El padre Arrupe, en una imagen de archivo. E.C.

La causa de beatificación de Arrupe llega al Vaticano

Concluye la fase diocesana que puede llevar a los altares al jesuita bilbaíno, al que el vicario del Papa considera «un hombre fiel y obediente a la Iglesia»

Jueves, 14 de noviembre 2024, 17:16

La causa de beatificación de Pedro Arrupe, superior general de la Compañía de Jesús entre 1965 y 1983, queda a partir de ahora en manos ... del Vaticano. En una ceremonia celebrada este jueves en el Palacio Lateranense de Roma, fue clausurada oficialmente la fase diocesana sobre la vida, virtudes y fama de santidad del emblemático religioso bilbaíno, fallecido en la capital italiana en 1991.

Publicidad

En este solemne acto, en el que se cerraron y lacraron las cajas con toda la documentación, estuvo presente la embajadora de España ante la Santa Sede, Isabel Celaá, además de diplomáticos de diversos países y del actual superior general de los jesuitas, Arturo Sosa. Una vez concluida esta primera etapa, el dicasterio de las Causas de los Santos del Vaticano revisará todos esos archivos para encargar después al postulador, Pascual Cebollada, la redacción de la 'positio', el texto que resume la biografía, los testimonios de los testigos y los documentos escritos por el jesuita vizcaíno, al que la Iglesia católica considera 'siervo de Dios', el escalón inicial en el ascenso a la santidad y previo a la consideración de venerable y de beato.

El arzobispo Baldo Reina, vicario general del Papa para la diócesis de Roma, destacó en dos ocasiones durante su intervención en la ceremonia de clausura de la causa cómo Arrupe fue «un hombre fiel y obediente a la Iglesia y a los Papas». Despejaba así las dudas sobre las controversias que rodearon su figura y que llevaron a Juan Pablo II a designar un delegado pontificio entre 1981 y 1983 para dirigir la Compañía de Jesús. «No tuvo miedo en reconocer los errores o malentendidos en la relación con la Santa Sede», afirmó Reina, quien aseguró que el religioso bilbaíno vivió aquella controvertida decisión del Pontífice polaco como «una situación para llevar a la purificación del espíritu de la Compañía, a un amor más profundo por el Santo Padre y a un sentir más íntimo con la Iglesia».

Reina alabó la «capacidad de gobierno fuera de lo común» de Arrupe, además de la renovación que impulsó entre los jesuitas siguiendo la línea del Concilio Vaticano II. Esto le llevó a potenciar la labor de la orden religiosa con los más desfavorecidos, como quedó plasmado con el nacimiento del Servicio Jesuita a Refugiados. Sosa, por su parte, consideró a su antecesor «un modelo y faro de luz para muchos», además de ser «uno de los más insignes hijos de San Ignacio».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad