El Alavés quiere seguir bailando
La ilusión y confianza del bloque albiazul arrollan a un Sevilla de mente débil y peor también en la pugna futbolística
El fútbol es un estado de ánimo. Así que por la fuerza el equipo que llega motivado, con buenas sensaciones y en un estado de ... paz general parte con ventaja respecto al que aterriza con dudas, en plena crisis institucional y ya con sus primeras urgencias. Luego falta jugar, ser mejor y meter más goles. El Alavés cumplió con solvencia en la segunda faceta y arrolló al Sevilla en la primera. El gigante hispalense es poco más que un amasijo de dudas y al modesto Alavés le sobra la confianza. El tropiezo ante el Espanyol sirvió de aviso para que el depósito no rebosara; el triunfo ante el Sevilla, para confirmar que la ilusión sigue guiando al Alavés.
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Solo el tramo final amenazó con cambiar esa dinámica. Pero incluso en un escenario de supervivencia a toda costa con tal de mantener la ventaja los albiazules mostraron una fe inquebrantable. El juego albiazul puede tener fisuras, la mayoría propias del inicio de curso y solucionables a base de trabajo e insistencia, pero el estado anímico del equipo adiestrado por Luis García es envidiable. Ese refuerzo mental puede con todo. Una fórmula que, de momento, ha llevado al Alavés a sumar un cuarto de los puntos necesarios para la permanencia en apenas seis jornadas. Y con la sensación de que lo mejor está por llegar.
Cuatro cambios introdujo Luis García en el once, con especial incidencia en el centro del campo
Parte de la fórmula del éxito radica en un vestuario conectado. Hay jerarquías, pero nadie vive ajeno al entusiasmo. Todos entran y se sienten importantes. Así es posible pasar de repetir el once a darle la vuelta a la mitad de la alineación. Una fórmula diferente para intentar corregir todo lo que salió mal en Barcelona. Y un premio a los que llevaban haciendo méritos de sobra para partir de inicio. De Toni Martínez a Joan Jordán. El delantero no marcó, pero la realidad es que es difícil mantener ese irreal nivel de impacto de sus primeras apariciones. Pero sumó y transmitió sensaciones positivas. Igual que el centrocampista. No era una jornada fácil, una batalla ante el equipo que le dio tanto pero del que salió de forma tan traumática, y el centrocampista sonrió. Su compromiso, la única incógnita que podía restar sobre su impacto en el equipo, es incuestionable.
El faro Carlos Vicente
La sorpresa fue Carlos Martín, hasta ahora en un rol más secundario. Separado de su puesto natural, el de delantero centro, para partir sobre todo desde la banda izquierda. Pero el que es bueno puede dejar su sello en cualquier parte. El madrileño lo es. Desde esa posición escorada ofrece argumentos muy distintos a los de un extremo tradicional. Pero también es un factor sorpresa. Y tiene gol. El instinto para aparecer en el momento correcto y marcar su primera diana como albiazul. No será la más bonita, pero su valor es incalculable.
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10 puntos
suma el Alavés en seis jornadas. Un cuarto de los que suelen hacer falta para salvar la categoría.
Lo que la suerte le dio a Martín se lo quitó a Stoichkov, cuyo remate se marchó al larguero antes de que su compañero marcara el 2-0. El andaluz es uno de los pocos fijos para Luis García. La mediapunta es suya. No necesita adaptarse a Primera porque su calidad no entiende de categorías. Ve el fútbol como pocos. Se arriesga y a veces falla, pero también le da al equipo más de lo que le resta. Los goles que se le caían en Segunda de momento el dan la espalda. Este viernes llegó incluso a celebrar uno que no existió. Cosas del fútbol moderno y sus videoarbitrajes. Del suspense del gol fantasma -la Liga vive incomprensiblemente ajena a la tecnología de línea de gol- a la rabia de otro tanto anulado por poco centímetros. Ya le pasó a Conechny y pocos días después el destino se la devolvió ante el Espanyol. No sería mal lugar el Bernabéu para que Stoichkov pudiera al fin celebrar sin peros.
La guinda la pone Carlos Vicente. Está por encima de todos. Su chispa es irrefrenable. El fichaje más rentable es la estrella del Alavés. Tal vez Luis de la Fuente haría bien en guardar su teléfono en la agenda por si debe llamarle pronto.
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