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Alineación del Deportivo Alavés de la temporada 1984-85. E. C.
Encierro en el vestuario
Historias en albiazul

Encierro en el vestuario

En la temporada 1984-85 el Alavés atravesaba graves problemas económicos y los jugadores, hartos de no cobrar sus nóminas, decidieron encerrarse en el vestuario de Mendizorroza en señal de protesta

Viernes, 24 de enero 2025, 00:15

La temporada 1984-1985 fue muy complicada para el Deportivo Alavés. Era entonces presidente Julián Ortiz Gil, que trataba de llevar las riendas de una entidad lastrada por graves problemas económicos. Fue el año de la primera etapa de José Manuel Esnal 'Mané' al frente del once albiazul, pero este no logró buenos resultados y pronto fue cesado. Tras un interregno provisional, tomó las riendas del equipo Nemesio Martín Montejo ('Nemé'). En la sexta jornada, el Alavés iba décimo del Grupo I de Segunda B, pese a ser en teoría uno de los gallitos. Solo después empezó a remontar posiciones.

Más allá de la cuestión deportiva, el mayor problema era el financiero. Mediada la temporada, el club no había hecho públicas sus cuentas, no había convocado la preceptiva asamblea de socios y seguía sin aprobar su presupuesto. El propio presidente había anunciado que era muy difícil mantener al equipo con solo 2.500 socios, que eran los que estaban en nómina en el verano de 1984. Había quien pensaba que el club vivía por encima de sus posibilidades, tal y como lo demostraban las cantidades fijadas para las primas, muy superiores a las de otros equipos de la categoría.

Tratando de salir del atolladero, Ortiz anunció la convocatoria de una asamblea y una nueva campaña de abonados. El presidente reconoció que la situación del club era gravísima y que la única solución era el ascenso, por mucho que para algunos esto fuera una «huida hacia delante». Tras el partido de Copa contra el Celta, Nemé, el entrenador, apoyó a la plantilla, afirmando «que el sueldo de un futbolista es sagrado y que, si no se pagaba, se iba del Alavés». En vísperas de la Navidad de 1984 se anunció que el club todavía debía a los jugadores nueve millones de pesetas de la ficha correspondiente a la temporada anterior. Además, tampoco se había pagado parte de la ficha de la campaña en curso, varias primas, la paga extra de diciembre y otros atrasos.

Negociaciones entre la plantilla del Alavés y el presidente Julián Ortiz. E. C.

La Directiva confiaba en que las taquillas de enero sirvieran para sacar del atolladero a la tesorería albiazul, pero no fue así. Una comisión de futbolistas, formada por Idígoras, Larrañaga y Villanueva, se entrevistó con la Junta el 19 de enero de 1985, sin llegar a un acuerdo. Ya hartos, el día 20 los jugadores decidieron encerrarse en el vestuario de Mendizorroza en señal de protesta. Pertrechados con ropa invernal, mantas y sacos de dormir, pasaron doce horas de encierro, hasta que se llegó a un arreglo que quedó reflejado en un documento firmado por el presidente y los jugadores. En él, la Junta se comprometía a saldar las deudas en varios plazos en menos de un mes.

Pese a este acuerdo, las tensiones continuaron hasta final de temporada, lo que a veces encrespaba a los aficionados. Larrañaga, uno de los futbolistas encargados de negociar, trató de defender su postura, indicando que se trataba solo de «un conflicto laboral» y que esperaba que los socios entendieran la actitud de los futbolistas: «Ellos obrarían igual si les ocurriese esto en su trabajo».

Tiempos de Segunda B

Larrañaga defendió que solo era «un conflicto laboral» y mandó un mensaje a los socios: «Ellos obrarían igual si les ocurriese esto en su trabajo»

Todavía en mayo de 1985, casi a punto de terminar la campaña, Nemé recordaba en declaraciones a EL CORREO el momento de la protesta: «Un encierro siempre es negativo. Los propios jugadores pasaron una noche encerrados y se dieron cuenta de que deportivamente era perjudicial. De todas maneras, yo desde el principio me situé a favor de la plantilla porque estaba con ellos y porque me correspondía».

El entrenador albiazul insistió en la gravedad de los problemas económicos, aunque no estaban afectando al rendimiento del equipo: «Llevamos cobrando los sueldos con quince, veinte días de retraso, las fichas no se abonan y las primas están paradas. Con un sueldo de 65.000 pesetas un casado no puede vivir. Pero primero está la entidad y el ascenso (…). Estoy muy orgulloso de lo que se ha hecho. La plantilla del Alavés es humanamente impresionante». Sin embargo, ello no sirvió para lograr el ascenso, pues el Alavés quedó tercero y solo subían los dos primeros.

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