El Alavés evita la hecatombe
Un gol de Carlos Vicente en los minutos finales permite empatar a un equipo albiazul plano y que concedió demasiado ante un rival directo
Acechaban las sombras al Alavés y Carlos Vicente encendió un foco de luz a escasos tres minutos para el final del partido. Ese empate que ... evitó la hecatombe de caer en Mendizorroza ante un rival directo, agrio sabor ya experimentado frente el Valladolid. Claro que cuando se roza un 'doblete' de este calibre y las cifras hablan ya de un 4 de 27 puntos en las nueve últimas jornadas sólo puede decirse que los problemas son reales y acuciantes. No le da al conjunto albiazul para cuadrar los números ni tampoco para mantener una línea de solidez. Vamos, toda una garantía de sufrimiento. Plano y sin acierto cerca del área, concedió demasiado a un Leganés ordenado que topó con Sivera antes del descanso y vio esfumarse el premio gordo pese a comprar más décimos a base de oportunidades claras. Salvó los muebles el pelirrojo extremo alavesista con un zapatazo desde el borde del área, pero el mobiliario, sobre todo el de pensar en una salvación holgada, sigue en riesgo a base de acumular dudas.
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Luis García Plaza había optado por mantener prácticamente el once que se midió al Atlético de Madrid, salvo la obligada baja de Manu Sánchez en el carril zurdo para dejar su lugar a Diarra. El lateral-central de Mali sigue lejos de ofrecer un rendimiento regular. Lo mismo se saca un 'sombrero' como último hombre de la defensa para paralizar el pulso de Mendizorroza que atraviesa momentos de enajenación mental transitoria en balones que parecen suyos y acaban siendo de otros. Ya ha quedado claro en quince jornadas que la banda izquierda no es lo que era. Que al cuadro albiazul le va la derecha, es más conservador que progresista. Que Tenaglia, de lo mejor por la parte albiazul, y Carlos Vicente suelen generar el peligro real cuando hay que jugar ante defensas cerradas. Y el Leganés se plantó sobre el césped para reducir espacios y buscar las contras.
Sin suerte en el inicio
Cada partido se divide en muchos partidos y ya se sabe que un gol lo cambia todo. Pudo llegar para el Alavés en cinco minutos iniciales trepidantes. Dmitrovic salvó una volea de Carlos Martín, un defensa rozó el autogol tras una acción a balón parado y Abqar se interpuso en un cabezazo de Tenaglia que parecía dirigirse a la red. Fuegos artificiales. Del colorido arranque al blanco y negro. Y grises, muchos grises. El actual Alavés apuesta por lo físico, porque lo técnico tampoco le funcionó semanas atrás. Arreones y cabezazos contra la pared comandados por los incansables Guridi y Kike García. La búsqueda de las segundas jugadas. El derroche de Blanco y Guevara para apretar en todas las parcelas mientras disponen de oxígeno.
Pero llegaron las filtraciones. Entre Óscar y un excelente Raba desmontaron por momentos el entramado defensivo albiazul. El segundo parecía un malabarista que lanzaba las mazas al aire mientras los futbolistas albiazules miraban embelesados. Rompía líneas y asistía. Escaseaba el oficio albiazul y las faltas tácticas. Por contra, sobraban las concesiones. También el ariete Diego generaba dudas con su corpulencia, como Kike García en el área contraria. Mouriño y Abqar, sobrados de facultades físicas, necesitan todavía bastante para alcanzar su madurez. Tierno el primero todavía y por momentos sobrado el segundo. Problemas diferentes, pero pocas soluciones para el equipo.
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Nadie puede decir que el Alavés no perseverara en sus intentos. Incluso que controlase el inicio de la segunda mitad y, por momentos, embotellase al Leganés para tirar de acciones a balón parado. Otra cuestión era donde existía más peligro. Entre Tenaglia y Abqar salvaron otra contra que parecía gol o gol. Nervios y más nervios ante la realidad de uno de esos partidos que podían marcar la temporada. Pero volvieron a llegar los agujeros defensivos y otra colada inverosímil acabó en el tanto de Óscar, con hasta tres jugadores visitantes prestos a empujar el balón a la red.
Cambios y 1-1
Sudor frío en Mendizorroza y reacción ya tardía de Luis García Plaza para meter en el campo a Stoichkov y Toni Martínez. Después llegaría el turno de Luka Romero y Jordán. Cierto es que los cambios solventaron algunos problemas. Del pico y la pala a un juego más elaborado y con cierta paciencia para mover la zaga del Leganés. Sin grandes ocasiones, eso sí, hasta que Carlos Vicente, tras un rápido envío de Jordán, acertó con un disparo ajustado desde el borde del área. Tiempo aún para toque de corneta y oleada de terror para un rival acogotado por el empuje de Mendizorroza. Sólo Kike García dispuso de una nueva opción, pero el empate acabó por resultar casi bienvenido. En esta carrera de fondo se trata tanto de sumar como, en este tipo de choques, de que los rivales directos no lo hagan.
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