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El peligroso Salto del Nervión, imán para los amantes del deporte de riesgo

El espectacular cañón del Delika, el más alto de España, es un imán para aficionados a los deportes de riesgo. Hace una semana murió un hombre de 54 años mientras descendía haciendo rápel

Alfonso Azkorreta

Sábado, 22 de octubre 2022

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«Es la típica actividad de montaña que parece sencilla, pero se puede convertir en algo muy peligroso o fatal». Eneko Pou, toda una vida colgado en paredes, apenas necesita una frase para describir lo que a ojos de un experto supone el descenso del Salto del Nervión, en Delika. El pasado fin de semana un hombre de 54 años falleció en un accidente mientras rapelaba por una pared que se ha convertido en un polo de atracción para muchos amantes a los deportes de riesgo. Se trata de la cascada más alta de la Península, con 222 metros desde la visera superior hasta el pie, 200 de ellos en caída vertical. Una llamada al vértigo y las emociones fuertes que la pospandemia ha extendido por todo el territorio nacional.

Vídeo. Así es el salto del Nervión. Gonzalo de las Heras / Quintas

Especialistas consultados por EL CORREO calculan en un centenar de personas las que se atreven con el reto cada año. Llegan de todos los puntos cardinales. Son múltiples los vídeos colgados en las redes sociales a cargo de colectivos que explican cómo realizan el descenso, sin que exista un control de acceso o registro de actividad. «Es una zona de evidente peligro, se supone que el que quiere acercarse allí es consciente de ello», señala Zigor Egia, presidente de la Federación Vasca de Montaña, que como muchos otros veteranos escaladores apelan a aquello de la responsabilidd personal antes de someterse a un reto de «dificultad máxima». El fallecimiento de este fin de semana es el segundo que se tiene constancia en este punto desde siempre. El anterior se produjo hace décadas. «Rapelar es una maniobra peligrosa por sí misma y si estás en vertical, más porque no tienes otros elementos en los que ayudarte», remacha Eneko Pou. «En el vacío, cualquier eventualidad entraña un peligro máximo».

El más alto de España

  • 222 metros en total. Desde la cabecera a la repisa del primer volado hay 12 metros. Desde éste al punto de reunión, 140 metros en vertical y al vacío. Y de este al suelo, otros 60 también en caída a plomo.

Jaime Navedo, responsable del Centro de Actividades Alto Miera-Ason Aventura, fue el primer guía de España que realizó el descenso del Salto del Nervión de forma comercial y ha coronado el rápel un centenar de veces. El especialista se hace eco de las valoraciones de Eneko Pou. «Para llevar a gente allí nosotros primero hacemos un curso de formación donde enseñamos las técnicas de ascenso y descenso porque los riesgos son altísimos. Hay que sacar el culo al vacío a 200 metros de altura». Para un rápel de este calibre, es necesario un material específico, además de otros elementos de seguridad - «aparato de autobloqueo» o dobles cuerdas- con los que solventar los imprevistos, esos indeseables invitados que siempre surgen. «Podemos hablar de mala suerte, claro. Igual, en pleno descenso puedes sufrir un problema físico, un mareo o hasta un infarto. Al ser un descenso vertical existe la posibilidad de que te caiga una piedra . No es algo infrecuente». Pero a su juicio, este rápel en concreto requiere fortaleza psicológica y «obliga a tener el máximo conocimiento en ascenso y descenso con cuerdas. Es muy complejo, muy técnico. No está al alcance de todo el mundo».

Regular la velocidad

Una de las claves y, en realidad, de cualquier rápel, consiste en regular la velocidad de descenso. Parece una obviedad, pero a veces pasa desapercibida, a ojos de Navedo. «Un material normal, el típico 'ocho', para controlar la cuerda no sirve. La fricción que se produce es muy grande y si los elementos de sujeción no son los apropiados se desintegran, literalmente». Se pueden alcanzar los 350 grados si la cuerda roza con la roca. «Si esto se produce a varios metros del suelo el accidente puede ser muy grave o fatal».

Ni Eneko Pou ni Jaime Navedo -ni otros montañeros consultados- entran en los detalles del accidente del fin de semana. Apuntan, únicamente, su planteamiento en un rápel semejante. «El primero en bajar debe ir 'autoasegurado' con un descensor y un aparato de autobloqueo que se activa de manera automática cuando la cuerda se desliza», explica Eneko. «Dadas las dimensiones de la actividad, el descenso no permite trabajar realizando maniobra desembragables. Ya que no hay aparatos para ello ni cuerdas de esas dimensiones, los profesionales recomiendan usar dos cuerdas», remacha Navedo. Esta segunda cuerda que permite a un compañero asistir a un posible accidentado y la formación previa de todo aquel que participe en el descenso son condiciones imprescindibles para Navedo.

El guía saca a colación un asunto que trae de cabeza a muchos expertos en la montaña y unidades de rescate ya desde hace años, pero más ahora, tras la pandemia. «La gente se compra unas buenas botas y piensa que puede hacer cualquier cosa. Eso es un despropósito. Hay que concienciar del peligro que tienen muchas rutas, y el descenso del Salto del Nervión es una de ellas. La verdad es que no quiero reportajes que sirvan para atraer a la gente a este lugar, al contrario. Y no exagero si insisto en que el riesgo es extremo».

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