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Francis Mojica Sabio 16 | Pionero de la edición genética «La palabra 'CRISPR' la inventé yo. Si me dieran un céntimo cada vez que se usa, estaría forrado»

Con motivo de nuestro 35 aniversario y en colaboración con la Fundación BBVA, hablamos esta semana con Francis Mojica, figura crucial en el desarrollo de la edición genética, hoy ya tan 'sencilla' de realizar como cortar y pegar trozos de ADN. Esta técnica, que ha revolucionado los laboratorios, no hubiera sido viable sin la tenacidad del microbiólogo alicantino, que recibió por ello el Premio Fronteras del Conocimiento en Biología y Biomedicina.

Martes, 16 de Agosto 2022

Tiempo de lectura: 6 min

A finales de los ochenta, cuando hacía su tesis, Francis Mojica (Elche, 58 años) descubrió unas misteriosas secuencias en el genoma de un microorganismo. Las llamó 'repeticiones palindrómicas cortas agrupadas y regularmente espaciadas' (CRISPR, por sus siglas en inglés). Nadie sabía por qué estaban allí. Mojica tardó 14 años en desentrañar el misterio. Un hallazgo científico con potencial para curar enfermedades hereditarias, pero también para cambiar la biología de cualquier especie; incluida la humana.

XLSemanal. La historia de CRISPR empieza con su investigación sobre un microbio en las salinas de Santa Pola (Alicante), allá por 1989, llamado Haloferax mediterranei

Francis Mojica. Es una arquea (organismo unicelular) que resiste la alta salinidad. Al surgir la vida en la Tierra, en aquellos caldos tan calentitos, había arqueas y bacterias, que evolucionaron de manera diferente. Las arqueas son unos bichos muy raros. Prefieren lugares inhóspitos.

XL Usted se pone a secuenciar el ADN de esa arquea y ve algo extraño.

F.M. Sí, unas repeticiones en las letras químicas del genoma que seguían un patrón regular. Digamos que el ADN está escrito en prosa, pero aquello era como leer poesía rimada. Me intrigó. ¿Por qué este bicho se molesta en repetir ese pasaje una y otra vez?

«No haber ganado el Nobel es un alivio. Hubiera sido estupendo por España, no por mí. Agradezco los reconocimientos, pero han supuesto un parón en mis investigaciones. No sé si un Nobel compensa»

XL. Le atrapó el misterio…

F.M. Sí. Y resulta que un patrón similar lo habían encontrado investigadores japoneses en la bacteria E. coli. Y holandeses, en la bacteria de la tuberculosis. Son dos bichos que odian la sal y son muy diferentes a nuestra arquea. Así que esas repeticiones debían de ser algo que estaba en los ancestros de los procariotas (organismos muy simples compuestos por una sola célula sin núcleo; a diferencia de animales y plantas, que son eucariotas).

XL. Y se pasa años investigando…

F.M. Pero no teníamos ninguna pista. Nada. Hasta que, en 2003, vemos una secuencia en la bacteria E. coli, que es idéntica a la de un fago (un virus que infecta a las bacterias). ¿Casualidad? Ampliamos el estudio y vimos que pasaba lo mismo con otro virus… ¡Pero era más raro aún! Porque, cuando la bacteria tenía la secuencia de cualquiera de sus enemigos, estos eran incapaces de atacarla… Y entonces caí. Era memoria genética.

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POR QUÉ PASARÁ A LA HISTORIA
En 1989, Mojica descubrió que ciertos pasajes se repetían de modo regular en el genoma de una arquea (un organismo unicelular). Llamó a esas repeticiones 'CRISPR'. En 2003 propuso que se trataba de un mecanismo inmunitario para recordar las infecciones y combatirlas. Su hipótesis resultó cierta.

XL. ¿La bacteria había escrito una chuleta de cada una de las amenazas para acordarse de ellas?

F.M. Eso es. ¡Estábamos viendo su sistema inmune!

XL. ¿Cómo fue su momento 'eureka'?

F.M. Era agosto. Mi mujer estaba en la playa. Yo prefiero estar en el laboratorio con el aire acondicionado. Salí del laboratorio y me fui para Santa Pola. Y le dije: «No te puedes imaginar lo que he encontrado. ¡Esto es la hostia!».

XL. Sospecho que lo miró con cara rara…

F.M. [Ríe]. Bueno, no sé si la convencí del todo… Pero es que no soy muy convincente. La revista Nature rechazó nuestro artículo. Varias más lo rechazaron. Hay gente que te vende humo y gente que tiene oro en las manos y no sabe venderlo. ¡Esto no era evolución al azar, esto era un sistema de inmunidad adquirida! Supongo que no se lo creían. Fue duro y frustrante.

