Los récords del chico de la General
Oportunista. En casi una década, Manu García ha marcado goles históricos y desafiado todas las predicciones sobre él
Salir en la foto es, en el mundo del fútbol, una expresión algo macabra. Sale en la foto un defensa al que se le escapa ... el delantero rival segundos antes de marcar un gol. También aparece en ese infausto momento el atacante que se resbala cuando lo tiene todo de cara para anotar. Es sinónimo de mala fortuna, un castigo que perdurará en las hemerotecas. Pero hay algunos futbolistas que han conseguido darle la vuelta a la frase. Son fotogénicos. Ahí están, con un cabezazo certero, un disparo a la escuadra o una segada antológica, para colarse en el encuadre y que su foto se convierta en símbolo. Manu García es uno de ellos.
Publicidad
En sus nueve años como jugador del Deportivo Alavés tendrá archivo de sobra para varios álbumes. Aparece en el primer plano de algunos de los momentos álgidos de la última década albiazul. Ha sido, en gran medida, un oportunista. Cuando parecía que su magia se acababa, que los tiempos habían cambiado y las críticas sobre sus presencias en las alineaciones arreciaban, llegaba él para salir en la foto de todas las portadas. ¿Cómo se explica si no que un zurdo cerrado coloque, con la derecha, un zapatazo desde fuera del área totalmente fuera del alcance de uno de los mejores porteros del mundo? Su gol frente al Atlético de Madrid en agosto de 2016, en el reestreno albiazul en Primera, fue un canto contra lo establecido. Con treinta años llegaba a la élite con el club de su vida y no quería marcharse así como así.
El reloj del gran capitán en el Alavés se ha parado en 23.106 minutos: más de 385 horas de juego
Trayectoria
Han sido diecinueve goles como albiazul. Pero el del Vicente Calderón lo coloca como uno de los tres mejores de su trayectoria en el club. Los otros dos sirvieron para arrancarse los complejos y gritar que sí, que el Alavés estaba preparado para volver entre los más grandes. El primero lo logró en Barakaldo ante el Bilbao Athletic. La tarde, plácida, había tornado en pesadilla. Hasta que apareció para anotar el tanto del triunfo. Tres días después, abrió el marcador contra el Numancia el día que el Alavés certificó su ascenso. «Por todo lo que supusieron» estarán en su álbum.
Hay más. Durante un tiempo, incluso, se animó con los penaltis. Nunca ha sido un futbolista peleado con el gol. Su físico le permitía correr de un lado para otro -incluso con las medias bajadas, símbolo de que el partido ya agonizaba- hasta aparecer desde la segunda línea y clavar su aguijón. Sólo desde ese oportunismo, ese olfato para estar donde toca, se entiende el que tal vez sea su gol más simbólico. La foto. Por encima de todos, propios y ajenos. En el momento justo, en el lugar adecuado, listo para cazar un rechace. A punto de marcar en el tiempo de descuento el gol de la victoria contra el Real Madrid. El primer triunfo ante los blancos en casa en 87 años.
Publicidad
En lo más alto
Un mes después anotó en Eibar su último gol como albiazul. Ahí se paró la cuenta de tantos, pero la de minutos y partidos siguió avanzando. Hasta que se detuvo al terminar el partido ante el Sevilla de hace una semana. El reloj se ha parado en 23.106 minutos: 385 horas y un minuto con el escudo del Deportivo Alavés en el pecho. En temporadas, el parámetro con el que miden su vida los futboleros, la cuenta asciende hasta las nueve. Un grupo muy selecto. Tanto, que en cien años sólo otros tres jugadores han alcanzado esa marca: Juan Gorospe y Martín Astudillo, con diez, no consecutivas; e Ibarra (1951-1960), con nueve.
Llegó para ser extremo y empezó en el lateral, pero se ha consolidado como centrocampista
Polivalencia
Tiempo para centenares de partidos. 308. En un club acostumbrado a los terremotos, donde pocos se asientan, llegar a esa cifra le eleva a una categoría de mito. Se ha quedado a 38 de los 346 de Astudillo, que seguirá ostentando el récord de jugador con más partidos en la historia del club. Manu no será el primero, pero su impacto en la historia albiazul no entiende de números. Se ha convertido en símbolo, en ese jugador que los niños quieren emular.Un vitoriano que guía a miles de vitorianos. Su figura ha sido la mejor herramienta para fomentar el maltrecho sentimiento de pertenencia albiazul. En tiempos de márketing, el capitán destila autenticidad.
Publicidad
Autores: Josemi Benítez y Juan Carlos Berdonces
En Primera han sido 144 partidos. Es el séptimo con más encuentros en la máxima categoría. Todos los ha jugado como centrocampista. Mediocentro en un doble pivote o interior con más recorrido en el trivote. En la primera fórmula brilló junto a Marcos Llorente. También con Pina. Wakaso, Brasanac, Pons, Battaglia. Son los que más momentos han compartido en la élite con el '19'. Más abajo ha hecho pareja con Beobide, Toribio, Mora... En la sala de máquinas ha encontrado su lugar.
Publicidad
Aunque él antes había sido casi de todo menos eso. La noticia de su fichaje lo definía como «extremo izquierdo, aunque también ha desempeñado en ocasiones labores de mediapunta y lateral». Ahí, en la defensa, le tocó empezar. Como lateral zurdo jugó la eliminatoria copera contra el Barcelona y desde esa zona logró el ascenso. Hasta que Mandiá, cuando el equipo boqueaba para no volver a Segunda B, decidió reubicarlo en el centro. Las piezas siempre habían estado ahí, pero entonces encajaron. «A veces pienso que si se hubiera dado esa situación con anterioridad igual habría llegado antes al fútbol profesional», llegó a asegurar en una entrevista. El resto ya es parte de una centenaria historia albiazul que se entiende mejor con Manu portando el brazalete.
Accede todo un mes por solo 0,99€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión