El covid y las olas de calor reducen la esperanza de vida de los vascos entre cuatro y seis meses

Pero, si nos fijamos en 2019, la distancia es aún mayor: ellos viven tres meses y medio menos y a ellas se les recorta medio año. Los datos los ofreció este martes el Eustat, en sus indicadores para el análisis de los fenómenos demográficos, operación que publica cada año por estas fechas. El organismo pone el foco en 2022, año al que se refieren las cifras más actualizadas, y achaca la disminución, principalmente, a dos factores: la «sobremortalidad» provocada por la crisis sanitaria, que ese año todavía dejó tasas muy elevadas de defunciones, y «la ola de calor de julio».

El año pasado fue, de hecho, el segundo con más muertes en la comunidad autónoma, donde fallecieron 24.194 personas, solo 53 menos que en el fatídico 2020. De esos decesos, 2.310 se produjeron en julio, un mes en el que, en los diez años anteriores, de media se produjeron 1.651. Otros 1.721 óbitos de los que tuvieron lugar en 2022 estuvieron causados por el coronavirus, más que en 2021. Y también aumentaron el año pasado los tumores -desde 2015 no se producían tantos decesos por cáncer-, primera causa de muerte en Euskadi. Estas dolencias estuvieron detrás de uno de cada cuatro fallecimientos.

El Eustat los considera «la principal amenaza» a la esperanza de vida. Calcula que, si se consiguiera su eliminación completa, «los hombres prolongarían su vida 3,9 años y las mujeres, 3». Si además no existiera el covid, aumentaría la esperanza de vida al nacer hasta los 85,4 años en el caso de los hombres y a los 89,8 en el de las féminas.

En cualquier caso, el Instituto Vasco de Estadística incide en que, «a pesar de esta disminución» en los años que se puede llegar a completar, la marca de la comunidad autónoma es más elevada que la que se da en el conjunto de la UE: dos años y medio más los hombres y dos años y ocho meses más las mujeres. El análisis se fija en el histórico y destaca que, en 1976, la esperanza de vida se situaba en 69,6 años para hombres y 76,9 para mujeres, en torno a una década menos que en la actualidad. En este tiempo, la diferencia entre varones y féminas se ha reducido hasta los 5,6 años (la máxima se dio en 1991, 8,7).

Por territorios, los vizcaínos tienen una esperanza de vida de 80 años y medio y las vizcaínas de 86 años y algo más de dos meses. Las cifras son prácticamente las mismas que en 2019 (ellos viven lo mismo y ellas, en torno a medio mes menos). Los alaveses son, por su parte, los más longevos (81,4 varones y 86,3 mujeres) y los guipuzcoanos los que menos (80,2 y 85,8).

Los indicadores publicados este martes también recogen datos sobre la fecundidad, que continúa a la baja. Se halla, puntualizan desde el Eustat, «en límites excepcionalmente bajos en términos comparativos». El año pasado la tasa estaba en 1,21 nacimientos por mujer (en 2021 era de 1,25), por debajo de los 1,53 de la UE. Pero la mayor distancia si miramos a la actualidad se aprecia al comparar con el que se considera el número adecuado para el reemplazo generacional, que es de 2,1. Echar la vista hacia el pasado deja brechas insalvables. En 1976, en los últimos años del 'baby boom', se producían 2,7 nacimientos por mujer. Por territorios, ahora en Bizkaia la tasa (1,12) es más baja que en Álava y Gipuzkoa (1,28 en ambos casos).

Un tercio de las mujeres, calcula el órgano estadístico, «no tendría ningún descendiente» de no invertirse la tendencia. La edad media a la maternidad alcanza los 33,2 años, uno más que en 2001, cuando estaba en 32,2. Y se coloca más de dos años por encima de la media de la UE y 4,6 más que en 1976. La más alta es la vizcaína, de 33,7 años, frente a los 33,2 de la guipuzcoana y los 32,8 de la alavesa.

Si se tiene en cuenta a qué edad se tiene el primer hijo, la diferencia con 1976 es de casi siete años y se sitúa en 32,3. Lo que sí se recupera ligeramente, tras el parón pandémico, son las bodas. La tasa de nupcialidad se sitúa en un 44,2% para los hombres y un 48% para las mujeres, lo que supone 12,5 y 14,8 puntos más que en 2021, respectivamente. La edad, eso sí, sigue aumentando. Los varones se casan por primera vez con 38,3 años y las féminas, con 36,5.