Oihan Sancet remata de cabeza en el partido del martes ante el Girona en San Mamés. Ignacio Pérez

El Athletic, en busca de la confianza perdida

Los rojiblancos necesitan recuperar cuanto antes la fe en sí mismos y en su gran fortaleza como equipo

Jueves, 25 de septiembre 2025, 00:46

No es nada fácil explicar en ocasiones las fluctuaciones tan bruscas e inesperadas que puede tener un equipo. El Athletic, sin ir más lejos, terminó ... el mes de agosto con un pleno de tres victorias y eso que su juego apenas pasó del aprobado. Pero esa misma circunstancia, lejos de parecer preocupante, se antojó casi un privilegio. El equipo de Valverde, sencillamente, podía ganar como los grandes, despeinándose lo justo, tirando de oficio e individualidades. El buen fútbol ya llegaría cuando la máquina estuviera más engrasada. Nadie esperaba, por supuesto, que entrados en septiembre tras el parón de Liga los rojiblancos se metieran en el charco problemático en el que se encuentran tras sumar tres derrotas y un empate ante Alavés, Arsenal, Valencia y Girona. Cuatro partidos en los que, además, sólo han marcado un gol, el estupendo que hizo el martes Jauregizar.

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El bajón del equipo ha tenido en los hinchas más optimistas el efecto de un balde de agua sobre un fuego de campamento. De la misma manera que ante el Girona se escucharon pitos al descanso, comienzan a escucharse también los primeros presagios funestos respecto a una temporada que venía más cargada de ilusiones que el trineo de Santa Claus. La situación requiere, sin embargo, un cierto sosiego; más calma que alarmismo. Al fin y al cabo, el Athletic continúa en la zona alta de la tabla, a solo tres puntos de su próximo rival, el Villarreal, que es tercero, y su derrota en la Champions ante el Arsenal entraba en cualquier cálculo lógico.

La realidad es que los déficits que se le aprecian al equipo de Valverde ya existían el año pasado. Incluso en el anterior. Y no puede ser de otra manera teniendo en cuenta que los jugadores son básicamente los mismos. La diferencia es que las dos últimas temporadas –y esta ha sido la clave fundamental de su éxito– el Athletic ha conseguido minimizar sus defectos gracias a una convicción en su estilo de juego y un compromiso colectivo en el esfuerzo extraordinarios. Los rojiblancos rebosaban confianza; de lo contrario hubiera sido imposible la racha histórica de 21 partidos y una sola derrota de la campaña pasada.

Ya se sabe –y no importa recordarlo una vez más– que el fútbol es un estado de ánimo. La confianza se contagia y eleva el rendimiento de todos lo jugadores. Hemos hablado muchas veces del fenómeno de las explosiones por simpatía, del explosivo que estalla por la detonación de otro. Esto se produce en todos los equipos, unas veces para bien y otras para mal. En el Athletic ha sido para bien durante los dos últimos años. Podemos poner varios ejemplos al respecto pero hay uno que viene al caso mejor que ningún otro: el partido contra el Girona del pasado mes de febrero.

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Muchos recordarán que acabó 3-0 con un 'hat-trick' de Sancet y que fue, con diferencia, uno de los partidos más divertidos de la temporada. Los más memoriosos recordarán también que ese día debutó Maroan y que San Mamés se quedó muy contenta con aquella fuerza de la naturaleza. Era como si el club hubiera fichado a un proyecto de primo de Zumosol. Los rojiblancos llegaron a estar realmente brillantes en sus abordajes al final de la primera parte. El equipo disfrutó en el campo. Es decir, hizo justo lo contrario que el martes. Y no precisamente porque el equipo fuera muy distinto. La realidad es que nueve futbolistas del Athletic y otros tantos del Girona que jugaron anteayer, ya sea desde el principio o saliendo del banquillo, lo hicieron también el 8 de febrero.

Y no sólo eso. En aquel partido tampoco estuvo Nico Williams. El frente de ataque del Athletic, de hecho, ha sido el mismo en los dos partidos: Sancet, Iñaki Williams, Berenguer y Guruzeta. Dicho de otro modo: la baja de Nico es muy importante, nadie lo duda. Ahora bien, todavía lo es más, hasta convertirse en una urgencia, cuando otros actores ofensivos claves como Sancet o su hermano Iñaki no están rindiendo en absoluto a su nivel. No es del todo casualidad que la baja del pequeño de los Williams haya coincidido con el bajón del equipo. Y es perfectamente lógico, por tanto, que sus compañeros le esperen como agua de mayo.

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Oportunidad

El Athletic, sencillamente, necesita recuperar su confianza. Como equipo y jugador por jugador. ¿O alguien duda de que si las rotaciones funcionaron tan bien la pasada temporada fue porque los teóricos suplentes, cuando salían al campo, tenían la sensación de hacerlo a un tren en marcha y bien encarrilado y no a una locomotora un poco averiada? En este estado de las cosas, los dos próximos partidos ante Villarreal y Borussia Dortmund son vistos casi con aprensión. Es natural teniendo en cuenta que se trata de dos rivales mucho más potentes que el Alavés, el Valencia o el Girona. Ahora bien, tampoco es un ejercicio simplón de voluntarismo ver en la dificultad una gran oportunidad. Y es que el equipo de Valverde se ha ganado un crédito que permite confiar en que puede bastarle una victoria y un buen partido para volver a ponerse en marcha.

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