Preparados para la Aste Nagusia
Hosteleros, comparseros, feriantes... Miles de personas llevan meses preparando un regreso de Marijaia que se prevé masivo
Ya huele a fiesta en Bilbao. Las txosnas toman forma en El Arenal, los locales de hostelería han llenado a reventar las cámaras y las ... barracas están a pleno funcionamiento en el parque Etxebarria. La ciudad calienta motores después de que el coronavirus obligase a confinar a Marijaia durante dos veranos seguidos. Era la primera vez que esto ocurría desde que las fiestas nacieran en 1978. Sólo las terribles inundaciones que arrasaron Bilbao cinco años más tarde obligaron a cancelar, como es lógico, parte del programa desde el sexto día de fiestas. Más de 1,5 millones de personas participaron en 2019 en los actos programados en el evento de mayor impacto económico para Bilbao, que genera cerca de 80 millones de euros, según el Ayuntamiento. Para muchos locales de hostelería, supone un 20% de su facturación anual. Se espera que esta edición sea aún más masiva. Los proveedores han comunicado a las comparsas que en las fiestas populares están registrando un 30% más de asistencia que antes de la pandemia.
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Gaizka Aseguinolaza | Café Iruña
«Lo más bonito de las fiestas es que se viven en la calle»
El Café Iruña es uno de los locales hosteleros más emblemáticos de Bilbao. Abrió por primera vez sus puertas en 1903. El padre de Gaizka Aseguinolaza fue el que comenzó a llenar de ambiente la zona de Albia colocando altavoces a la salida del establecimiento hace tres décadas, antes de que llegaran las txosnas a la zona. «Te pasas todo el año pensando en qué hacer. los preparativos empiezan con meses de antelación», explica Aseguinolaza, quien cree que esta edición será multitudinaria. «Con la pandemia, la gente se ha dado cuenta de que quiere reírse, bailar y pasárselo bien. Hay mucha ansiedad por salir». A su juicio, lo más bonito de las fiestas de Bilbao «es que se viven en la calle. En el bar te dan el servicio, pero sales fuera».
Y el suyo, el Iruña, volverá a ser «un punto de encuentro clásico, un lugar de referencia donde la gente se cita. A cualquier hora del día se está bien, a la noche hay ambientazo...». Este año será la primera vez que no desmonten el local, dejando una zona diáfana, «para que el café no pierda parte de su esencia» y así «potenciar todas las franjas horarias: dar desayunos, un buen aperitivo con música en vivo, un buen menú, picoteo para cenar y copas». El establecimiento cuenta con una plantilla de 35 personas, aunque se refuerza durante estas jornadas pese a que «cuesta mucho encontrar personal que quiera trabajar en hostelería». En la bodega habrá gente que agilizará el trabajo de los camareros. Subirán los refrescos y se llevarán las cajas vacías, les harán llegar el hielo, los limones cortados y también pincharán los barriles de cerveza.
Dos trabajadoras vigilarán la cola de los baños y los limpiarán durante toda la noche. El jefe de compras ya tiene todo organizado. Hay un registro de todo lo que se ha consumido en anteriores ediciones. Los proveedores también realizan un «currazo». «Llegan incluso de madrugada entre toda la marabunta para surtirte de hielo. Y eso también hace que las fiestas funcionen», asegura.
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Zaloa Aras | Comparsa Bizizaleak
«Ha sido un año complicado y van a ser una locura»
El día del txupin, el 20 de agosto, hay gente «que llora y se emociona porque lleva meses trabajando para hacer posible ese momento», explica Zaloa Aras, de 33 años, comparsera de Bizizaleak desde hace más de una década. Ahí es cuando culmina una de las semanas más estresantes para los comparseros, la del montaje de las txosnas, muy delicado porque requiere de «mucha planificación». Son jornadas muy intensas que no terminan hasta que no queda ni rastro de la fiesta en El Arenal, porque todo debe desaparecer de forma exprés cuando las fiestas se despiden. «Son un no parar», aunque los preparativos arrancan meses antes. «Hay que pedir agua, luz, diseñar el programa, contactar con los proveedores...». Aras siente estos días un «nudo en el estómago» y su teléfono no para de sonar. El montaje requiere de toda su atención y la presencia de electricistas o fontaneros, y también de un equipo de decoración que pinta los paneles in situ: primero de blanco, y después con el diseño escogido para la ocasión. Todos, voluntarios. Cuando empiece el jolgorio, ella será con toda probabilidad la encargada de la barra. Cuando cierre a las siete de la mañana, entrará el turno de limpieza y llegarán los proveedores de bebida, hielo y comida.
En cuanto a programación, forman el 'Triangune' con Mekauen y Sin Kuartel, y han tenido que prepararla juntos. Y todos los días habrá reuniones de coordinación con la federación. «Ha sido un año especialmente complicado porque cuando empezamos no estábamos seguros de qué se iba a poder hacer. Ahora sabemos que va a ser una locura. Una Aste Nagusia es increíble para todo el mundo, pero vivida desde dentro, como comparsero, es una experiencia preciosa».
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Joseba Arteta | Comparsa AixeBerri
«Casi todo el tiempo libre que tienes lo dedicas a esto»
«Muchos no se imaginan todo el trabajo que hay detrás del recinto festivo del Arenal», apunta Joseba Arteta, de 32 años. Es profesor de Universidad y está ahora al pie de cañón en la comparsa AixeBerri, originaria de Otxarkoaga, en la que ayudan cerca de 130 personas. Él empezó detrás de la barra y se quedó prendado «del buen ambiente y del proyecto social que hay detrás de todo esto», explica mientras coordina el montaje de la estructura. El resultado, explica, merece la pena. «En AixeBerri somos muy rockeros: tendremos conciertos, por ejemplo, de Urtz, tributos a Nirvana y a Guns N' Roses, clases de bailes caribeños para aprender a soltarnos, actividades para los txikis...». También se implica en el resto de actividades que organiza la federación. «Casi todo el tiempo libre que tienes lo dedicas a esto. Es un estilo de vida». De hecho, «todo el mundo que prueba y vive las fiestas desde dentro, desde las comparsas, quiere repetir». Porque «hay mucha gente muy diversa implicada. Vas haciendo piña, amigos de todas partes...», dice.
