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Ojos de cristal en la Wellcome Collection.
LAS EXPOSICIONES mÁS EXTRAVAGANTES

Londres y sus locas colecciones

En los museos de la capital británica se pueden ver esqueletos de gigante, sandalias de clavos para fakires o muestrarios de cerebros. No es mal plan para Todos los Santos

CARLOS BENITO

Miércoles, 31 de octubre 2012, 18:11

Londres tiene alrededor de 250 museos, una lista inabarcable en la que, para colmo, aparecen algunas instituciones en cuyo interior se podrían invertir semanas enteras sin dejar de descubrir cosas interesantes, como el venerable e ineludible British Museum. Otros, como el de figuras de cera de Madame Tussaud, suelen dar la sensación de que se pasarán semanas enteras en la cola para entrar, pero eso es otra cuestión. El caso es que, por debajo de esos grandes focos de interés turístico que atraen a millones de personas cada año (las dos Tate, la National Gallery, el Museo de Historia Natural...), existe una constelación de recintos más modestos que albergan colecciones fascinantes. Y entre ellos se cuentan auténticos paraísos para las mentes inquietas, con muestrarios frikis que, a la vez que provocan sorpresa, abren nuevas ventanas en nuestro conocimiento del ser humano y la naturaleza.

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Muchos de esos museos, como los cuatro que vamos a destacar, tienen su origen en la fiebre coleccionista de los británicos ricos y cultos del pasado, que se traían o se hacían traer curiosidades antropológicas y zoológicas desde los más lejanos confines del imperio. El resultado suele ser un alegre batiburrillo de rarezas que algunas veces tienen un claro interés científico, pero otras solo parecen orientarse a complacer la curiosidad de quienes pagaron por ellas... y también la nuestra, claro.

Wellcome Collection

Le da nombre Henry Solomon Wellcome (1853-1936), un estadounidense hijo de un predicador ambulante. Wellcome acabaría fundando una multinacional farmacéutica, de las primeras en ofrecer los medicamentos en formato de tableta, y también está entre los pioneros del automovilismo y de la fotografía aérea. Su vocación coleccionista quedó marcada por el hallazgo, en la infancia, de una punta de flecha neolítica, y le duró toda la vida, hasta el extremo de hacerle reclutar un equipo de rastreadores que le enviaban piezas de todo el mundo, vinculadas de alguna manera con la medicina. La parte más destacada de la Wellcome Collection, instalada en un edificio moderno cercano a la estación de Euston, es la bautizada como Medicine Man, un conjunto alucinante de objetos entre los que se cuentan cinturones de castidad, amuletos fálicos, artilugios para impedir la masturbación, cabellos del rey Jorge III, un cepillo de dientes de Napoleón, momias peruanas, sandalias de fakir con suela de clavos, ojos de cristal, corsés metálicos o antiguas jeringas para lavativas.

Las exposiciones temporales, también gratuitas, exploran puntos de contacto entre medicina y arte y suelen ser muy interesantes: ahora mismo tienen obras de Georgie Meadows, un terapeuta que confecciona con máquina de coser retratos de personas ancianas o dementes, y el 16 de noviembre empieza una nueva muestra «turbadora, macabra y conmovedora» sobre la iconografía de la muerte. Ah, la cafetería de la Wellcome es luminosa y acogedora y en la librería siempre se encuentran cosas llamativas, aunque solo sea una postal diferente para enviar a casa.

183 Euston RoadMetro: Euston Square, Euston o Warren StreetEntrada gratuita

Hunterian Museum

John Hunter (1728-1793) fue un cirujano y anatomista escocés empeñado en comparar la estructura física de diferentes criaturas. Logró reunir miles de especímenes, de los que una parte se expone hoy en el museo que lleva su nombre, un poco escondido dentro del Real Colegio de Cirujanos. Lo que hay allí son fundamentalmente cuerpos o partes de cuerpos, de seres humanos o de animales, algunas veces sanos y otras muchas no: cabezas de cigarra, glándulas linfáticas de babuino, estómagos de gaviota o cerebros de tigre conviven con fetos humanos y con tejidos que llevan nombre y apellido, como el recto de Thomas Thurlow, obispo de Durham, que sufría hemorroides y murió de cáncer intestinal. La impresionante Galería de Cristal es una exhibición de relucientes frascos de cristal que contienen vestigios de vidas pretéritas, pero en el recinto también hay esqueletos como el de Charles Byrne, el Gigante Irlandés, que superaba los 2,30 metros de estatura, o el de Caroline Crachami, el Hada Sicliana, una niña diminuta que fue exhibida por toda Inglaterra. Con ocasión de los Juegos Olímpicos del pasado verano, el Hunterian alberga hasta diciembre una exposición temporal sobre anatomía y deporte de élite.

