«El sistema es insuficiente para atender esta nueva realidad de los refugiados de Ucrania»

- ¿Cuántos ucranianos han llegado al País Vasco?

- Dar un número exacto es muy difícil. En Euskadi pueden estar viviendo entre 3.000 y 3.500 ucranianos y somos conscientes de que hay personas que han llegado a casa de esos familiares o amigos. Sí tenemos el dato aproximado del Sistema Estatal de Acogida, que está atendiendo a 340 personas. Y otras 300 personas están conviviendo ya con familias vascas.

- Las entidades sociales calculaban ya la semana pasada que había más de 700.

- Nos faltan datos. Irán saliendo cuando tramiten la protección internacional en la Policía Nacional o las tarjetas sanitarias.

- Han registrado un aluvión de ofrecimientos de familias vascas para acogerles.

- Desde el 1 de marzo, en el buzón errefuxiatuak@euskadi.eus hemos recibido 4.000 ofrecimientos de todo tipo, casi 3.000 de acogida. Muchos de ellos no son específicos. Hay gente que puede ofrecer una vivienda pero no llega a detallar en qué condiciones, para cuánto tiempo...

- ¿Hay gente residiendo en algunas de esas viviendas particulares?

- Hasta la fecha hemos aportado al sistema estatal, porque la competencia la tiene el Gobierno central, recursos más grandes para una primera acogida de urgencia, como el albergue de Hondarribia, el de Santa María en Gasteiz, el hostel de Bolueta...

- ¿Y de qué recursos dispone el sistema?

- En Euskadi hay cinco entidades que gestionan las plazas del sistema, en pisos. Y el Gobierno vasco tenía recursos propios, los albergues de Oñati, Tolosa y Berriz, porque había gente que quedaba fuera. Nuestra función es ayudar a ese sistema para que no colapse, porque antes de que estallara la crisis ya estaba bastante tensionado. Es insuficiente para atender toda esta crisis y el Gobierno vasco trabaja con el resto de administraciones en identificar recursos y ordenarlos para, en la medida en que sean necesarios, ofrecer esos apoyos.

- ¿Hasta dónde puede llegar el Gobierno vasco?

- La voluntad es apoyar al sistema para que no colapse, pero hemos manifestado una y otra vez que, al margen de las llegadas organizadas y ordenadas, los flujos migratorios naturales existen. Aquí hay numerosos ucranianos y familias que durante 25 años han estado participando en programas de acogida a menores. Hay que estar preparados porque el sistema es insuficiente para poder atender a esta nueva realidad.

- La Defensora del Pueblo europea cree que la acogida, si la guerra se alarga, puede ser un problema.

- Es evidente. La mayor incógnita a la hora de poder diseñar estrategias o planes es que nadie se atreve a cuantificar la dimensión que puede coger todo esto, pero todo apunta a que va a ser largo. Y tenemos que buscar una solidaridad organizada y coordinada, pero duradera en el tiempo. Desde allí nos llega que no hacen falta en las fronteras ni materiales, ni ropa, ni cantidad de cosas. Hay que administrarlo, porque esto va a ser largo y puede que en un breve tiempo o en el futuro sí hagan falta.

- Esa solidaridad de la que habla no tiene precedentes.

- Euskadi, una vez más, está demostrando que somos un país solidario. Sabemos lo que significa haber sido personas refugiadas por motivos de una guerra y nos toca estar en la otra parte. Pero muchísimas iniciativas, a pesar de tener muy buena voluntad, se han visto desbordadas. Se tienen que dejar ayudar por entidades con experiencia.

- ¿No llegamos un poco tarde a esta solidaridad? Sirios y afganos no han tenido la misma bienvenida.

- Por primera vez Europa ha reaccionado de una manera diferente y los refugiados van a llegar con una orden de protección internacional que les va a permitir tener los derechos de la ciudadanía europea. Es un escenario nuevo y, ante esa realidad, la respuesta y las necesidades también son diferentes. En muchas ocasiones las personas que han llegado escapando de una guerra tenían impedimentos por los trámites administrativos y no podían trabajar de una manera legal. Estas personas ese obstáculo lo van a tener superado, pero van a tener otro tipo de necesidades.

- ¿Por qué Ucrania sí y Siria y Afganistán no? ¿Nos identificamos más con ellos?

- Eso habrá que preguntárselo a la Unión Europea. El Gobierno vasco ha intentado responder ante las diferentes crisis humanitarias que hemos vivido de la mejor manera posible.

- De todas formas, no tienen derecho a RGI, a Ingreso Mínimo Vital... Si el éxodo continúa, ¿acabaremos viendo ucranianos durmiendo en la calle?

- Todavía quedan muchísimas cosas por definir por parte del Gobierno central. Dentro de nuestro ámbito competencial estamos intentando articular una respuesta de país; coordinarnos para dar una respuesta político-social. El objetivo es que no se quede nadie fuera.

- Hay 200 familias que no pueden traer a sus niños de acogida de Chernóbil. ¿Cómo está esa situación?

- Estamos cerca de esas familias para escucharlas, acompañarlas y entender el sufrimiento que están pasando. Lo que nos trasladan es que algunas de ellas desde hace 12 días han perdido ese contacto. Están en los sótanos de casas, que no dejan de ser fresqueras, sin luz, sin agua, en unas condiciones humanas lamentables, con frío, y en una zona precisamente que fue atacada inicialmente por Rusia. La mejor herramienta para que salgan es a través de corredores humanitarios, y hemos transmitido esa demanda al Gobierno central.

- Otra región muy vinculada a Euskadi a través de la acogida de menores es el Sahara, que también está de actualidad.

- En Euskadi es muy difícil conseguir grandes acuerdos y, precisamente, la causa saharaui hoy por hoy tiene el aval de las diferentes corrientes ideológicas. Estamos todos un poco perplejos ante la ciaboga que ha pegado el Gobierno central.

- De acoger en abril del año pasado a Brahim Gali, líder del Frente Polisario, a asumir el plan de autonomía de Marruecos para la excolonia...

- El Gobierno central no ha acertado ni en la forma ni en el fondo en el cambio radical que ha llevado a cuenta de la problemática que están viviendo en el Sahara. El Estado español ha tenido siempre su punto de responsabilidad en la situación que llevan viviendo en los últimos 40 años. Se ha equivocado.