«No hemos sabido explicar a la población la importancia de cada aviso meteorológico»
«Una dana como la de Valencia podría causar daños monumentales en Euskadi»
La trágica dana de Valencia ha hecho que los ciudadanos hayan puesto el foco en la importancia de los sistemas de predicción meteorológica y de ... gestión de las emergencias. José Antonio Aranda (Durango, 1961) tiene claro que cada euro invertido en este ámbito «devuelve a la sociedad ese euro multiplicado por decenas o centenas». Aranda entró en el Gobierno vasco en los años 80 como becario para estudiar la viabilidad de implantar un organismo propio para abordar los asuntos relacionados con el clima. Hoy, dirige Euskalmet, un organismo autonómico que solo tiene reflejo en Cataluña y Galicia.
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«Duplicaría la plantilla de Euskalmet, si de mí dependiera»
- ¿Cree que existe cierto desconocimiento en la sociedad respecto a lo que hace la Agencia Vasca de Meteorología? Hay quien piensa que se está gastando el dinero en tener una predicción parecida a la de Aemet, duplicando servicios.
- Para nada. El pronóstico es solo una pequeñísima parte de nuestro trabajo. La agencia está permanentemente vigilando una serie de variables y estaciones sensorizadas para controlar que cualquier incidencia meteorológica no tenga un impacto en nuestra sociedad. Es un trabajo que igual no se ve, pero que está ahí y que es muy importante porque permite activar a todos los recursos en caso de necesidad. Y, si hablamos solo del pronóstico, como comentaba, también hay que decir que hacemos una labor más fina que los modelos globales. Vamos más al detalle, con una gran precisión.
- ¿Y aciertan?
- Creo que hacemos muy buena labor.
- Sólo Euskadi, Cataluña y Galicia tienen una agencia propia. ¿Cree que en Valencia pudo influir en la gestión repleta de errores, como ha admitido su presidente, Carlos Mazón, la ausencia de un organismo propio?
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- Me voy a abstener de opinar. Porque no conozco todos los datos. Pero sí puedo decir que en Euskadi tenemos un modelo de Emergencias diferente, con una mesa de crisis que se convoca días antes de un evento que puede traer problemas. Y donde todos los recursos e instituciones, incluida la Delegación del Gobierno, están representadas y bajo la supervisión de un único departamento. Tenemos un modelo muy decente.
El sistema de aletas
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Alerta roja. Restringir derechos: Ni una sola este año. Las autoridades pueden prohibir y limitar la circulación o determinados comportamientos. Es el máximo nivel de autodefensa. Hay una mesa de crisis desde días antes.
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Alarma naranja. Recomendaciones: No se imponen decisiones pero se aconseja a la población. Hay un gabinete de guardia.
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Aviso amarillo. Normalidad: Solo es una advertencia para que «se tenga cierta precaución».
- En 2012, el primer año en el que se lanzaron advertencias meteorológicas por colores en Euskadi, emitieron ustedes 164 avisos amarillos. ¿No se abusa demasiado de esta herramienta, lo que puede ser contraproducente?
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- El amarillo es simplemente un aviso. No es una alerta ni una alarma. Es normalidad con precaución. Quizás no hemos sido capaces de llegar a la población para explicar la importancia de cada aviso. Un amarillo es como un semáforo. Puedes pasar. Solo hace falta un poco de prudencia. Nada más. El naranja es una alerta. Ya podemos dar recomendaciones: no salgas al monte, no cruces una carretera... Y, con el rojo, que es la alarma propiamente dicha, podemos prohibir y restringir determinados derechos. Si bien los avisos amarillos son frecuentes, los rojos son muy muy escasos. Este año, no hemos aprobado ninguno. Porque sí, creemos que puede darse un efecto de Pedro y el Lobo. Por eso nos pensamos muy mucho el emitir el máximo nivel.
- ¿Y quién aprieta el botón de cada advertencia?
- Los avisos amarillos los lanzamos en Euskalmet de manera automática. Para el naranja y el rojo hay una mesa de crisis detrás que lleva varios días estudiando la situación.
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- Pero ¿es un político o un técnico?
- Es una decisión consensuada. Nos reunimos y lo valoramos. Entre muchas personas. Jamás me han obligado a cambiar un color, igual que jamás les he obligado yo a ellos. Es algo común. Y eso es bueno.
