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ISLA MUJERES

Las mujeres que leemos en los libros

La antisistema Lisbeth Salander, protagonista de la saga ‘Millennium’, rompió moldes, pero como ella hay muchas. Repasemos los grandes personajes femeninos de la literatura

ITSASO ÁLVAREZ

Jueves, 12 de septiembre 2013, 11:41

Hay mujeres que han salido de historias literarias y se han quedado en nuestra memoria para siempre. Uno de los personajes femeninos que ha roto moldes es Lisbeth Salander, la heroína inventada por Stieg Larsson en la saga 'Millennium'. Su ficha policial resume que mide poco más de 1,50 m; pesa 40 kilos; luce el cabello al estilo punk y un cuerpo plagado de tatuajes y piercings. Aunque tiene 24 años, parece una cría de catorce y su imagen se asemeja a la de un ángel caído al que le hubieran amputado las alas. Es una mujer de pocas palabras, cuyo mutismo es casi autista. Por eso, dicen que solo "tiene dos neuronas, una para respirar y otra para mantenerse en pie". Además, le importa un bledo la posición social, vive soltera y sin compromiso y es bisexual. Dedica su tiempo a hackear sistemas informáticos. Nunca se rinde. Es obstinada y se niega a jugar su papel de víctima. De la antisistema Lisbeth Salander se dice que se ha convertido en la gran heroína del siglo XXI. Un personaje fascinante.  Otra rebelde es Julia. Linotipista en el Ministerio de la Verdad, Julia es uno de los personajes creados por George Orwell para protagonizar su novela '1984'. En un mundo donde todo está controlado, empezando por el pensamiento, el sexo es delito y se prescribe la abstinencia sexual. Julia, aunque cree las proclamas del partido, admite cierta flexibilidad y practica en secreto el amor libre, una libertad que pagará caro.

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Podríamos situar a Julieta Capuleto, el personaje legado por el dramaturgo inglés William Shakespeare, y a Doña Inés en 'Don Juan Tenorio' (José Zorrilla), mujer capaz de redimir al seductor más profesión al y despiadado, como las más enamoradas de entre las enamoradas. Entre las más fieles y leales a su pareja encontramos a Penélope (Homero, 'La odisea'), quien aguarda esperanzada el regreso de su marido y, a pesar del enorme tiempo transcurrido, no deja de urdir sutiles artimañas que le permitirán eludir la presión de sus ávidos pretendientes. Y a lealtad pocas le ganan también a la Antígona de Sófocles, quien no duda en poner en peligro su vida por honrar la sepultura de su hermano.

Las más apasionadas

Anna Karenina (León Nikolaievich Tolstoi) representa el amor en forma de fuerza violenta y subyugadora, áspera y henchida de sensualidad. Su característica es el halo de seducción que la rodea. Su drama es el de un amor que nace de aquella misma sociedad en la que vive. Apasionada tanto o más que Ana Ozores ('La Regenta', Leopoldo 'Clarín' Alas). Huérfana criada entre la mezquindad de unas viejas tías, se ve obligada a casarse con el Regente, hombre poco apropiado, por edad y carácter, para las ilusiones de un amor juvenil. Pronto se ve acosada por dos hombres, el 'Don Juan' de la pequeña capital y el Magistral de la Catedral, un ambicioso clérigo. La Regenta, entre ambos, se hunde en un abismo sin remedio de sufrimiento y dolor. La vida también vapulea a Scarlett O'Hara ('Lo que el viento se llevó', de Margaret Mitchell), pero ella se debate sin remilgos.

Hay personajes literarios femeninos que asumen su papel de matriarcas y lo bordan, como Úrsula Iguarán en 'Cien años de soledad' (Gabriel García Márquez). Ella es la columna vertebral de la novela y, con su fuerte presencia, representa el sostén de todos los personajes con sus trasiegos a través de las páginas. Y como Bernarda Alba, una vieja terrible, pétrea, trazada a un solo rasgo en la obra de Federico García Lorca. Es el imperativo categórico de la vida social rural. Todo un escenario de mujeres se centra en torno a sus sayas. Al contrario que Úrsula, el matriarcado que ejerce Bernarda  no es benéfico sino tiránico, haciendo valer sus imposiciones sobre su prole y consiguiendo precipitar la catástrofe que, sin embargo, no ablandará su pétreo carácter. Bernarda es una mujer indómita y nada puede cambiar ese hecho.

De entre las más perversas tenemos a Bellatrix Lestrange ('Harry Potter y las reliquias de la muerte', J. K. Rowling), cruel mujer a quien no le tiembla la mano para torturar, maldecir y asesinar a cualquiera que se oponga a los designios de su señor. Esa fidelidad le lleva a convertirse en una de las principales mortífagas (los seguidores del mago oscuro Lord Voldemort), y en figura clave en el desarrollo de la historia. Se asemeja en siniestra a Milady de Winter ('Los tres mosqueteros', Alejandro Dumas padre). Bella espía al servicio del Cardenal Richelieu, ejecuta con extrema frialdad las órdenes que recibe de Su Señoría, incluso aunque para ello deba recurrir al crimen. Ya desde niña había mostrado inclinación por el delito, y lleva la marca de la flor de lis a causa de un acto de felonía y robo.

