El ave que prefiere migrar de noche y al que escucharás pero no verás

Su canto, sin embargo, es fácil de identificar. Su 'tiri-oliuuuu' suena aflautado y dulzón, aunque también tienen otro registro al que podemos denominar 'modo defensa', que recuerda a los córvidos. Muy territoriales, no dudan en enfrentarse incluso a ratoneros, mucho mayores.

Las oropéndolas llegan a la Península alrededor del mes de abril para nidificar y se van en agosto, cuando migran a tierras africanas. Gustan de hacer la ruta durante la noche, para evitar depredadores y aprovechar las corrientes cálidas. Durante el día, se alimentan. En su menú aparecen principalmente orugas, pero también escarabajos, moscas, abejas, grillos y saltamontes. Antes de volar a África se atiborran de cerezas, higos, bayas de saúco o moras que les dan un extra de energía.

Las parejas se reparten la tarea de criar a los polluelos (3-5). Lo que corre a cargo de la hembra es tejer el nido. Con forma de cuenco, colgante y de pequeño tamaño, lo construyen con materiales que aportan ambos adultos como hierbas y ramitas flexibles, cortezas, telarañas e incluso lana. Lo anclan donde se bifurcan las ramas terminales del árbol y a más de 6 metros de altura. Así dificultan el acceso de los depredadores, cuyo peso hace ceder las ramitas. Para evitar que el viento malogre el nido, utilizan fibras elásticas y lo anclan en varios puntos.

Cuenta la leyenda que esta ave tomó sus colores de las minas del Rey Salomón. Lo que no es leyenda es que su nombre científico (Oriolus oriolus) proviene del latín 'aurum' (oro) y que de él proviene el nombre catalán Oriol y el de la ciudad de Orihuela, en cuyo escudo aparece un pájaro dorado coronado.