Viñetas

Fui a comprar leche y se la habían llevado toda. Las estanterías estaban vacías. No quedaba ni una caja. Por la huelga del transporte, obvio. La gente se asusta y hace acopio. La semana pasada ocurrió lo mismo con el aceite de girasol. Por lo de Ucrania. La gente compra un montón de botellas por si acaso. Por si acaso, ese es el tema. Nos hemos convertido en una especie (en la única especie) que hace las cosas por si acaso. Vivimos en la anticipación y en el temor constante de que en cualquier momento ocurra lo peor.

En noviembre se habló del gran apagón, ¿te acuerdas? Alguien lo mencionó como posibilidad y ya estábamos todos locos con ese tema. Te lo decía tu hija: ¡imagínate un gran apagón, qué horror! En fin, el caso es que nosotros también fuimos a comprar el hornillo. Todo el mundo quería un hornillo. Fue una avalancha. Pero cuando llegamos al centro comercial ya estaban todos vendidos. Mejor, dijo mi mujer. Y sí, tuvimos suerte. Porque, luego, toda esa pobre gente allí con esos tristes hornillos en sus cajas. Antes de montarse en el coche ya se habían arrepentido. Lo pensé entonces. ¿Dónde los meterán cuando lleguen a casa?, me preguntaba contento de no haber podido comprar uno. También se agotaron las linternas, creo.

Somos una especie estresada. Una vez oí decir a un antropólogo que el miedo nos ha traído hasta aquí. Que sin él, nos habríamos extinguido hace mucho. El miedo forma parte de nuestro ADN, al parecer. Tenemos las casas llenas de cosas por si acaso. Es como lo de ahora con el armamento. De repente, hay que hacer acopio de armamento. Parece que urge. Venga, a comprar, a comprar. Más armamento. Hay que tener un armamento respetable. ¿Para qué? Pues para que nos respeten, ¿para qué va a ser? ¿No has oído hablar del Ministerio de Defensa? Son los que se supone que se encargan de organizar la defensa. Por si acaso. Por si alguien nos ataca. Tienen que estar ahí. Si no estuvieran ahí ya nos habrían atacado, ¿no? Así que tienen que estar. Aunque no hagan nada. Están vigilantes, se mantienen preparados. Tienen que comprar nuevas armas. Lo están haciendo todos los países, te lo dicen con énfasis.

Es como si lo viera en dibujos animados: todos comprando armas, llenando sus almacenes. Y al lado, las fábricas de armas echando humo. Y en la última viñeta, los dueños de esas fábricas fumándose un puro. O lo que fumen ahora.