«El uso de móviles ha tenido consecuencias graves en la salud mental»
El movimiento Altxa Burua reúne a cientos de familias en Eibar, en su primer congreso
El movimiento de familias Altxa Burua nació hace un par de años en Euskadi ante la preocupación «por los perjuicios que los teléfonos móviles inteligentes ... estaban causando entre los más pequeños», según explican fuentes del colectivo. Alertados por diversos informes a nivel mundial que señalan los riesgos de un consumo abusivo de las pantallas y por su propia experiencia, decidieron organizarse y presionar a todos los niveles. El primer paso fue adoptar un compromiso personal para retrasar hasta los 14 o incluso 16 años la entrega del primer móvil. Pero buscan la complicidad de las instituciones para hacer frente a lo que definen «un problema de salud pública».
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En este contexto, Altxa Burua celebró este sábado en Eibar su primer congreso, al que acudieron cientos de familias de Euskadi y Navarra. El movimiento está presente ya en decenas de centros educativos de ambas comunidades autónomas. «Lo que nos impulsa es, ante todo, el bienestar de nuestros hijos e hijas», señalan fuentes de Altxa Burua.
«Las investigaciones realizadas durante la última década muestran con claridad que el uso de los teléfonos inteligentes en la adolescencia ha tenido consecuencias graves en el desarrollo, la inteligencia, el bienestar y la salud de las nuevas generaciones, especialmente en su salud mental. Los datos revelan que no se trata de una vulnerabilidad individual, sino de un impacto generalizado. En otras palabras, estamos ante un problema de salud pública que debemos afrontar colectivamente», añaden.
La educación es un sector clave. La digitalización de la enseñanza ha suscitado «inquietud» entre las familias. «Creemos que debe revisarse y ajustarse teniendo en cuenta la evidencia científica actual», abundan, y por ello han elaborado diversas propuestas. Plantean, por ejemplo, «respetar los criterios de salud, utilizar los dispositivos para aquello en lo que ofrezcan un beneficio pedagógico priorizando la escritura a mano y la lectura en papel, empoderar al alumnado, fomentar el software libre, la desconexión y la convivencia».
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En concreto, abogan por eliminar las pantallas en el tramo de 0 a 6 años; de 6 a 12 exponer a los menores como máximo 1 hora al día a los dispositivos; y, a partir de 13 años, no superar nunca las 2 horas diarias. Por otro lado, Altxa Burua insiste en que los centros educativos «sean lugares libres de 'smartphones', ya que estos dispositivos disminuyen la atención y empeoran las relaciones». «Estamos ante un problema de salud pública y las familias solas no podemos hacer frente a algo de tal magnitud», zanja.
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