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Los expertos de la UPV y los arqueólogos de Ondare Babesa explican algunos detalles del monumento megalítico de Pariburu. S. CARRACEDO
El megalito de Pariburu es «único en el patrimonio arqueológico alavés»

El megalito de Pariburu es «único en el patrimonio arqueológico alavés»

Termina la excavación en el túmulo neolítico de Durana en el que se edificaron dos recintos funerarios diferentes hace 5.500 años

Sergio Carracedo

Lunes, 17 de diciembre 2018, 01:14

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La Diputación de Álava ha dado por finalizada la segunda campaña de excavaciones en el megalito de Pariburu. Los responsables de su estudio ofrecieron la semana pasada los resultados preliminares de este complejo conjunto megalítico situado a un kilómetro de Durana, en las inmediaciones de las piscinas de Gamarra y a escasos 300 metros de los últimos pabellones de Portal de Zurbano.

Bajo el montículo de Pariburu, que algunos denominaban también Eskalmendi II por su parecido al desaparecido Eskalmendi, se escondía un recinto funerario «singular» y «diferente» al resto de los conocidos en Álava de época neolítica. El arqueólogo de Ondare Babesa Javier Ajamil y el profesor de Prehistoria de la UPV Alfonso Alday, explicaron que en el lugar se superponen dos estructuras megalíticas diferentes. «Se construyó un primer edificio circular, mediante hiladas de grandes bloques que se iban escalonando por el exterior, y que tuvo que estar techado para, finalmente, recubrir la estructura con un gran túmulo de tierra».

Más adelante, ese primer edificio se «amortizó» y sólo se mantuvo la base, sobre la que se construyó un segundo «edificio» que es el que ha llegado a nuestros días. Contaba con una cámara funeraria circular, formada por altas y pesadas losas «hincadas en el suelo y sin contacto entre ellas» y encerradas por un gran anillo de losas más pequeñas «a seco». Al igual que la primera edificación, la segunda también se cubrió por un túmulo de tierra. Estos rasgos hacen que Pariburu se considere un monumento megalítico «diferente» a los otros de su entorno, «único en el patrimonio arqueológico alavés», cuya «singularidad» arrancó «hace unos 5.500 años», reflexionó Alday.

Recreación en alzado y planta de Pariburu. En la base del alzado hay una línea oscura y unas piedras en un gris más oscuro que pertenecen al primer edificio y sobre el que se construyó el segundo.
Recreación en alzado y planta de Pariburu. En la base del alzado hay una línea oscura y unas piedras en un gris más oscuro que pertenecen al primer edificio y sobre el que se construyó el segundo.

Afecciones

El estudio de este monumento megalítico ha tenido una complejidad añadida, las afecciones que han alterado la estructura original del mismo. «Expolios y actividades arqueológicas no programadas» en el siglo XIX fueron algunas de las actuaciones señaladas por los expertos durante la presentación. La visita guiada se tornó en conversación con algunos vecinos de localidades cercanas que confirmaron que en el lugar trabajó uno de los primeros tractores John Deere de la Llanada y también una excavadora en los años 60 del pasado siglo para retirar algunas piedras del monumento que dificultaban las tareas agrícolas.

El profesor de Prehistoria la UPV Alfonso Alday reconoció que en algún momento de la historia «se realizó una zanja» en el sitio «que arrasó una parte significa del monumento del que solo nos queda algo más de su mitad». «Debió tener algún sistema de acceso, probablemente no realizado en piedra y posiblemente orientado al oeste, pero es difícil saber dónde está».

Recreación de la situación actual aproximada. Velado en gris claro está representado la parte eliminada por la realización de una zanja el siglo pasado. En gris oscuro, lo que queda del megalito.
Recreación de la situación actual aproximada. Velado en gris claro está representado la parte eliminada por la realización de una zanja el siglo pasado. En gris oscuro, lo que queda del megalito.

No han sido muchos los objetos localizados en el interior del recinto funerario. Cerámicas e instrumentos de sílex de edad neolítica, y restos humanos, aunque «no todos de la Prehistoria, alguno hay del siglo V después de cristo» informó Javier Ajamil. Quizá, como ocurre en muchos dólmenes, porque durante siglos la memoria colectiva recordaba el carácter funerario de estas estructuras.

A pesar de que se tenían noticias de este megalito desde los siglos XVIII y XIX, se dio por perdido hace años hasta que el Instituto Alavés de Arqueología, en septiembre de 2011, emprendió un estudio de geofísica que permitió localizar el túmulo que ahora se ha terminado de excavar.

El futuro del dolmen

Una vez acabadas las excavaciones y tomadas las muestras para estudios posteriores, los grandes bloques «extraídos por seguridad» de su emplazamiento original se volverán a colocar en su sitio. El futuro del megalito de Pariburu pasa por «protegerlo», «taparlo» y «estudiarlo», anunció Javier Fernández, de la Diputación Foral de Álava. La razón de taparlo responde a la «dificultad de conservar una estructura de piedra en seco muy difícil de mantener en pie, como han comprobado durante los dos últimos años los responsables de la excavación dirigida por Pedro Lobo.

Este martes, 18 de diciembre, Durana acogerá una conferencia en la que los, expertos comentarán más detalles de este monumento megalítico, su parentesco con otros como el famoso de Aizkomendi y para dentro de unos meses se esperan los estudios pormenorizados que permitirán tener más conocimiento de este dolmen tan singular.

Luis Martínez, profesor de Geodinámica de la UPV, durante la visita.

Los bloques se transportaron hasta Durana desde puntos a 14 kilómetros de distancia

Una de las singularidades de este monumento tiene que ver con la «carencia de grandes piedras de construcción en el centro de la Llanada alavesa», explicó el geólogo de la UPV Luis Martínez-Torres. Ello obligó a los hombres del neolítico a transportar «los bloques de unos 1.400-1.800 kilos de peso» hasta las inmediaciones de Durana «desde puntos como Olárizu, Apodaka, Zaldiaran, a 12 kilómetros, y dos de ellas desde las canteras de Ajarte (Treviño), a 14 kilómetros de distancia» del monumento. El profesor de Geodinámica desveló que algunos de los ortostatos «podrían estar retrabajados, escuadrados con herramientas metálicas», posteriores al neolítico.

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