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Nerea Matute | Comparsa Kaixo
«Una comparsa es como una gran familia»
«Algunos ya no nos podemos subir arriba del andamio, pero estamos pasando los hierros. Cuando hay que colocar las cosas o dar los últimos retoques ayudan hasta los niños. Se intenta que la txosna quede lo más bonita posible y que refleje lo que somos», explica Nerea Matute, de 47 años, una de las comparseras de Kaixo, que se creó en el barrio de Zurbaranbarri y cuenta con unos 80 miembros. Además de hacer turnos diurnos, también forma parte del grupo antiagresiones de la federación. «Todos vivimos las fiestas con una ilusión terrible. De forma super intensa. Pedimos vacaciones para poder trabajar en el montaje y durante la Aste Nagusia. A nosotros nos compensa. Muchas comparsas somos como una gran familia, la txosna es nuestra casa y los de al lado, nuestros vecinos», relata. Su propia hija no se pierde estar en la comparsa por nada del mundo. «La gente que entra crece, tiene hijos y éstos acaban tomando el relevo». De hecho, Matute anima a que la gente descubra el sinfín de actividades familiares en El Arenal. Los talleres infantiles o el zumba que organizan tienen siempre mucho éxito.
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Pablo F. Reyes | Aberrigintzan K. Taldea
«El alquiler de las carpas cuesta un 20% más»
El cubano Pablo Fernández Reyes, originario de Cueto, en Holguín, llegó a Bilbao en 1986 y diez años después empezó a dedicarse a la hostelería. Ha regentado varios locales, entre ellos el Mojito Social Club, y ahora abrirá el Muskitza, en Doctor Areilza 20. En fiestas se entrega en cuerpo y alma a la txosna de la asociación Aberrigintzan Kultur Taldea, a la que pertenece, que montan en Ripa. Servirán bocadillos y hot dogs, aunque su especialidad son los mojitos y las caipiroskas. «Veo a la gente ilusionada, eufórica. Después de la tragedia de la pandemia, es lógico que haya ganas de celebrar, lo único que pido es responsabilidad, que no tengamos que lamentar agresiones, acoso o violencia de cualquier tipo. Las fiestas no son para andarse peleando ni montando follones». Estos días previos están siendo «complicados, de nervios». No les asignaron el espacio hasta el 14 de julio y después hubo «varios cambios de criterio que nos descolocaron. Afortunadamente se han resuelto, pero lo hemos pasado muy mal. Esto es complicado porque supone montar una sala de fiestas para solo nueve días».
Y es que tras dos años casi en dique seco, las empresas proveedoras han cerrado, carecen del personal necesario o de stock por la elevada demanda. Por ejemplo, ha habido muchas dificultades para hacerse con carpas. «El precio del alquiler se ha incrementado un 20% y alguna asociación ha tenido incluso que adquirirla» porque, de perdidos, al río. «Peleando y con un poco de paciencia, han podido obtenerla».
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Hacerse con vasos reciclables serigrafiados tampoco ha sido fácil. «Cada uno cuesta cerca de 80 céntimos y tardan entre 30 y 45 días en llegar, porque las empresas están a tope. Afortunadamente se va saliendo del bache, pero no sé si vamos a tener de todo», reconoce. Por ejemplo, no puede asegurar que «las empresas fabricantes de hielo puedan garantizar todo el que va a demandar la gente. Probablemente, habrá que racionarlo». Las firmas de licores, mientras, se las han visto y deseado para surtir a todo el mundo: ellas han tenido muchos problemas a la hora de conseguir envases, y «en muchos casos no han podido cumplir con los pedidos», relata.
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Jennifer Berbis | Bingo Berbis
«Está viniendo más gente que antes de la pandemia»
Creció de feria en feria y decidió que le gustaba el trabajo. Jennifer Berbis, vecina de Galdakao, tiene 32 años y sigue con el negocio familiar, el Bingo Berbis, un habitual de la Aste Nagusia. Es la primera vez desde 2019 que vuelven a estar en Etxebarria. La pandemia ha sido muy dura para los feriantes, sin las ayudas de otros sectores. Tampoco han podido recolocarse. «Somos muy trabajadores, pero a muchos no nos han dado la oportunidad de demostrarlo», relata ella. Abrieron el viernes, tras montar la atracción a velocidad de vértigo, recién llegados de fiestas de Vitoria. «Tenemos tantas ganas que no podíamos permitirnos no llegar a tiempo», relata.
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Ella disfruta de las fiestas trabajando, «viendo cómo los demás se lo pasan bien. Es otro modo de vida». Aunque la feria abre hasta el 4 de septiembre cada día desde las cinco de la tarde, las jornadas de la Aste Nagusia son las más concurridas. «Se junta tanta gente que no se puede ni andar». La clientela está llegando en «mayor número que antes de la pandemia» y deben realizar contrataciones adicionales. Cierran de madrugada y por la mañana reponen todo el género, porque cada día se reparten 300 premios. El más codiciado es la Play Station y la freidora sin aceite, aunque los secadores, tostadoras o los peluches también son muy bien recibidos por la gente.
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