Las huestes de Tartalo toman Vitoria en el día de su clausura

Antes de un emotivo fin de fiesta en el Artium, los asistentes han tenido ocasión de aprender, charlar y pasárselo bien en el último día de una semana mágica. Sobre todo de lo último, ya que el concurso de 'cosplay' –así se le llama al arte de disfrazarse de personajes e interpretarlos– celebrado en la Casa de Cultura Ignacio Aldecoa no se ha quedado esta mañana en ese edificio y ha recorrido las calles, plazas y parques de la ciudad.

«Lo mejor es que oyes a la gente comentar que 'estos son los de Tartalo'. Es una muy buena señal», resume Raúl Montero, el hombre detrás del desembarco de la fantasía en la capital alavesa durante toda una semana. Hoy, con disfraces de lo más diversos -entre los que arrasaron los de la 'Orden de Revan' representando a 'El Señor de los Anillos', que sirvieron para dar visibilidad a un certamen que en apenas siete días se ha ganado el reconocimiento y cariño de los vitorianos.

Tras rematar la mañana con un aurresku de honor, la tarde ha tenido como 'teloneras' del acto de clausura dos mesas redondas, una en torno al cómic y otra sobre cine. Después, el Artium ha despedido a Tartalo con una clausura marcada por la danza del conservatorio municipal José Uruñuela y, sobre todo, por el autor más leído de la historia en euskera: un Bernardo Atxaga al que la organización quiso darle las gracias «por ser y estar» en el ciclo.

Con el cierre de hoy, Tartalo pone el broche a siete días de una primera edición que ha contado con el apoyo de EL CORREO y en la que ha habido espacio para la literatura, las artes escénicas, el cine, los juegos de rol, las conferencias, el propio cosplay o los conciertos de música entre un abanico de 60 actividades. El futuro está por ver, pero el listón que fijó en este periódico el propio Raúl Montero no es precisamente corto. «Tartalo será un festival de referencia mundial en menos de cinco años», señaló.