Sin apenas diferencias entre el protocolo vasco y el nacional

EBA (Etxekoen eta emakumeen Babesa): Sistema de la Ertzaintza. Esta herramienta circunscrita a Euskadi arranca con una entrevista personal para valorar cada situación. En julio de 2021, Gobierno vasco y el Ministerio de Interior aprobaron «compartir los datos de las víctimas de violencia de género».

Cinco en Viogén: Este programa clasifica los expedientes como 'no apreciado', 'bajo', 'medio', 'alto' y 'extremo'. Varían en función de la apreciación de los agentes. El más grave incluye escolta para la víctima, seguimientos continuos y también la opción de colocar una pulsera telemática al maltratador.

Cuatro en el EBA: El sistema vasco se abre con un nivel depeligro 'básico'. Le siguen el 'moderado', 'alto' y 'especial'. Este último acarrea una serie de contrapartidas policiales prácticamente calcadas al máximo grado de alerta marcado por Viogén.

'No apreciado': Cuando el agente especializado califica que no existen suficientes indicios para adoptar medidas de protección.

'Bajo': Tras el contacto inicial se considera que la mujer puede hacer vida prácticamente normal. Hay llamadas de control puntuales. A la mínima alerta se concierta una cita y se puede elevar la catalogación.

'Medio': El control telefónico suele ser más habitual.

'Alto': Hay presencia policial varias veces a la semana en las cercanías del domicilio de la víctima o de su lugar de trabajo.

'Extremo': Se visita o controla telefónicamente a diario a la víctima. Para los expedientes más violentos se ordenan escoltas policiales. Si el maltratador persiste, se solicita a la autoridad judicial una pulsera telemática. Ésta era la calificación otorgada a Maialen fuera del País Vasco.

'Bajo': Una llamada telefónica cada «tres meses». Medios internos de la Ertzaintza avisan de que «casi nunca se da este grado».

'Moderado': Una llamada cada dos meses de promedio. Al mínimo indicio de peligro, el ertzaina encargado debe valorar si incrementa el grado de protección para la víctima.

'Alto': Comienzan las vigilancias presenciales, a cargo generalmente de patrulleros. Se acude a las inmediaciones del domicilio de la víctima, así como a sus lugares de trabajo o de ocio. Se suceden varias vigilancias a la semana. El número varía en función de los efectivos disponibles y de la evolución de cada caso.

'Especial': Incluye la posibilidad de que la mujer en peligro cuente con un escolta -en Álava son privados- cada vez que sale a la calle. En esta provincia suele haber entre cinco y diez casos abiertos. También incluye la posibilidad de poner una pulsera telemática al acosador que le geolocaliza.