¿Por qué llegan a las playas de Noja toneladas y toneladas de algas invasoras?
Los expertos vaticinan que se extenderán por numerosos arenales del Cantábrico
Ignacio Serrano Garbayo
Miércoles, 13 de agosto 2025, 08:10
La rugulopteryx okamurae ocupa desde el pasado jueves las playas de Noja y nadie sabe a ciencia cierta hasta cuándo. Para los expertos este alga ... asiática no es desconocida porque lleva años estudiándose como especie invasora. Sobre su llegada a Europa, allá por el año 2009, hay diferentes teorías, pero la principal indica que vino enrollada en un cargamento de ostras japonesas al Mediterráneo. Las autoridades han retirado ya casi 2.000 toneladas de algas en la localidad cántabra, pero llegan más con las mareas, lo que ha hecho que tanto el Gobierno de Cantabria como el Ayuntamiento de Noja hayan pedido ayuda al Ejecutivo central para dar una solución al problema.
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Pero, ¿cómo ha llegado a las playas de Noja? ¿Y por qué no hay otros arenales afectados de la misma manera? Raquel Somavilla, investigadora del Instituto Español de Oceanografía y experta en corrientes marinas, señala que la villa tiene en sus arenales un gran número de piedras y rocas que forman una barrera natural llamada «zona de retención», que puede explicar cómo las algas, una vez llegan a la costa, se mantienen ahí. «Ahí hay muchas poblaciones locales adaptadas a los diversos niveles de luz, gracias al número de rocas». Estas poblaciones pueden verse realmente afectadas con la reciente llegada de la rugulopteryx okamurae.
La cosa es que Noja no ha sido la única afectada. Avistamientos del alga ha habido «en el Mediterráneo, el Atlántico, en las Azores, cerca de Ceuta... Aquí en el norte está más repartida, pero sí que ha aparecido en la bahía de Santander, en Loredo, en Sonabia o en San Vicente de la Barquera». Aunque, hasta el momento, no de la misma manera que en Noja. Esto lo explica la bióloga Lara Arroyo, también investigadora del Instituto Español de Oceanografía, quien relata la evolución que Cantabria ha experimentado sobre el alga. «Normalmente suele estar ligada a los puertos porque se pega a los cascos de las embarcaciones y lastres. En esas zonas rocosas, además, se reproduce con facilidad».
Mar adentro
Pero la mayor parte se encuentra en alta mar, en masas que «inicialmente se acumulan en el fondo marino, pero después las corrientes o el oleaje acaban llevando esas masas de algas a las playas y generan esos grandes arribazones que nos encontramos en algunos arenales, ahora en Trengandín y en Ris», según cuenta Pilar Díaz, investigadora en la Universidad de Santiago de Compostela. Pilar comenta que algunas de estas masas ubicadas en Galicia «tenían una extensión de un kilómetro», pero la más grande, la de hace unos años en Ceuta, «se extendía mucho más».
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Díaz añade que la rugulopteryx okamurae tiene una gran resistencia al clima: «Vive tanto en zonas bastante frías donde la temperatura mínima llega a ser de 9 grados, como en regiones casi subtropicales, osea, que tiene un amplio rango de temperaturas en las que puede habitar y expandirse». Sin embargo, en el invierno, según explica, el proceso de multiplicación y crecimiento del espécimen es mucho menor que en verano, lo que da como lugar a situaciones similares a la de Trengandín y Ris. En ese proceso de expansión en alta mar, llega el momento en el que la capa de algas es tan densa que acaba desplazando a otras especies, lo que fuerza a un cambio en los ecosistemas acuáticos.
Estos arribazones que se mueven desde grupos más grandes a las costas son arrastrados por corrientes marinas y ráfagas de aire, que trasladan a las algas que se encuentran en la superficie, «y parte de esa biomasa que generan se acaba soltando para irse a otros lugares». Es por este proceso que la multiplicación del alga, según comentan, «podría ir a más» en el Cantábrico.
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