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35-43 Lincoln's Inn FieldsMetro: HolbornEntrada gratuita

Grant Museum Of Zoology

El punto de partida de este museo del University College es la colección de Robert Edmond Grant (17931874), un biólogo escocés que fue el primer profesor de anatomía comparada de esta institución académica y tuvo una tremenda influencia sobre el joven Charles Darwin. El Grant posee 67.000 piezas, incluidas algunas que no se descubrieron hasta la mudanza del año pasado: las anteriores dependencias del museo eran pequeñas y caóticas, aunque armonizaban extrañamente con la naturaleza de la colección, y durante el traslado se hallaron restos de cuya existencia nadie tenía ni idea. Por ejemplo, un cajón con huesos de cocodrilo contenía también medio esqueleto de dodo, el ave de las islas del Índico que se extinguió en el siglo XVII. El museo se ha reubicado en una biblioteca eduardiana y ha incorporado nuevas tecnologías, pero mantiene el sabor añejo de su muestrario de historia natural: cráneos de elefantes y rinocerontes, un esqueleto de anaconda, una colección completa de cabezas seccionadas en dos, otra de cerebros, las astas de 3,6 metros de envergadura de un ciervo gigante prehistórico (un representante de la Universidad las compró a un hotel de Irlanda, que las tenía colgadas de la pared) o un famoso frasco abarrotado con dieciocho topos preservados en líquido.

No conviene olvidar que una de las mayores curiosidades del University College está fuera del museo: en el edificio principal, sentado dentro de una cabina de madera, se encuentra el esqueleto del filósofo Jeremy Bentham, ataviado con sus propias ropas y con una cabeza de cera. Él mismo pidió que su cuerpo se preservase de esa manera. En realidad, la idea era que la cabeza fuese la auténtica, pero la momificación no dio buenos resultados.

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21 University StreetMetro: Euston Square o Warren StreetEntrada gratuita

Horniman Museum

Este apellido sí les suena, ¿verdad? El inglés Frederick John Horniman (1835 -1906) fue el heredero de Hornimans, el imperio del té fundado por su padre, que se forró gracias a su iniciativa de emplear sistemas mecánicos para rellenar las bolsitas. El hijo empleó buena parte de la fortuna en canalizar su pasión por el coleccionismo, con viajes por todo el mundo para reunir objetos relacionados con la historia natural, la etnografía y la música, y fundó el museo que lleva su nombre. El Horniman, apartado del centro y con una colección de 350.000 piezas, es mucho menos inquietante que las otras propuestas de esta página y supone un plan estupendo para hacer con niños en un día soleado, ya que los jardines forman parte de la atracción: reabiertos la pasada primavera, incluyen áreas temáticas como un paseo musical, con instrumentos que cualquier pequeño visitante puede emplear para destrozar la paz del lugar y los nervios de los adultos. El museo tiene un acuario y varias colecciones bien surtidas, como la de máscaras de distintas culturas o la de animales disecados. El emblema del Horniman es una morsa atiborrada de relleno, porque el pobre taxidermista del siglo XIX no había visto jamás un ejemplar vivo y desconocía que esta especie presenta arrugas en la piel.

100 London Road (Forest Hill)Tren/London Overground: Forest HillEntrada gratuita excepto el acuario

Y aún hay más...

Si a alguien le sabe a poco esta acumulación de anatomía e historia natural, puede acercarse al museo de la Asociación Dental Británica, que repasa la evolución de la odontología, o al Old Operating Theatre, un quirófano del siglo XIX donde se amputaba sin anestesia.

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