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Trampa letal en el mar: los cargueros pierden casi cuatro contenedores al día
La marea de pellets está causada por uno de los cuatro depósitos que perdió el 'Toconao' pero en otros accidentes se han perdido cajones con ácido sulfúrico o toneladas de juguetes de plástico
Óscar Beltrán de Otálora
Jueves, 11 de enero 2024, 18:38
La actual marea de pellets que se está depositando en las playas del Cantábrico tiene su origen en un solo contenedor que trasladaba 26 toneladas de estas minúsculas microesferas de plástico utilizadas para fabricar envases y que se cayó del barco 'Toconao' cuando atravesaba aguas portuguesas. Este accidente no es un hecho aislado en la navegación mundial. En 2022, un total de 660 cajones metálicos se precipitaron al mar desde el barco que los trasladaba, según el World Shipping Council (WSC), el organismo que regula el tráfico marítimo global. En la última década, la media de contenedores que han acabado en el mar es de 1.200 al año.
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La cifra no debe interpretarse como una evidencia de que este tipo de accidentes son comunes. Cada año, la navegación mundial desplaza un total de 250 millones de contenedores a lo largo del globo, por lo que los contenedores perdidos son una milésima parte de total de carga embarcada (el 0,00052%). Sin embargo, esa cifra no es baladí. Algunos de los contenedores que se han desprendido en los últimos años estaban cargados con productos altamente tóxicos, algo que puede ser muy grave si se tiene en cuenta que cada depósito pude transportar 26 toneladas de mercancías en su interior. Además, los materiales, si quedan a la deriva, pueden ser un riesgo para la navegación.
Según los estudios del WSC, en la mayoría de los casos, las pérdidas de contenedores están relacionados con errores humanos en la estiba de la carga. Sin embargo, también se pueden producir por fuertes golpes de mar o por la fatiga de materiales de los propios cajones metálicos. En el caso del oleaje, los expertos ademas han analizado cuál es el mayor factor de riesgo para un barco con contenedores a la hora de enfrentarse a los golpes de mar.
Según este estudio, la mayor amenaza se ha bautizado como 'parametric rolling' (balanceo paramétrico). Esta situación se produce cuando las olas golpean la proa del barco en ángulo. Uno de los efectos de este oleaje es que el navío entra en un movimiento de oscilación sincronizado con el oleaje que, unido al cabeceo del carguero, crea una vibración tan potente que hace que los contenedores rompan sus amarres y caigan por la borda. Este peligro, según el WSC, ha ido en aumento en los últimos años por el cambio climático, en especial, en el Pacífico sur. En esta región del globo, la que mayor tráfico de cargueros soporta por ser la conexión entre China y Estados Unidos, ha experimentado un aumento de las condiciones extremas en el mar en los últimos años que ha afectado a la navegación.
Ácido sulfúrico
En el caso del 'Toconao', junto con el contenedor con pellets se desprendieron otros cuatro que almacenaba neumáticos, barras de aluminio y rollos de papel film. Esta carga es menos peligrosa que la que llevaban otros barcos que perdieron sus contenedores. En marzo de 2018, por ejemplo, el carguero 'Maersk Shangai' se enfrentó a vientos de 104 kilómetros por hora cerca de las costas de Carolina del Norte. En la tempestad perdió 70 de los 3.000 cajones que transportaba. La carga era ácido sulfúrico y los rescatadores no pudieron recuperar todos los contenedores y varias toneladas de productos contaminantes se vertieron al mar.
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En cuanto al tamaño de la pérdida de estos depósitos, uno de los más importantes tuvo lugar en 2011, en el naufragio del carguero 'Rena' en Nueva Zelanda. Esta barco embarrancó al colisionar con el arrecife Astrolabio y comenzó a perder su carga consistente en 1.830 contenedores con sustancias químicas y 1.733 toneladas de fuel pesado. Después de que una tormenta alcanzase al barco encallado perdió un total 830 contenedores. El Gobierno de Nueva Zelanda tuvo que destinar 700 millones de dólares para paliar el desastre ecológico del barco.
El problema con los contenedores está relacionado también que ver con las cajones que quedan a la deriva, no son localizados y, tras varios años, comienzan a perder la mercancía. Uno de los incidentes más emblemáticos de este tipo de accidentes comenzó a registrarse en los años 80 en las costas de la Bretaña francesa. De forma periódica, las playas se llenaban de teléfonos de plástico anaranjados con la forma de Garfield, el gato de las tiras cómicas. Durante tres décadas fue imposible descubrir el misterio. Hasta que en 2019 un grupo ecologista local consiguió localizar un contenedor que había quedado atrapado en el interior de una cueva situada en una zona de difícil acceso de la costa e iba perdiendo su carga de juguetes cada vez que se producía una tormenta.
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