Las manos expertas de Blanka

Da gusto ver trabajar a la alfarera Blanka Gómez de Segura en el Museo de Alfarería Vasca del barrio de Ollerías. Concentrada en el taller de producción, modela la arcilla como si acariciara un cuerpo, con gusto y calma. Da forma a la nada entre explicaciones sobre técnicas y métodos de trabajo que el público sigue atento. Mientras las piezas crecen antes de ser horneadas por primera vez a temperaturas cercanas a los 1.000 grados. Después, toca esmaltar y decorar, ornamentar a las recién nacidas para que luzcan poderosas, convertidas en bellas vasijas. Y volver al horno para vitrificar los esmaltes y fijar los colores.

La sala expositiva aguarda entre verde y naturaleza, entre los Parques Naturales de Urkiola y Gorbea, a orillas de los embalses alaveses. Dentro de un edificio que fue antaño ollería, levantado en 1711. Antiguo taller de alfarería, allí trabajaron varias generaciones de la familia Ortiz de Zárate. Hasta que labor acabó en 1958, al finalizar las obras del embalse de Urrunaga. Las tierras que regalaban la arcilla a los alfareros quedaron inundadas. El agua, curiosamente, secó una actividad que había permanecido viva siglos. Ahora, por suerte, ha regresado de la mano de Blanka, y nunca mejor dicho, porque son sus extremidades superiores las que tocan y hacen ceder al barro, encogen y transforman. Junto al inmueble aguarda el antiguo horno de 9 metros de alto y planta cuadrangular incluido desde 1993 entre los monumentos del Inventario General del Patrimonio Cultural Vasco.

Al llegar al museo, sorprenderán las obras. En la primera planta disfrutas de una colección de cerámica vasca antigua propiedad del Gobierno Vasco. En total se trata de 380 piezas usadas desde el siglo XVI. Cada una habla de nuestro pasado, sirve para entender los modos de vida gracias a estos útiles cotidianos. Pegarras (piezas muy singulares dentro de la cerámica vasca), barreños, jarras de txakoli y patxaran con sus vasos, tarros, katilus... Si te gustan, incluso podrás comprar reproducciones para llevártelas a casa.

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