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«El señor me dijo: '¿Vosotros matáis?'»

Uno de los dos presuntos sicarios del crimen de Ardines confesó ante la instructora cómo el supuesto inductor les encargó el asesinato

Jueves, 14 de octubre 2021, 03:14

En dos semanas comienza el juicio del crimen de Javier Ardines, el concejal de Izquierda Unida de Llanes asesinado el 16 de agosto de 2018, ... cuando salía de su casa, en Belmonte de Pría, para ir a navegar. A partir del 29 de octubre, en el banquillo se sentará Pedro Nieva, vecino de Amorebieta y presunto inductor del asesinato por celos, ya que su mujer mantenía una relación extramatrimonial con el político asturiano. Junto a él, los dos supuestos matones, Djilali Benaita y Maamar Kelii, dos argelinos afincados en los barrios bilbaínos de Rekalde y Otxarkoaga, y un amigo de Nieva, Jesús Muguruza, residente en Erandio, que supuestamente actuó como intermediario.

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Han pasado dos años y medio del asesinato, que fue investigado por la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil en colaboración con la Policía Judicial de Llanes. Los agentes detuvieron a los cuatro presuntos implicados en febrero de 2019, unos meses después de los hechos. Tras su arresto, uno de ellos, Djilali Benaitia, reconoció parcialmente ante la jueza instructora los hechos que se le imputaban, aunque ofreció una versión claramente autoexculpatoria. EL CORREO y EL COMERCIO han accedido a esta estremecedora declaración, que forma parte del sumario, durante el trabajo de preparación de un podcast sobre el caso que empieza a publicarse hoy en todos los medios digitales del grupo Vocento.

Claves del juicio

Benaitia detalla durante más de veinte minutos cómo fue primero Jesús Muguruza quien le propuso en julio de 2018 «dar una paliza» a Javier Ardines. Según le contó, Pedro Nieva estaba «triste, de bajón» y cuando le preguntó qué le pasaba, éste le confesó que había descubierto que su mujer «le engañaba», «que se enteró porque había puesto el móvil a grabar bajo una servilleta en una mesa y había escuchado una conversación».

Una de las claves del juicio será determinar si el supuesto encargo era para matar a Ardines o simplemente para darle un escarmiento. Según Benaitia, en la segunda reunión que mantuvo con Jesús, en la que ya estaba Pedro Nieva delante, éste último le preguntó: «Djilali, ¿vosotros matáis?». Según declaró ante la juez, él le contestó que «no. La paliza, sí; matar, no». «Nos pidió que le rompiéramos una mano o un pie para que estuviera una semana sin trabajar», asegura. «¿Tantas molestias, vigilancia, sprays... para un simple golpe?», le cuestiona la fiscal.

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En la vista oral se aclarará si el supuesto acuerdo era para matarle o sólo para darle un escarmiento

¿Qué pasó entonces para que Javier Ardines terminara asesinado? Pues, según este testigo, fue su amigo, Maamar Kelii, quien debió de acabar con su vida, porque «yo sólo le rocé en una pierna, luego le di un golpe y eché a correr hacia el coche». Maamar ha preferido mantener silencio. Hasta ahora, no ha prestado declaración y es una incógnita si lo hará durante el juicio. Benaitia revela con lujo de detalles cómo, en plena madrugada, colocaron unas vallas de obra en el camino, que hicieron detenerse al concejal. Javier Ardines se levantaba cada día a las seis de la mañana para salir a pescar con su barco, el 'Bramadoira'. Cuando el concejal se apeó del coche para apartar el obstáculo, él intentó rociarle con un spray, «pero no le di, cayó al suelo». Después, le golpeó con un bate de béisbol y el hombre gritó socorro y salió corriendo. «El señor fallecido corría más que yo», llega a afirmar. Maamar también le golpeó en la espalda y «cayó desplomado, desmayado, sin conocimiento». Entonces, «vi a Omar cogerle del brazo y girarle. Luego me dijo que quería ver si respiraba. Y escuché un golpe».

En este momento, la magistrada le advierte de que, según la autopsia, Ardines murió asfixiado. «Yo me marché directo al coche, no estaba allí. Eso lo tiene que contar Omar». Mientras que Maamar estaba «nervioso» durante el camino y se preguntaba si el hombre agredido hubiera muerto, él estaba convencido de que «se iba a despertar y pediría ayuda». No fue así. Una vez de vuelta en Bilbao, se deshicieron de los sprays y los palos arrojándolos en un contenedor del barrio de Otxarkoaga, donde residía entonces él. Cuando supieron por las noticias que Ardines había muerto, también se deshicieron de la ropa que llevaban puesta aquel día y de la tarjeta del móvil.

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Con gran sangre fría, afirma que «como el daño ya estaba hecho, Omar y yo pensamos en pedir más dinero». Según Benaitia, Nieva les entregó, a través de Jesús Muguruza, 30.000 euros, con un adelanto de 5.000. Benaitia llevó a su amigo al aeropuerto de Barcelona para que tomara un vuelo a Argelia porque «tenía miedo». Al final, fue detenido en Suiza, adonde se había desplazado para traficar con droga, según la investigación de la Guardia Civil.

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