Urkullu abre la confrontación directa con Moncloa y exige levantar el estado de alarma
Denuncia el «retroceso recentralizador» de Sánchez, rechaza nuevas prórrogas y reclama devolver el mando a las comunidades autónomas
Iñigo Urkullu se planta. Hasta aquí hemos llegado. El hartazgo de Ajuria Enea con Moncloa se ha convertido en confrontación abierta. Es la guerra. La gestión unilateral que Pedro Sánchez está haciendo de la crisis del coronavirus ha colmado el vaso de la paciencia de la oposición y de las comunidades autónomas, hasta el punto de poner en serio riesgo la nueva prórroga del estado de alarma, quince días más desde el 10 de mayo, que el presidente tiene previsto solicitar al Congreso la próxima semana.
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Pero el lehendakari ha ido este miércoles más allá y, en su intervención ante el consejo asesor que coordina la emergencia sanitaria en Euskadi –en el que participan todos los niveles institucionales, incluido el delegado del Gobierno, Denis Itxaso– ha subido el tono de manera ostensible y ha pedido directamente levantar de manera inmediata la excepción constitucional vigente en toda España desde el 14 de marzo. El argumento, la plena capacidad del Estado autonómico para pilotar la desescalada sin «tutelas» del poder central y de acuerdo a la «legislación ordinaria» y el convencimiento de que Moncloa está utilizando el estado de alarma para recentralizar competencias y difuminar el modelo territorial vigente.
El lehendakari ha sido tajante y, tras advertir el PNV en el último pleno que retiraría el apoyo a Sánchez si no se avenía a pactar con Euskadi el plan de vuelta a la normalidad, ha rechazado directamente seguir dando crédito a Sánchez para extender el mando único, que, según ha denunciado, «no está ofreciendo un modelo mejor y más eficaz, al contrario» y que, ha lamentado, se está ejerciendo «sin tener en cuenta la capacidad de autogobierno de cada comunidad». Urkullu ha ofrecido como «alternativas» el marco jurídico que ofrece la legislación ordinaria sobre salud pública, en concreto la ley orgánica aprobada en 1986 y la ley 3372011 general de Salud Pública. «Constituyen un marco para gestionar esta crisis a partir de ahora, sin necesidad de prorrogar más la situación de excepcionalidad que representa el estrado de alarma», ha apostillado.
El golpe en la mesa del lehendakari tiene múltiples lecturas políticas pero la más evidente es el hartazgo con un Sánchez al que el PNV contribuyó decisivamente a aupar, primero con su apoyo en la moción de censura contra Mariano Rajoy y después con el respaldo en el debate de investidura de enero pasado, pero del que ahora desconfía profundamente por el «ninguneo» al que está sometiendo a las autonomías en la batalla contra la Covid-19. Sabin Etxea ve en Sánchez, que llegó a defender en las primarias, con las que logró la secretaría general del PSOE un cambio en la Constitución para consagrar la España un plurinacional, un volantazo hacia posiciones «jacobinas, más centralistas que las del PP».
La apelación a la provincia como punto de referencia para ir aplicando las medidas de relajación del confinamiento se ha interpretado así, incluido el lehendakari que, en su dura intervención ante el comité asesor vasco, ha denunciado el «retroceso centralizador» y la «anomalía incomprensible» que supone plantear ahora un «modelo de Estado provincial» en lugar de «avanzar en la construcción común desde el respeto a la bilateralidad». Por eso, en lugar de imponer «sin comunicación» un modelo de gestión centralizado en Moncloa, Urkullu ha exigido que se recuperen los mecanisnos de interlocución «bilateral» para coordinar las decisiones que afecten a Euskadi.
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