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Para enigmáticas, la Emperatriz Infantil en 'La historia interminable' de Michael Ende, y 'Rebeca' (Daphne du Maurier). En el primer caso, el misterio envuelve a la fémina con más títulos que la Duquesa de Alba (Señora de los Deseos, la de los Ojos Dorados, etcétera). Es el ser más viejo de toda Fantasía, pero tiene apariencia de niña. Tiene poder, pero no lo utiliza, ni interfiere en la vida de los fantasíos. Si la Emperatriz Infantil muere, es sabido que toda Fantasía morirá también. En el segundo caso, uno de los más intensos personajes femeninos de la historia es un fantasma. La fallecida Rebeca marca el día a día de las personas de la casa en que vivió.

Otro gran personaje de la literatura occidental es Anna Christie (Eugene ONeill). Para el autor "no somos ángeles o demonios: somos ángeles y demonios", y así es Anna, una mujer tan pura que nos extraña que caiga en el vicio. Su entrada en la prostitución resulta confusa, así como su contraste entre debilidad y fuerza que al final de la obra demuestra. Deshecha por la vida, lleva dentro una posibilidad de amor y nobleza.

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Observadoras y perspicaces

¿Y qué hay de Clarisa Dalloway ('La señora Dalloway', Virginia Wolf)? Es una mujer madura en plena menopausia física y mental. Está dotada de una sensibilidad parecida a la de su creadora y de una extraordinaria capacidad de sentir la esencial significación de los objetos, los acontecimientos y las personas. Observadoras y perspicaces son asimismo Jane Marple, protagonista de trece novelas y varios relatos de Agatha Christie, y la doctora Kay Scarpetta, un personaje que protagoniza hasta ahora 19 libros de Patricia Cornwell. Ay, como engañan ambas La primera, presuntamente lastrada por su condición de mujer anciana, solterona y de salud frágil, habitante de un pequeño y apartado pueblecito, consigue superar en base a su conocimiento de la naturaleza humana cualquier prejuicio y alzarse, movida por un profundo sentido de la justicia, como digna adversaria de los más peligrosos criminales. Por su parte, Scarpetta, es forense, pasa de los 40, está divorciada y no tiene mucho trato con su familia, con la excepción de su sobrina Lucy, un genio de la informática con solo diez años. Su manera de resolver los crímenes se basa en deducciones y pruebas científicas.

Algo más que un personaje literario es Emma Bovary ('Madame Bovary', de Gustave Flaubert, publicada en 1847). Su peripecia inaugura una temática, la de la mujer adúltera, que va a tener réplicas en muchos países a lo largo del siglo XIX. Emma acaba siendo una víctima de las ansias de pasión. Su matrimonio con un viudo aburrido, pero bondadoso y enamorado de ella, la fatiga pronto y la precipita en los brazos de amantes que nunca están a la altura de lo que ella desea y acaban huyendo de su lado pero atemorizados ante esta mujer imposible de dominar. Y es que Emma, confundida con sus lecturas adolescentes, busca un hombre ideal que no existe en la realidad.

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De sobra conocida es Jane Eyre (en la obra de Charlotte Brönte), un personaje vivo, ardiente y rebelde, muy religiosa pero dispuesta a denunciar la gazmoñería farisaica y la hipocresía de las convenciones de su tiempo. Y qué decir de Lolita (Vladimir Nabokov), sin duda uno de los mitos eróticos del siglo XX. Lolita es una niña vulgar que masca chicle y tiene una nada seductora mentalidad infantil. La sensualidad de esta niña de 11 años está más bien en la miada de Humbert, el maduro caballero europeo instalado en Estados Unidos obsesionado con ella.

Vidas de novela

Restan muchas más. Las intrépidas Rosaura ('La vida es sueño', Calderón de la Barca) y Éowyn ('El Señor de los Anillos', Tolkien); las idealizadas Beatriz ('Divina comedia', Alighieri Dante) y Dulcinea del Toboso ('Don Quijote de la Mancha', Miguel de Cervantes y Saavedra); la valiente y entregada Anne Fierling ('Madre Coraje y sus hijos', Bertolt Bretch); la atormentada Blanche Du Bois ('Un tranvía llamado deseo', Tennessee Williams); la hermosa y carnal 'Carmen' de Prosper Merimée; 'Celestina' de Fernando de Rojas, uno de los más grandes personajes que ha dado la literatura española; la sincera y coqueta Daisy Miller (Henry James); la independiente Isabel Archer ('Retrato de una dama', Henry James); 'Lisístrata', "la que disgrega a los ejércitos", de Aristófanes; la cortesana Margarita Gautier ('La dama de las camelias', Alejandro Dumas hijo); Perfecta, segura de sí misma ('Doña Perfecta', Benito Pérez Galdós); 'Yerma', la madre fracasada, la mujer sin estéril (en otra novela de Federico García Lorca); 'Naná', la protagonista de la novela de Émile Zola; la rompedora Jo March en 'Mujercitas' (Louisa May Alcott), que escribía y leía y se negaba a considerarse sólo carne de matrimonio

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