La leyenda de Ico, la princesa canaria hija de un navegante vizcaíno
TIEMPO DE HISTORIAS ·
Una sola crónica revela la historia de Martín Ruiz de Avendaño, que fue acogido en la isla de Lanzarote tras sufrir un temporal en 1377Domingo, 28 de noviembre 2021
Las Canarias fueron conquistadas entre 1402 y 1496 pero antes, desde finales del siglo XIII, recibieron visitas esporádicas de navegantes europeos. En el caso de ... Lanzarote, entre la llegada del italiano Lancelotto Malocello y la conquista por parte de los normandos Gadifer de la Salle y Jean de Bethencourt, la isla recibió varias expediciones, una de ellas protagonizada por un navegante vasco. La aventura de Martín Ruiz de Avendaño destaca de las de los otros comerciantes, exploradores y traficantes de esclavos que arribaron allí porque, según la crónica que la recoge, fue tan bien recibido que tuvo una hija, la princesa Ico, con la reina local, Fayna.
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Este episodio sorprendente se recoge en una sola fuente que además es bastante tardía. Es la 'Historia de la conquista de las siete islas de Canaria', fechada en 1632, obra del franciscano Juan de Abreu Galindo. Se trata al parecer un copista anónimo que recogió el texto inacabado de la 'Historia de las islas Canarias' de Gonzalo Argote de Molina, muerto en 1596.
La crónica cuenta que «cuando el capitán Juan de Bethencourt y Gadifer de la Salle vinieron en demanda de estas islas, era rey de la isla de Lanzarote, o señor, un natural de ella que se decía Guadarfia, que decían ser hijo de un capitán cristiano que con temporal arribó a esta isla de Lanzarote». Narra el texto que «reinando en Castilla el rey D. Juan I», se formó una «armada por la mar de ciertos navíos, y puso por capitán de ellos a un caballero vizcaíno que se decía Martín Ruiz de Avendaño, el cual corría toda la costa de Vizcaya y Galicia e Inglaterra, que sería por el año de 1377, poco más o menos, el cual navegando le dio temporal que les hizo arribar a Lanzarote». Allí «los isleños lo recibieron de paz y le dieron refrescos de lo que en la tierra había de carne y leche, y queso para refresco de su armada». Avendaño fue «aposentado en la casa del rey, que se decía Zonzamas».
«Tenía este rey una mujer, llamada Fayna, en quien hubo Martín Ruiz de Avendaño una hija que llamaron Ico en este acogimiento y hospedaje, la cual Ico fue muy hermosa y blanca, siendo todas las demás isleñas morenas ella sola había salido muy blanca». En este punto el texto se desentiende del marino vasco y centra su atención en Ico, que «casó con Guanarane, rey que fue de aquella isla por muerte de un hermano suyo llamado Tinguafaya». Guanarame e Ico tuvieron un hijo, Guadarfia, pero al morir el primero «hubo disensiones entre los naturales isleños diciendo qué Ico no era noble por ser hija de extranjero y no de Zonzamas».
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La prueba del humo
Se decidió resolver el asunto mediante una ordalía, es decir, una prueba ritual. Encerraron a la princesa en una casa con tres criadas y la llenaron de humo: «Si Ico era noble no moriría, y si extranjera sí». Pero «había en Lanzarote una vieja –dice el texto–, la cual aconsejó a Ico que llevase una esponja mojada en agua, escondida, y cuando diesen humo se la pusiese en la boca y respirase en ella». Así lo hizo la princesa, que sobrevivió a la prueba –no así sus tres desdichadas acompañanates–. «Sacaron a Ico con gran honra y contento, y alzaron por rey a Guadarfia, y éste fué el que halló Juan de Bethencourt al tiempo de la primera venida a esta isla». Fin.
Este relato ha sido discutido por sus incoherencias –en 1377 Juan I no era todavía rey, Guadarfia aparece como hijo de cristiano pero también como hijo de Guanarame...– y porque la anécdota no aparece en ninguna otra fuente, sobre todo en 'Le Canarien', la crónica de la conquista normanda, escrita al dictado de Gadifer de la Salle y Juan de Betencourt. También se ha debatido si se trata de una prueba de que los majos, los aborígenes de Lanzarote, practicaban la hospitalidad de lecho –ceder a la mujer o compañera a un huésped en cortesía–, costumbre que al parecer sí se practicaba en La Gomera.
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¿Quién era Martín Ruiz de Avendaño?
¿Pero quién era este Martín Ruiz de Avendaño y qué hacía navegando cerca de Canarias? Según escribe Rafael Sánchez Saus, Catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Cádiz, este marino ha sido identificado «con el del mismo nombre que en 1397 dirigía, con Martín Ruiz de Arteaga, las operaciones navales contra Portugal en las costas gallegas y que en 1405 estaba al frente de la flota de cuarenta naos concentradas en Santander con órdenes de Enrique III de instalarse en Bretaña y proteger de los corsarios ingleses las rutas atlánticas». Añade el mismo historiador que Martín Ruiz de Avendaño no era sólo un experimentado hombre de mar, «sino el representante de uno de los principales linajes vizcaínos del momento». Nacido entre 1340 y 1350, «fue señor de Villarreal de Álava y de las casas de Urquizu y Olaso. Igualmente, fue ballestero mayor de Juan I y de Enrique III».
Por su parte, Ernesto García Fernández, catedrático de historia medieval de la UPV/EHU, detalla en su artículo 'El linaje Avendaño' que Martín Ruiz de Avendaño «fue un hombre activo comprometido con las empresas terrestres y marítimas de la monarquía castellana. Fernán Sánchez de Tovar, su abuelo, capitaneó en 1359 una galera de la flota dirigida contra Pedro I de Aragón en el Mediterráneo y su tío abuelo homónimo, fue almirante de Castilla entre 1373 y 1384».
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¿Una iniciativa personal?
En 1397, veinte años después de su aventura canaria, aparece «al servicio de don Diego Hurtado de Mendoza, almirante de Castilla, en operaciones navales realizadas en las costas de Galicia contra los portugueses». En 1405 capitaneó una flota «dispuesta a socorrer a los reyes franceses y a los transportistas y mercaderes que realizaban sus operaciones comerciales a través del Golfo de Vizcaya de las acometidas de los corsarios ingleses.» Participó además en los enfrentamientos por el ducado de Guyena entre Carlos VI de Francia y Enrique V de Inglaterra, en los que Castilla tomó partido por el primero.
En opinión de Sánchez Saus, la expedición a Canarias que mandó en 1377 hubo de hacerse, como mínimo, con conocimiento y autorización del almirantazgo» y su objetivo bien pudo ser «prevenir movimientos portugueses en esas aguas». Sin embargo, García Fernández considera que «la cuestión de si esta expedición fue algo oficial es un tema complicada de resolver. Me da la impresión de que no lo fue, sino que se trató una iniciativa privada», explica a EL CORREO. «Pudo ser perfectamente una empresa organizada por su cuenta».
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La de Martín Ruiz de Avendaño «es una familia muy bien posicionada y con múltiples intereses. Él es señor de Villarreal, cerca de Vitoria, pero también tenía intereses cerca de Bilbao, donde tenía un castillito. Estaba muy bien conectado en los entramados familiares no solo en el País Vasco, sino en el conjunto de la corona, sobre todo en Sevilla, y esto le va a permitir dar el salto a empresas del calibre como esta de la llegada a Canarias –añade el medievalista–. La escuadra que vino a comandar este señor no tuvo que venir necesariamente del norte. Partió de Sevilla aunque a ella se pudieron sumar barcos guipuzcoanos y vizcaínos».
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