XL. Hasta que consiguen publicar su hallazgo científico y, a partir de entonces, un campo que no le interesa a casi nadie le interesa a todo el mundo…

F.M. Sí, fue en 2005. La información corre como la pólvora. Se organiza un congreso en 2008. Aquello era oro, en efecto. Pero no se confirmó hasta que Jennifer Doudna y Emmanuelle Charpentier demuestran que CRISPR se podía aplicar a todo tipo de organismos, no solo a microbios.

«Digamos que el ADN está escrito en prosa, pero aquello —las letras químicas del genoma de la arquea que yo estudiaba— seguía un patrón regular. Era como leer poesía rimada. Me intrigó»

XL. Y llegan las aplicaciones prácticas, como Cas9, las famosas tijeras para cortar el código genético y cambiarlo.

F.M. Antes ya se podía, pero las herramientas eran cutres. Ahora es rápido y barato.

XL. Y también llegan las preocupaciones éticas…

F.M. Es un asunto al que es muy difícil meterle mano, incluso para los filósofos y los legisladores. Yo tengo mi propia opinión, aunque no guste.

XL. ¿Cuál es?

F.M. El potencial es enorme, pero ahora mismo todavía es muy peligroso hacer terapia. Estás introduciendo un monstruo en el genoma. La Cas9 es una máquina de cortar ADN que no tiene la precisión de un láser. Nuestro sistema inmune se basa en reconocer una secuencia y destruirla. En un procariota, con 3 millones de bases en su genoma, no es problema; pero en un eucariota, como nosotros, con 3000 millones, la probabilidad de encontrar una secuencia que coincide y que Cas9 la destruya por error no es desdeñable.

XL. ¿Quiere decir que las tijeras corten donde no deben?

F.M. Exacto. En una terapia, el riesgo debe ser menor a los beneficios. Y lo primero es garantizar la seguridad. Por ahora no hay ningún fármaco basado en CRISPR. Y los ensayos empezaron en 2015…

"Hacer individuos más guapos o inteligentes es sacar las cosas de madre, pero puede llegar"

XL. ¿Y utilizarlo para mejorar la especie?

F.M. Lo de hacer individuos más fuertes, más guapos o más inteligentes ya es sacar las cosas de madre. Pero puede llegar… Los humanos tenemos una diferencia evolutiva con los procariotas: podemos decidir. La evolución era azarosa, pero cada vez dejamos menos margen al azar.

XL. Usted decía que no le quitaba el sueño ganar el Nobel, ¿cómo lleva lo de haberse quedado sin él?

F.M. Es un alivio. La presión era muy grande. Hubiera sido estupendo, por España, no por mí. He recibido otros reconocimientos en los últimos años; entre ellos, el Fronteras del Conocimiento. Y los agradezco, pero han supuesto un parón en mis investigaciones. No sé si un Nobel compensa, yo creo que no, a no ser que tengas el ego por las nubes. A Doudna y Charpentier estaba claro que se lo iban a dar. Pero podían dárselo a un tercero y éramos varios candidatos. Ni siquiera yo lo tendría claro.

XL. A CRISPR se lo ha bautizado como el 'cortapega genético'… Esa facilidad para coger información y ponerla en otro sitio es muy de esta sociedad, ¿no cree?

F.M. Es que nos gusta cambiar las cosas, dejar huella. Y CRISPR nos permite cambiar lo intocable: el material genético. Cualquiera puede hacerlo, como el chino que modificó el genoma de los bebés

XL. Usted lleva más de 30 años investigando; haga balance.

F.M. Yo creía que no valía para investigar. Nunca he sido un tío brillante. Mi madre lo era. Un ama de casa muy lista. Mi padre, el pobre, era muy trabajador. Yo soy muy trabajador, pero un poco burro. Me cuesta entender las cosas. Por eso, mis alumnos dicen que soy buen profesor. Lo soy porque, si no me explican bien las cosas, no las entiendo. Hago un esfuerzo tremendo para hacerme entender.

XL. Hay más de mil patentes basadas en CRISPR, ¿por qué usted no ha sacado una?

F.M. Me importan un pimiento las patentes. Tengo un sueldo garantizado, no tengo hijos ni hipoteca… A mí lo que me interesa es comunicar lo que vamos descubriendo. La ciencia es compartir. Incluso la palabra 'CRISPR' la inventé yo. Si me dieran un céntimo cada vez se utiliza, ahora estaría forrado.