El avión nazi que se estrelló en Güeñes
El 30 de agosto de 1940, un bombardero Do 17Z que se había perdido tras una incursión sobre Inglaterra cayó con el depósito casi vacío en esta localidad
Julio Arrieta
Domingo, 5 de junio 2022
El impacto despertó a los vecinos de Güeñes, en la madrugada del 30 de agosto de 1940. Un avión se había estrellado contra el ayuntamiento. Alarmados, muchos acudieron para tratar de socorrer a los posibles heridos. Pero nadie había sobrevivido. Algunos se fijaron en los signos de las alas. Eran esvásticas. La localidad encartada acababa de entrar a formar parte de la historia de los incidentes aéreos de la Segunda Guerra Mundial en España.
La tripulación
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Aviadores Los muertos en Güeñes eran Günter Hesse (piloto), Helmut Hanschke (bombardero), Hans Meinicke (mecánico) y Hans Marschner (operador de radio). Los tres primeros están enterrados en el cementerio alemán de Berneuil, en Francia. Se ignora el paradero del cuarto.
La censura franquista evitaba que este tipo de sucesos fueran noticia en la prensa, sobre todo cuando los protagonizaban alemanes. Pero en este caso no fue así y el accidente se publicó el mismo día, en la tercera página del diario vespertino bilbaíno 'Hierro'. «Accidente de aviación en Güeñes», decía el titular. «El comandante del puesto de la Guardia Civil de Aranguren comunica a las autoridades que esta mañana, a las cuatro, cayó un avión alemán sobre la casa consistorial de Güeñes». La noticia añadía que el aeroplano «llevaba marcada una cruz gamada y otra roja, y junto al aparato aparecieron muertos los cuatro aviadores que lo tripulaban. Se supone que a causa de la niebla el aparato sufrió un despiste». No se decía que se trataba de un avión militar.
El mismo diario falangista aportaba más detalles al día siguiente. «En relación con el triste suceso de Güeñes» aseguraba 'Hierro' que «el vecindario de dicho pueblo expresó su condolencia desde el primer momento por la muerte de los cuatro alemanes que pilotaban el aparato. Las señoritas de la localidad colocaron flores sobre los ataúdes en que fueron depositados los cadáveres. Estos habían sido envueltos en la bandera nacional española» y preparados para su traslado «a la frontera, para su entierro en Alemania».
El cónsul alemán en Bilbao, Friedhelm Burbach, que había sido el primer representante que tuvo el Partido Nazi en España y Portugal en 1933, se desplazó a Güeñes y se mostró «muy agradecido a los vecinos y a todas las autoridades por las facilidades» que habían prestado «para atender los deseos del agregado del Aire en la Embajada de Alemania».
Los aviadores fallecidos «eran un oficial, dos suboficiales y un cabo. El cónsul de Alemania, con todo el personal del Consulado, y numerosos miembros de la colonia, que se habían trasladado a Güeñes al tener conocimiento del accidente, tributaron a los cadáveres una emocionante despedida, con los '¡Presentes!' de ritual».
Ese día también recogieron la noticia los diarios matutinos de Bilbao, 'La Gaceta del Norte' y 'El Correo Español'. «Un avión alemán cae en Güeñes y perecen sus tripulantes» tituló el primero. Afirmaba que el aeroplano, «que a causa de la niebla llegó despistado a zona española», había dado varias vueltas sobre Güeñes antes de estrellarse contra su casa consistorial, que «sufrió daños».
¿Un quinto tripulante?
'La Gaceta' aseguraba también que los tripulantes «se lanzaron con el paracaídas, pero no tuvieron tiempo suficiente y cuatro perecieron». Contradiciéndose, añadía que dos de los cadáveres «aparecieron en la cabina», mientras que «los cuerpos de los otros dos aviadores alemanes quedaron cubiertos en el suelo por la tela de sus paracaídas». Especulaba además sobre la falta de «un quinto tripulante, que también debió arrojarse en paracaídas, aunque no se sabe si se produciría la muerte también». Según 'La Gaceta', «parece que el aparato rozó con algún picacho y se le rompió parte de la cola. Por otro lado, en el depósito de gasolina no se hallaron más que unos pocos litros de esencia».
En cuanto a 'El Correo Español', contaba que «el aparato, en su caída, alcanzó a otro edificio colindante» al ayuntamiento. «Puesto el caso en conocimiento de las autoridades y del consulado alemán, se trasladó a los pocos momentos al lugar del suceso la autoridad militar para instruir las diligencias pertinentes». Según este diario, «todo el pueblo de Güeñes, con las autoridades locales, asistió respetuosa y condolidamente al triste acto» de recuperación de los cadáveres.
En ningún periódico se explicó que el avión era un bombardero ligero bimotor Dornier Do 17Z. Según revelaba el indicador del fuselaje,7T+GL, formaba parte del Kustenfliegergruppe 606, con base en el aeródromo bretón de Lannion desde el 31 de julio de 1940. Desde allí, sus aviones, Do 17Z y Ju 88A, cruzaban el canal de la Mancha para bombardear Inglaterra. El mismo día del accidente de Güeñes, 'Hierro' informaba en su primera página sobre la intensidad de estos ataques: «800 kilómetros de costa bombardeados». «Formaciones aéreas alemanas han despegado de nuevo esta mañana en dirección a la Gran Bretaña, pasando sobre la Mancha. Se trata de bombardear objetivos militares importantes en Inglaterra meridional. Hasta el momento se ignoran detalles».
Memoria local del incidente
En Güeñes se tiene cierta memoria popular del suceso. Varios vecinos coinciden en el dato de que el avión en realidad chocó con un árbol, «una secuoya del jardín de los Salcedo», para caer sobre el ayuntamiento. Un vecino de Zalla, nieto de un residente en Güeñes en tiempo del accidente, señala que el impacto fue contra «dos secuoyas existentes todavía hoy en un jardín a unos metros del antiguo ayuntamiento». Otro residente aporta el detalle, que no recogió la prensa del momento, de que hubo un herido local: «Un ciclista de Galdames, que iba a trabajar a la papelera y chocó contra los restos». El mismo informante precisa que el Do 17Z «se estrelló entre el ayuntamiento y la casa del cura, en cuyo bajo estaba ubicado el almacén agrícola ganadero propiedad del alcalde, Pedro Urrutia, conocido como 'Buso'. Policarpo Lasuen, secretario del consistorio que vivía justo encima de donde cayó el avión, se llevó el susto de su vida». Pasado el sobresalto, «la gente lo disfruto mucho». Además, «desaparecieron las pistolas de tres alemanes, y hubo mucho oscurantismo oficial respecto al suceso, chismes infinitos».
Cómo uno de estos bombarderos llegó hasta Bizkaia es un misterio. Parece que se perdió al volver a su base, sobrevoló toda la península de Bretaña y se adentró en el mar. Pero no se entiende por qué no viró hacia la costa de Francia, país entonces ocupado por los nazis, y siguió volando hacia el sur hasta que alcanzó Bizkaia con el depósito en las últimas.
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