Época de supervivencia. Por la reconstrucción que pretende Mendilibar para un Alavés que trata de evolucionar y debido también a un calendariode enero (Real Sociedad, ... Athletic, Betis y Barcelona) que eleva el nivel de exigencia de un equipo albiazul necesitado. Otra semana Covid (Laguardia quedó fuera de la convocatoria y varios futbolistas más entrenaron lo mínimo) como atenuante para una escuadra alavesista que salió aliviada con el empate sin goles. Más sufrimiento que alegría en un Mendizorroza donde el Athletic amenazó, aunque careció de filo para desequilibrar un choque en general plano. El conjunto vitoriano, además, llegó al tramo final con el depósito de gasolina en la reserva y, otra vez, escasas armas desde el banquillo para tratar de modificar el guion de un choque donde solo inquietó en acciones aisladas. Se jugó demasiado a lo que quiso la escuadra vizcaína, que por momentos manejó el balón con excesiva comodidad cerca del área de Pacheco. Sin acumular demasiadas ocasiones claras, pero con esa sensación de que si la balanza se desequilibraba podía hacerlo con mayor naturalidad hacia los visitantes. Un Alavés, en cualquier caso, que sí rindió bien en casi todos los duelos individuales y demostró que su espíritu es batallar hasta el final mientras intenta aportar algo más sobre el césped. Jason, ayer casi testimonial y sustituido al descanso, y Escalante, con dotes de líder pero aún lejos de su mejor forma, se estrenaron para amplliar el fondo de armario. Es evidente (baja de Loum incluida) que es necesario añadir más ropa para que Mendilibar pueda elegir al menos entre prendas de cierta calidad.
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Siempre hay dos planos o perspectivas para la lectura del duelos. Una de ellas dice que el Alavés encadena ocho jornadas sin ganar y sobrevive en el límite. Otra apunta a que, a poco que se sumen piezas, el orden y la intensidad que ahora ofrece el equipo albiazul debe ser suficiente, cuando menos, para combatir con los rivales directos en igualdad de condiciones. No son demasiados los rezagados, así lo dice la tabla, y tampoco parece que el Alavés vaya a sacarse de la chistera un fútbol exquisito. No obstante, ha conseguido reducir la producción ofensiva de Real Sociedad y Athletic en las dos últimas semanas. En duelos que pudieron caer por cualquier lado -Duarte estrelló el balón en el larguero-, aunque siguen pesando las dificultades para hacer daño de verdad en el área contraria.
También queda claro que, al menos por el momento, la estética se encuentra lejos de lo que el cuadro vitoriano puede ofrecer. Si uno se abstrae de las emociones y los nervios que conllevan una situación tan complicada como la albiazul, la realidad es que lo futbolístico quedó ayer por parte alavesista en un par de regates de Rioja y algún caracoleo de Manu García. Hay películas de media tarde en cadenas generalistas que hubieran competido en aburrimiento con los 95 minutos disputados ayer en el Paseo de Cervantes. El guiso albiazul continúa escaso de sal y sin picante. Ayer, tampoco con facilidad para al menos acercarse por las bandas a la línea de fondo y colocar centros complicados para la zaga rival. Casi todos llegaron desde posiciones muy alejadas. Como sucedió la semana anterior, quizás la noticia positiva sea que el Alavés gana tiempo -no juega ya hasta el martes 18- para asimilar el estilo de su técnico. También, no hay que olvidarlo, que la escuadra vitoriana tardó seis partidos en puntuar en el inicio de la primera vuelta. Un partido le ha bastado ahora para estrenarse en la segunda vuelta. Una carrera que se prevé plena de curvas y donde habrá que abrocharse el cinturón de seguridad.
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