Los mil balcones de Haro
La superficie irregular que sustenta la ciudad permite que en sus propias calles se hayan formado miradores, tanto al casco urbano como a su entorno
MARÍA CARO
Sábado, 11 de septiembre 2021, 00:39
La localidad de Haro se encuentra extendida sobre un tapete de terreno irregular, lo que la convierte en un lugar estratégico con diferentes zonas elevadas desde las que disfrutar de todos sus rincones. Su casco urbano ha tenido que amoldarse sobre dos cerros o elevaciones: La Atalaya y el cerro de Santa Lucía.
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Desde las calles La Ventilla y La Rioja se aprecia una leve escalada hacia la plaza de la Paz, uno de los puntos ya elevados, que culminaría su altitud atravesando las dos calles que forman la Herradura –Santo Tomás y San Martín–, para finalizar en la parroquia de Santo Tomás.
Se encuentra situada en el segundo cerro más alto del casco urbano, 'La Mota' o 'La Atalaya', que hace que la torre sea visible desde muchos puntos de la ciudad y casi desde cualquier punto del extrarradio de Haro.
Precisamente aquí es donde se ubican los dos miradores principales. Uno de ellos, en el punto más alto del cerro, tras acceder desde la calle Toloño, que prácticamente bordea el mirador.
Se llega a él subiendo un paraje natural a través de un camino, por el que se accede a un espacio protegido por una pared, en su día cubierta de mamparas de cristal de las que solo quedan algunas. Cuenta con un prismático y numerosos bancos, todos ellos con aspecto olvidado.
Desde este mirador es posible divisar el barrio de Bodegas de la Estación, un mar de viñedos, el meandro del río Ebro y, al fondo, la Sierra de Cantabria.
En la Atalaya se encuentran dos miradores más, que muestran dos perspectivas diferentes de la ciudad. Desde uno de ellos se divisa el campo de fútbol de El Ferial, junto a las piscinas municipales, y desde otro se alcanzan las viñas al otro lado del río Ebro, un festival de color condicionado por la estación del año.
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El cerro más elevado, el de Santa Lucía, cuenta en su zona superior con los dos depósitos de agua que abastecen la ciudad. Pero también con una de las vistas más privilegiadas de los edificios de la ciudad, aunque su acceso no está señalizado ni se considera, en sí mismo, un mirador.
Un mirador de vigilancia
En el mismo centro de la ciudad se encuentra un balcón diferente a los demás. Su perspectiva no es tan amplia, pero sí ofrece una visión única de la plaza de la Paz. Cuenta con el título de mirador por derecho, ya que en su día albergó una torre de vigilancia. El edificio que actualmente acoge el Museo del Torreón es el único resto existente de las murallas que desde el siglo XII defendían la ciudad. Actualmente acoge la sección de arte contemporáneo de autores riojanos perteneciente al Museo de La Rioja.
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Pero el mirador más importante, y más reconocido en el exterior de las fronteras españolas, es el que se encuentra ubicado en la ermita de San Felices, en los Riscos de Bilibio.
El eterno retiro de San Felices
Calificado por la guía Repsol como el mejor Rincón de España en 2014, cuenta con unas vistas privilegiadas, que cada vez atraen a más visitantes.
Desde esta cresta se divisa cómo el Ebro entra en La Rioja, atravesando la alineación montañosa de los Montes Obarenes y Sierra Cantabria por las Conchas de Haro, donde fluyen hacia el Ebro aguas del acuífero de estas sierras. El agua serpentea entre los viñedos rumbo al municipio jarrero, situado a seis kilómetros, y vigila desde el fondo la Sierra de Toloño.
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La ermita de San Felices se alza sobre los riscos de Bilibio, donde a finales del siglo V San Felices vivió una vida retirada, cuya escultura corona el cerro.
La magia de esta perspectiva, desde la que también se divisa una cantera de rocas ofitas, es incuestionable. Para llegar hasta el mirador es necesario subir centenares de escalones de piedra que bordean el risco, que parten desde una amplia zona con merenderos y barbacoas, donde el 29 de junio se celebra la Batalla del Vino.
El púlpito de La Rioja
Aunque se encuentra fuera de los límites del municipio de Haro, dentro de su comarca y a muy pocos kilómetros se halla el denominado 'Púlpito de La Rioja', situado sobre los montes Obarenes. Es la pequeña localidad de Cellorigo, situada a 782 metros, desde donde el campo de visión alcanza la Sierra de la Demanda, a más de cuarenta kilómetros, entre otras vistas.
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