Prevenir catástrofes es una inversión «con un gran retorno»
- ¿Por lo visto estos días, cree que la gente está ahora más sensibilizada?
- Sí. Y durará varios años. Cuando algo así te golpea, toda una generación queda marcada. En Euskadi hay mucha gente que no vivió la tragedia de 1983. Se empieza a notar.
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- ¿Qué pasaría si aquí llueve con la fuerza con la que lo ha hecho en Valencia?
- Esta dana habría tenido un impacto monumental en nuestro país. No somos conscientes todavía de su poder devastador y de la gran cantidad de lluvia que cayó en un periodo corto de tiempo.
- Se ha dicho que fue peor que las inundaciones de Bizkaia de 1983.
- Ha sido peor, sin duda. Aquí lo máximo que tenemos registrado de aquel episodio fueron 503 litros en 24 horas en Larraskitu. Allí ha caído más y en mucho menos tiempo, lo cual agrava la situación sobremanera. Hay zonas de Bilbao que con esa fuerza de la naturaleza habrían quedado sumergidas entre tres y cinco metros.
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«Nunca me han obligado a elevar el color de una alerta. La decisión se toma por consenso»
- ¿Se compraría usted un piso en Zorrozaurre?
- Vivo en un caserío en el campo, por eso dudo que me compraría un piso. Pero, entendiendo por dónde va su pregunta, Zorrozaurre se ha elevado un par de metros sobre el nivel que tenía anteriormente. También se ha abierto el Canal de Deusto. En 1983, Zorrozaurre experimentó una subida moderada, mucho más suave que en otros puntos del cauce. Me parece improbable que el nivel de las aguas suba tanto en los próximos 100 años. Aunque claro, tampoco tengo yo la bola de cristal para saber cuánto CO2 vamos a emitir y cuánto se va a recalentar el planeta. Pero lo veo improbable, que no imposible.
Culpa del cambio climático
- ¿Todos estos fenómenos extremos tienen que ver con el cambio climático?
- No tengo ni una sola duda. Estamos recalentando los mares por nuestra actividad humana, por los gases emitidos. Eso es irrebatible. Empiezan a llegar los primeros datos científicos que así lo demuestran fehacientemente. Tenemos que concienciarnos. Es vital. No valen excusas.
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- En Valencia, las aguas han superado con creces los límites previstos para periodos de inundación de 500 años. Con el cambio climático, ¿tenemos que replantearnos los llamados periodos de retorno?
- Los periodos de retorno son aproximados. El problema es que necesitamos series de datos fiables más prolongados en el tiempo... Y no los hay. No existen. No sé cómo se habrán calculado los de Valencia. Lo desconozco. Aquí sí puedo decir que los hemos analizado con mimo. Y hay también una cosa importante: el esfuerzo que se ha hecho desde 1983 por evitar que se siga construyendo en zonas inundables ha sido titánico. La labor de URA ha sido rigurosa. Estamos mejor que entonces. Se han hecho obras importantes. Eso no quita para que siga habiendo casas en zonas inundables, como el Casco Viejo de Bilbao.
«¿Las inundaciones de 1983? Cualquier fenómeno conocido se puede repetir, incluso peor»
- ¿Cuál es el mayor peligro para Euskadi?
- En mi opinión, una dana. Y que se produzca en agosto o septiembre, cuando el mar está todavía caliente.
- ¿Puede volver a pasar lo de 1983?
- Claro. Sin duda. Todo lo que ha pasado alguna vez, se puede repetir. Y de una manera más fuerte. Ahora bien, se han mejorado protocolos, se han hecho obras, disponemos de muchísimos más medios... Posiblemente habría daños materiales, pero muy inferiores a los de hace 40 años. Las desgracias personales también serían mucho más limitadas.
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- ¿Y con qué otros fenómenos tenemos que tener cuidado?
- Pueden darse ciclogénesis explosivas. También un gran incendio forestal o una nevada que te paralice dos días el país. Alguna tormenta persistente y anclada... Pero creo que son cosas menos destructivas, menos improbables y más localizadas, menos generales... Eso es importante. Podría ser una situación de alerta roja en un lugar concreto pero muy puntual, poca extendida en el tiempo y geográficamente. Sin embargo, una dana nos sometería a un peligro mayor en todos los sentidos.
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