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Detalle de Leintz Gatzaga. Museo de la sal
Leintz Gatzaga

El oro blanco de Gipuzkoa

Las visitas guiadas del museo de la sal de Deba Garaia descubren al visitante los secretos de una importante industria iniciada hace miles de años

A. Mariezkurrena

Jueves, 21 de agosto 2025, 20:03

Siglos y siglos de producción convierten a Leintz Gatzaga en el centro vasco del preciado condimento culinario que se convirtió en la principal actividad de ... la localidad. Su importante industria ha dado nombre a la villa de Debagaraia y si se repara en su escudo aparece una torre y dos dorlas. Según los expertos, la explotación del filón gatzagarra fue entre la Edad del Hierro y 1972. El producto final de las saleras de Leintza Gatzaga es sal original, sal natural. No contiene aditivos, blanqueantes ni antiaglomerantes. Dicha sal destaca porque además de cloruro de sodio, contiene varios minerales, tales como fósforo, potasio, magnesio, manganeso, yodo, azufre…

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La cultura de la sal y la cultura del bosque van de la mano en Leintz Gatzaga. «Aprovechamos los excedentes de madera obtenidos como consecuencia de los trabajos de desmonte que se realizan cada año en el bosque para la producción de sal», destacan desde el museo de la sal de Leintz Gatzaga. La fuente de sal se encuentra a 250 metros del pueblo, junto al antiguo castillo de las Dorlas. Hoy en día se ha rehabilitado y quienes acuden a visitarlo pueden ver la reproducción de la rueda de cangilones de madera. Quien se acerque hasta allí y visite el museo, inaugurado en el año 1999, bajo el nombre 'Museo Eugenio Otxoa' podrá descubrir numerosos secretos entre los que se encuentran. El museo se ubica en la antigua fábrica que estuvo en funcionamiento hasta el año 1975, cuando obligados por el precio estipulado por el mercado y el coste de obtención de la sal de Leintz Gatzaga, las instalaciones cesaron su actividad dejando atrás más de 600 años de tradición e historia. En ausencia de luz solar, obtenemos la energía térmica que necesitamos para la producción quemando madera de los bosques locales que calentaban las calderas de hierro para evaporar el agua y obtener la sal. «Somos los únicos en la Península Ibérica que utilizamos la técnica de evaporación forzada para la obtención de la sal», destacan desde el museo.

Para ello, «el agua salada del manantial se canaliza hacia unos recipientes llamados 'dorlas'. Estas, rellenas de sal, se calientan con leña del bosque local en un pequeño fuego. Junto con el agua evaporada, la sal sale a la superficie, al principio, y luego precipita. Así se hace desde hace dos mil años. También se puede ver el impacto de las nuevas tecnologías y las energías renovables. Es un museo que produce sal que está en constante renovación».

En las instalaciones se pueden vivir detalles de la producción de sal: hacer sal, oler, degustar, tocar diferentes tipos de madera… El museo permanece abierto sábados y domingos y se realizan visitas guiadas a las 11.30 horas en euskera y a las 13.00 en castellano.

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