Cita a ciegas con Estíbaliz
Un grupo de la ONCE descubre el santuario y demuestra que lo esencial, la devoción a la patrona de Álava, sí es invisible a los ojos
Decía Saint-Exupéry aquello tan ñoño de que lo esencial es siempre invisible a los ojos, que no deja de ser una llamada a no quedarse tan solo con las apariencias y el envoltorio, para evitar a toda costa caer en la superficialidad. Pero aquí, en lo más alto del cerro que se levanta sobre La Llanada, la majestuosidad de la gran joya del románico alavés apabulla a simple vista. Aquí está nuestra esencia y no, por mucho que el dichoso Principito se empeñe, no es ni mucho menos invisible.
Ahora, cerremos los ojos.
Así, como alguien que no puede ver esta puerta speciosa, la bóveda de crucería en el cimborrio, los capitales y los canecillos, así, sumido en la oscuridad ¿sería capaz de apreciar tanta belleza? ¿Podría percibir que este es, de verdad, un lugar tan esencial?
Rafael, José Ángel, Roberto, Julio, Charo, Dorita, Raúl, Felipe, Eva, Patxi y Amparo, un grupo de personas con discapacidad visual de la ONCE, aceptan el reto de descubrir el Santuario de Estíbaliz con otros ojos y una mirada, la suya, ajena a los fenómenos de la óptica.
De cicerone, Ander Gondra, historiador del arte, integrante de la asociación Álava Medieval y, por tanto, uno de los grandes guardianes de las esencias alavesas. Junto a él, de su mano, el grupo podrá descubrir todos los rincones, cada palmo de piedra del santuario. Algunos, eso sí, juegan con un poquito de ventaja. Como para otros tantísimos alaveses, Estíbaliz está cosido a puntadas, bien prietas, a la memoria sentimental de Dorita y Raúl, los dos enhebrados del brazo. «Nosotros nos casamos aquí, hace... hace... ¡ni sé cuántos años ya! Fue el día de la Virgen Blanca», recuerda Dorita, ilusionadísima ella con la visita.
En el pequeño centro de interpretación del románico, vecino de la basílica, el cicerone detalla cómo se estructura el templo, una planta con tres ábsides. Y esto lo explica invitando a tocar, a recorrer con las yemas de los dedos una maquetita con la misma forma del santuario. Resulta curioso cómo, al tacto, son capaces de comenzar a construir en su imaginación, casi piedra a piedra, las hechuras del templo. «Así me estoy haciendo una idea mucho más fiel, muchísimo más real de lo que yo tenía y eso que he venido muchas veces aquí, a Estíbaliz», reconoce Rafael Ledesma, presidente de la ONCE en Euskadi.
Al tocar la arenisca ocre de la Sierra de Elguea, la caliza blanca, la calcarenita y la lumaquela, todos materiales utilizados en los templos de Álava, los visitantes empiezan a armar ese puzzle mental del románico en el que todo encaje. «Esta arenisca es mucho más rugosa que la caliza, la fachada tiene que tener una textura mucho más pronunciada», anota Rafael.
¿Un perretxiko?
Parece imposible hacerse una idea fiel del gesto, del detalle de sus rasgos, de la expresión seria pero clemente a la vez, de la imagen de la virgen de Estíbaliz sin poder observarla. Pero los visitantes tienen la posibilidad de escudriñar al tacto la réplica exacta que se exhibe en el museo. «Aquí están las mejillas y la nariz, un poco aguileña y, ¿ qué es esto que tiene en su mano? ¿Un perretxiko?», pregunta Felipe, que le acaba de meter un buen sobeteo -¡sacrilegio!- a la talla. «En realidad es una flor, que indica pureza», le desvela el guía, que dirige al grupo hacia la magnífica portada speciosa del templo.
Con la ayuda de una maquetita de esas que se pueden comprar como souvenir tras la visita al santuario, una réplica de la fachada del templo, el historiador de Álava Medieval consigue trasladar cómo es la magnífica puerta speciosa, con los fustes de las columnas compuestos por un cesteado, con las jambas de los portones con roleos vegetales «y con el campanario de tipo espadaña», apunta Patxi Gorospe al deslizar sus dedos por la maquetita. Patxi no es ningún advenedizo. Interesadísimo en el valioso patrimonio artístico de la provincia, él está leyendo con la ayuda de su mujer 'Tierra de damas, las mujeres que construyeron el románico en el País Vasco', en el que la investigadora de Álava Medieval Isabel Mellén explica con sumo detalle cómo nuestro románico fue concebido en clave femenina. «Esto es una maravilla», asegura Dorita al palpar el sogueado de las columnas de la gran portada, «¡Y qué bien nos lo están explicando!», celebra la mujer.
En el interior del templo, el guía describe los relieves vegetales y figurativos de los capiteles del crucero y también los del presbiterio, que narran el pecado original, la expulsión del paraíso, el pecado de la avaricia y el de la lujuria, con esa forma femenina de cuyos pechos cuelgan una rana y una serpiente. Pero, con diferencia, lo que más llama la atención de los visitantes es la magnífica pila bautismal, en la que se pueden apreciar formas de osos, leones y águilas, con cuatro columnitas que sostienen la copa, con una serie de hojas que cubren toda la pila. Todos recorren con sus manos la fría piedra.
Todos los organistas, concertistas y expertos en música antigua coinciden al señalar que la gran belleza de Estíbaliz no se ve, se escucha. Esos muros encierran la que, con toda probabilidad, sea la mejor acústica de la provincia... En esas, «Bella que es del cielo, la más pura estrella que , bendición alabanza y loor». Ante el altar, Patxi Gorospe, voz de barítono, se pone a entonar el himno a Santa María de Estíbaliz. Se hace el silencio. Su voz resuena y retumba en cada piedra. La mística lo inunda todo. Si la devoción puede cobrar una forma tangible, debe de ser así. Pues sí, era cierto, lo esencial es invisible a los ojos.
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EL RETO
Redescubrir Estíbaliz
La virgen de Estíbaliz es la patrona de Álava desde el 14 de septiembre de 1941. En realidad, el 1 de mayo, el de la romería, es el día de los desagravios.