueros' no consiguieron imponer su ley ante un equipo que siempre tuvo claro a lo que había que jugar. Con desventaja en el marcador, justo a la hora de juego, el de Careñes hizo un triple cambio: retiró a Lekue, Dani García y Raúl García y dio entrada a los chavales Petxarroman, Vencedor y Sancet. Poco después desactivó a Berenguer y puso a Nico Williams, para terminar sentando a Vesga y echando mano de Zarraga. Es decir, quiso que los jóvenes arreglaran una semifinal que se estropeó justo antes del descanso. Las sustituciones no funcionaron. Nada funcionó en el 'partido del año'.

El Athletic viajó con toda la ilusión del mundo a Valencia para meterse en la final de la Copa. Era la vía más corta hacia Europa, que exigía el título para obtener el pasaporte continental, pero la puerta se cerró de golpe. Y en la Liga las cosas son difíciles. La victoria de este miércoles de la Real en Mallorca colocó a los bilbaínos a siete puntos del sexto puesto.