El mal trago de los religiosos 'amigos'
La polémica generada por las clarisas ha provocado también la ruptura de algunas relaciones que mantenían con otros religiosos. Es el caso del arzobispo de ... Oviedo, Jesús Sanz, que era considerado un «amigo de la comunidad» porque las visitaba muy a menudo para mantener y renovar su formación espiritual como teólogo. Cuando el cisma alteró el remanso de paz de la vida contemplativa en La Bretonera, quiso mediar ante la entonces abadesa, que se lo quitó del medio con un tajante «no nos presione». El prelado franciscano cree que la explicación de esta deriva se encuentra en «la ofuscación de la exabadesa arrastrando absurdamente a sus hermanas más jóvenes en el propio 'cuasi suicidio', intelectual, espiritual y eclesial». La monja dominica sor Lucía Caram, que también intentó mediar, coincide en las excesivas ínfulas de Laura García de Viedma, que estaría engañando a las hermanas con su propio montaje, en una operación todavía con muchos interrogantes.
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Desde hace seis años, su capellán ordinario era Ángel Santamaría Saiz, párroco de la iglesia de Santa María la Mayor del enclave burgalés, cuya misión era decir la eucaristía diaria. El sacerdote ha optado por el silencio desde que explotó 'la bomba', de madrugada, el pasado 13 de mayo, cuando la Iglesia celebra las festividades de la Virgen de Fátima y de San Pedro Regalado. Este último proporciona el nombre al monasterio de las monjas que lidera sor Verónica. ¿Se la estaba devolviendo sor Isabel con otra escisión? Don Ángel sigue a lo suyo, esquivando a los periodistas, en espera de que el decreto de excomunión se publique en el Boletín Oficial de la Archidiócesis, que podría ser en una semana. Entonces tendrá que colocar el documento en las puertas del monasterio y de la parroquia y leerlo en la misa dominical. Un mal trago.
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