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La consejera de Desarrollo Económico, Arantxa Tapia. efe

Corrugados, la última chispa de la guerra total entre PNV y Bildu

La batalla por el poder en Gipuzkoa y el papel de la izquierda abertzale como «gestor» explican gran parte de la bronca política alrededor de la empresa de Azpeitia

david guadilla

Viernes, 28 de mayo 2021, 00:28

Una acería en crisis desde hace más de una década ubicada en el centro de Gipuzkoa se ha convertido en la última chispa que ha ... incendiado las relaciones entre el PNV y EH Bildu. En realidad, el espacio que hay entre los jeltzales y la izquierda abertzale es tierra quemada. Pero todo vale en la guerra total que mantienen las dos formaciones nacionalistas en todos los frentes. ¿Por qué el futuro de una empresa de Azpeitia ha terminado por convertirse en un elemento central del debate político vasco con descalificaciones gruesas?

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Azpeitia está gobernada por EH Bildu de forma cómoda. Corrugados es una empresa histórica en el municipio, aunque en estos momentos más por su peso simbólico y por las expectativas de empleo que podría generar a futuro que por su presente. Había un proyecto para reabrir la factoría, pero al final no ha sido posible. Hasta aquí los hechos objetivos.

Gipuzkoa es el único territorio en el que Bildu cree que puede tener opciones en 2023

hipótesis

La guerra empieza a la hora de asumir la responsabilidad del fiasco. El Gobierno vasco y la Diputación de Gipuzkoa han acusado directamente a la alcaldesa, Nagore Alkorta. La edil de EH Bildu es, además, vicepresidenta de Eudel. Es decir, no es una alcaldesa más, sino un rostro importante para la coalición soberanista. Lo que ha puesto en duda el PNV es su capacidad de gestión. Y esa es una cuestión que en estos momentos es muy sensible para EH Bildu.

La formación liderada por Arnaldo Otegi tiene en marcha una estrategia implementada desde hace años para aparecer como una alternativa solvente al PNV. De ahí su apuesta por alcanzar acuerdos y normalizar su relación en Madrid. La vista está puesta en las próximas elecciones autonómicas de 2024. Pero antes hay otra etapa, y quizás puede ser más importante: los comicios municipales y forales de 2023. Y Gipuzkoa es el territorio donde el partido puede estar más abierto.

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EH Bildu confía en recuperar el poder que ejerció entre 2011 y 2015. Fue su gran éxito político, pero lo perdió precisamente por una gestión pública que generó una importante ola de rechazo, polémica de recogida de basuras incluida. Se trata de un escenario a día de hoy optimista. El Sociómetro de Gipuzkoa publicado la semana pasada apuntaba que la coalición podría subir dos escaños hasta los 19, muy lejos de los 26 de mayoría absoluta. Además, esa ganancia llegaría gracias al retroceso de Elkarrekin Podemos, su posible socio. Pero, aun así, en EH Bildu confían en dar la vuelta al partido y sobre todo retener los municipios en los que gobierna, entre ellos, núcleos de peso como Hernani, Rentería y la propia Azpeitia Y para ello necesitan reforzar su imagen de gestor.

Pasa por defender su imagen de gestor, lo que le falló en 2015, y es lo que ahora cuestiona el PNV

estrategia de bildu

«Una mentira»

En el lado opuesto de la balanza, el PNV es consciente de que Gipuzkoa es el único terreno donde puede peligrar su liderazgo. Los reproches del Gobierno vasco han sido respondidos con enorme dureza por parte de Bildu. Ayer mismo, Iker Casanova acusó a la consejera Arantxa Tapia de haber «roto todas las normas del respeto». El representante soberanista denunció a la responsable del Departamento de Desarrollo Económico por generar una «polémica artificial» sobre «la base de una mentira».

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Tapia, uno de los rostros más influyentes del PNV guipuzcoano, volvió a insistir ayer en que el trabajo realizado por la alcaldesa ha sido más que deficiente. Si la relación de EH Bildu con el PNV en general es mala, con Tapia ya es irreconducible. En medio de esta guerra, LAB pidió ayer a las dos partes que dejen esta guerra «partidista». El cruce de declaraciones es constante y el tema ya ha llegado a las Juntas de Gipuzkoa.

A esto se suman las pintadas de Ernai contra los batzokis, la denuncia por odio que ha presentado la Fiscalía y la pelea que tienen ambas formaciones por aparecer como el socio que más consigue de Pedro Sánchez. Corrugados suma un nuevo episodio.

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