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Sociedades gastronómicas

Rincones para disfrutar de la cocina, la mesa y la compañía, los txokos alaveses se han convertido en una de las mayores reivindicaciones de nuestra despensa. EL CORREO lleva tres décadas acompañándolos y valorando su destreza en los fogones

Viernes, 22 de noviembre 2024

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Durante demasiadas décadas, las sociedades recreativas y gastronómicas cerraron sus puertas bruscamente al acceso de la mujer, como si la cocina de casa, la de atender a diario al marido e hijos, fuera a la vez su lugar de esparcimiento y reclusión. Ese trato humillante se derribó a sartenazos. Hoy, ellas son parte inseparable e imprescindible del espíritu que se asocia a los aromas de las cazuelas, los cacharros apilados en el fregadero, el mantel de cuadros en azul y blanco en homenaje al Alavés y las roñosas vitrinas hasta los topes de libros con las mejores recetas y trofeos de escasa monta conquistados en concursos de tortilla de patata, cata de vinos y partidas al remigio. De verdad, son los caseríos urbanos que sirven a los suyos y a invitados a pie de calle.

Aquí se cuentan por cientos y se reparten a lo largo y ancho de las siete cuadrillas que hacen de Álava una. No hay lugar sin un txoko que dé servicio a socios y amistades. Sin ir más lejos, en Vitoria, donde acaba la Herrería, son hasta cinco en menos de cincuenta metros. Su aglomeración merece un estudio sociológico. Como también lo demanda esa luz que parece no apagarse nunca y delata la existencia dentro del local de uno o varios tipos con sus delantales dispuestos a lo que sea aunque justo les dé para hervir un huevo. Ahora bien, también los hay que tiran de trampantojos, esferificaciones y demás artes culinarias, exóticas y vanguardistas, que imponen con exquisito gusto la cocina de autor donde siempre se practicó la de las amamas, esos potajes y guisos de lenta digestión.

Desde siempre, EL CORREO ha acompañado a las sociedades en sus quehaceres. Desde la compra en la plaza, hasta el acopio en la despensa de las viandas seleccionadas y la elaboración de ese plato del que, como se dice, 'donde come uno, comen dos', regado con tinto de maceración carbónica. Se cumplen veintiocho años desde que este periódico pusiera en marcha, con el respaldo de la Diputación y patrocinadores locales, el evento que tanto éxito tiene gracias, sin duda, a la aportación de decenas de cocineros aficionados. Esta edición son catorce colectivos participantes. Cada semana sus creaciones en formato pintxo tienen su merecido espacio en las páginas del diario de referencia en Álava y en la versión digital elcorreo.com, donde se aportan las recetas y vídeos.

En estos rincones donde siempre se come de maravilla y se hacen amigos eternos triunfan los productos de aquí, los ahora llamados de 'kilómetro 0', y sus cultivadores, gentes de la huerta, las fincas y la cuadra. En los platos que montan las sociedades no faltan la patata de Udapa, las legumbres de Garlan, el aceite de colza de Ekiolio ni el bacalao de Giraldo, por mucho que haya sido pescado en aguas del Atlántico Norte. Si todo ello se empapa con vino de Zintzo, de sus vides de Laguardia, en el corazón de Rioja Alavesa, lo de 'comer en sociedad' es un privilegio, como rezaba el título del libro publicado por EL CORREO en 1994.

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